Fake news vs fake truth

Que hay informaciones verdaderas y falsas circulando constantemente es un hecho. Pero no es un hecho actual, sino uno que data de la noche de los tiempos, tan antiguo como la humanidad. Lo actual es por un lado la cantidad y velocidad de la información en circulación. Hay más mala información que nunca circulando y también más buena información. El problema, como siempre, es distinguir el grano de la paja entre tanta información. Es para esto para lo que, se supone, nacen las agencias de verificación. No se moleste usted mismo en verificar, ya verificamos nosotros por usted. Con nosotros suspenda el juicio crítico, somos una agencia de verificación.

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En realidad esa suspensión del juicio crítico es la funesta aportación a la comunicación de las agencias de verificación. Porque lo que nos permite distinguir la verdad de la mentira entre la maraña de información es el juicio crítico, no las agencias de verificación. De hecho, ¿qué es lo que hacen las agencias de verificación?

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Para empezar, es evidente que las agencias de verificación no verifican todas las noticias, sino una selección de las noticias o de las declaraciones que se van produciendo. Naturalmente ya tenemos entonces un problema para empezar, un sesgo de selección. Las agencias de verificación no tienen como fin tanto depurar la información como cuestionar asimétricamente lo que dicen los medios, los partidos o los líderes políticos. Cuando se cuestionan 10 veces más las declaraciones de un político X que las de un político Y, ¿es porque X es 10 veces más cuestionable que Y o porque la agencia de verificación dedica 10 veces más atención a X que a Y? ¿Y cuál es el resultado de eso? ¿Que tengamos mejor información o que tengamos la falsa idea de que X es mucho más mentiroso que Y?

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Otra forma de actuar extraña de las agencias de verificación es el tratar de desmentir toda una información sólo por un matiz. Es decir, imaginemos que se publica la noticia de que el lunes 8 de abril X se ha comido crudo a un niño de 10 años que llevaba una gorra roja, y entonces una agencia de verificación, que a lo mejor tiene siempre un sospechoso sesgo a favor de X, califica la noticia como bulo porque la gorra era naranja, no roja. Pero X al niño se lo comió. Esta es una forma frecuente de funcionar de las agencias de verificación. Es un bulo que fulana se haya gastado 100.000 euros del presupuesto en un viaje a Nueva York, fueron sólo 80.000. Después resulta que esos 80.000 a lo mejor salen de un cálculo no menos discutible que el de los 100.000, y que en todo caso fulana se puso morada de gambas con el dinero del contribuyente en Nueva York. Igual que hay noticias fake, hay verificaciones fake.

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Naturalmente toda agencia de verificación que se precie no debe limitarse a desmentir o cuestionar las afirmaciones que lleguen sólo desde determinados medios o sólo desde determinada parte del espectro político. Eso sería sospechoso. Pero por esto mismo que existan desmentidos de un lado y de otro, aunque a lo mejor 10 veces más desmentidos de un lado que de otro, no garantiza la impercialidad. De lo que se puede tratar no es de buscar la verdad sino de crear una apariencia de imparcialidad. De este modo volvemos al punto primero de si X merece 10 veces más de correcciones que Y porque miente 10 veces más o porque la agencia de verificación le dedica 10 veces más de atención. ¿Y quién verifica la atención que la agencia de verificación dedica a cada uno? ¿Quién verifica al verificador?

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Finalmente nos encontramos con los conflictos de intereses evidentes, como cuando alguien del perfil de Ana Pastor tiene una agencia de verificación. ¿Cómo de newtral es Ana Pastor? ¿Puede autoverificarse Ana Pastor? ¿Puede ser verificadora por las mañanas y verificada por las tardes? ¿Puede cobrar de un grupo de comunicación y después verificar newtralmente a los medios de ese grupo de comunicación? ¿Les conviene a los grandes grupos de comunicación la existencia de agencias de verificación que validen sus mensajes o que cuestionen a los de su competencia? El caso de Ana Pastor resulta bastante significativo, ¿pero cuántos casos menos evidentes de conflicto de intereses o de sesgo ideológico existen en las agencias y plataformas de verificación? Esos son por otro lado los más peligrosos, los que nos pueden encontrar con la guardia baja, los que pueden tener un sesgo menos evidente que el de Ana Pastor.

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En realidad el propio concepto de agencia de verificación es una fake news. Se presupone que un medio verifica y contrasta su propia información. Verificar y publicar la información no son dos oficios distintos llevados a cabo por entidades distintas. Y a su vez, las agencias de verificación actúan de hecho como un medio más. La única diferencia es que si a tu medio lo llamas agencia de verificación, parece que le añades un plus de credibilidad. Pero es sólo marketing, con el peligro añadido de poder provocar una bajada de las defensas en el público que cree que no está frente un medio de comunicación más por estar revestido de otro disfraz.

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Finalmente, al peligro de que las agencias de verificación pueden provocar una suspensión del juicio crítico respecto a sus publicaciones, se une el riesgo de que el gobierno o determinadas redes puedan usar a las agencias de verificación para imponer la censura. De este modo se pueden eliminar y censurar contenidos no por orden judicial, sino casi a capricho. Lo que permiten las agencias de verificación es que el gobierno o tal o cual red pueda censurar contenidos casi a placer pero de forma delegada, sin que se le pueda atribuir directamente la censura al poder. ¿Cómo nos apañábamos antes de tener agencias de verificación? Pues con el juicio crítico, pensando por nosotros mismos, leyendo la misma noticia en diversos medios y sacando nuestras propias conclusiones, siendo nosotros mismos nuestra propia agencia de verificación. Si de lo que se trata es de intentar que dejemos de ser nosotros mismos los verificadores de la información que nos llega, las agencias de verificación no son sólo inútiles sino un auténtico peligro para la libertad de expresión y un fraude para el consumidor.

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2 respuestas

  1. La idea de una agencia de verificación es una modalidad del género centralización del poder para la dirección y planificación de la actividad socioeconómica, esto es , del socialismo. Está pretensión de verificación neutral solo merece el calificativo que Hayek adjudicó al socialismo, a saber,”la fatal arrogancia “de unos iluminados.
    Que la tal Pastor la patrocine es el colmo de los colmos. Más vale dejar de ver la TV, especialmente los noticieros y tertulias, que es lo que muchos estamos haciendo…

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