La semana pasada Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, realizó una declaración que no es que haya pasado inadvertida, pero a la que quizá no se ha dado en los grandes medios toda la importancia debida. Por lo demás el dato es tumbativo y conocido, lo diga de Guindos o el porquero de Luis de Guindos. El titular es que el BCE compró 120.000 millones de deuda pública española en 2020, el equivalente a la emisión neta del país durante ese año.
Para decirlo más claramente, la situación es que todo el dinero con el que nos estamos sobre-endeudando durante la crisis COVID nos lo tiene que prestar el BCE, porque si en otro caso no nos lo prestaría nadie, y desde luego no al intéres al que lo hace el BCE.
Con las cuentas públicas totalmente desbarajustadas y un déficit que puede superar el 10%, todo ese dinero que no tenemos para pagar el gasto público nos lo tiene que prestar el Banco Central Europeo. Nadie fuera del BCE pondría 120.000 millones de su bolsillo esperando que Pedro Sánchez o Pablo Iglesias se lo devolviera.
Esto significa varias cosas importantes:
1-El estado español tiene un grave problema de solvencia.
2-El estado español se encuentra nefastamente gestionado.
3-El estado español no ha quebrado sólo porque lo mantiene a flote el BCE.
4-Lo anterior tiene un nombre y se llama rescate. Otra cosa es que sea un rescate sin condiciones o con condiciones que no sabemos aún. Esto empeoraría aún la calificación del gobierno porque a su mala gestión habría que añadir el oscurantismo.
5-Por todo lo anterior el gobierno no puede presumir en absoluto de no estar haciendo recortes o de haber gestionado la crisis evitando la ruina, porque si se evitan la ruina y los recortes es sólo por una decisión exterior de salvar al estado español y no por un mérito del gobierno.
A todo lo anterior cabría añadir la pregunta de cuánta gente es consciente de esto. Porque si sólo una pequeña parte de la población española es consciente de esto, entonces la siguiente pregunta es cómo los medios de comunicación no han conseguido que la población sea consciente de una situación tan grave. Salvo que la respuesta, todavía más inquietante, sea que el papel de los medios sea precisamente que la gente no se de cuenta del estado de las cuentas públicas y de la irresponsabilidad del gobierno español.