Francamente, que censuren a Pablo Hasel nos da lo mismo. Más que nada por dos razones. Primero porque existe, para quien quiera verla, una diferencia muy clara entre opinar e insultar o amenazar. Podríamos decir que si usted no está de acuerdo con esto es un imbécil y le vamos a partir la cara, para intentar ejemplificárselo. Existe el derecho a informar o a opinar, no existe el derecho a insultar o a amenazar. En segundo lugar Pablo Hasel no es un artista. Es decir, no todo el que pinta es un artista, o todo el que escribe. Hay dibujos que son arte y dibujos que son una mierda. El mero hecho de que algo sea pintado no lo convierte en arte. La escritura o el cemento pueden servir para hacer arte, pero la pintura y el cemento por sí mismos no son arte. Pablo Hasel no es un artista por el mero hecho de rapear. De todos modos componer una porquería de canciones no es delito. Se puede ser todo lo mal músico que se quiera y no es delito. Hasel no ha acabado en la cárcel por lo malas que son sus canciones sino porque en ellas hay amenazas explícitas y delitos de odio. Iñaki Iriarte, por cierto, señalaba ayer que condenas como la de Hasel no son un hecho inusitado. Lo inusitado sería poder decir cosas como las que dicen Hasel u otros sujetos, de uno y otro lado del espectro ideológico, y que no les pasara nada. Tampoco se recuerda ninguna protesta callejera de la extrema izquierda en favor de la libertad de expresión cuando se condenó a prisión a un tuitero por parecerle pocas las mujeres que son asesinadas al año en España. Como Hasel hace el matiz de parecerle pocas las mujeres asesinadas en España, pero siempre que sean del PP, parece que hay que aplicarle una legalidad paralela.
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2003: el cantante del grupo Landser condenado a más de tres años de cárcel en Austria por incitar al odio racialhttps://t.co/AM5VXJvDNU
— Iñaki Iriarte Lopez (@inaki_iriarte) February 18, 2021
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Una vez aclarado que no nos preocupa demasiado que el multi-reincidente Pablo Hasel pague por los tuits llamando al odio ideológico y al asesinato, o ensalzando la figura de terroristas, lo que sí nos preocupa es que Facebook censure a Patxi Mendiburu.
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Según denuncia el afectado en su blog Desolvidar, ha sido expulsado de Facebook sin ninguna explicación ni posibilidad de defenderse. En doce años, según lamenta Mendiburu, ha subido a Facebook centenares de álbumes de fotos, enlazados al blog, que ya no sirven para nada: “el daño que me hacen es muy importante”. Efectivamente, a él y a todas las personas a las que les puede interesar esa información. Huelga decir, como subraya el autor, que “no he pedido nunca un tiro en la nuca para nadie y que mis antecedentes son 40 años dando clases de Filosofía en la enseñanza pública y 12 años publicando en el blog Desolvidar, defendiendo los derechos humanos, los valores democráticos, a Navarra y a España”.
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Mientras nos distraemos con Hasel, Facebook y el resto de multinacionales de la nueva dictadura global siguen aplicando una censura sistemática que asusta por su extensión. Eso sí que es censura de verdad y no lo de Hasel. Como ordena DAvos, no tendrás nada, comerás carne sintética, sólo podrás leer a Irene Montero y… ¿serás feliz? Como en el chiste del cubano, llegados a ese punto no es que seamos felices, es que no nos podremos quejar.
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PD: chiste del cubano.
-Oye, ¿y qué tal vivís los cubanos?
-No nos podemos quejar.
-Ah, pues entonces bastante bien, ¿no?
-No, no, que digo que no nos podemos quejar.
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