Es la hora del «prusés» de Madrid

El ansia de la izquierda montaraz por montar un nuevo Pásalo en la calle Génova de Madrid no deja de ir en aumento. Eso sí, por recordar, en esta ocasión no aprovecharán unos atentados terroristas ni la colaboración con movimientos militares del Pentágono estadounidense, sino una presunta «pandemia» a la cual atribuir una intencionada histeria colectiva.

Lo que comenzó el viernes pasado con actos de asedio en la Puerta del Sol (posteriormente propagados por zonas meridionales como Vallecas) y llamó la atención el lunes con una reunión con apariencias de cumbre bilateral (bajo una doble intención del dictador Pedro Sánchez) ha ido desbordándose a medida que ha finalizado la semana.

El viernes, Moncloa incumplió su «pactada no agresión» una vez más. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, dio una rueda de prensa que suponía una contraprogramación de la que más tarde se emitiría desde las autoridades autonómicas. Pero, en cierto modo, no nos importa tanto eso, sino el último empeño de estos: estrangular completa, única y exclusivamente, la provincia de Madrid.

Por medio del ministerio cuya cartera ostenta ese filósofo que vino a ser la «cuota PSC», el régimen frentepopulista insta, sin descanso, a Isabel Díaz Ayuso, a confinar por completo todo el territorio (incluso amenazando con aplicar el Estado de Alarma). De hecho, le han dado un ultimatum, en principio, hasta este martes.

Si el gobierno autonómico no cede a esta última presión, podría haber una intervención de Moncloa, al menos, en materia de competencias sanitarias. Eso sí, el motivo no sería ni siquiera aparente ya que, incluso teniendo en cuenta los datos oficiales, podríamos remitirnos a un informe del Instituto de Salud Carlos III, que desmontaría el «mito» de la «gravedad de la situación» en Madrid.

Por lo tanto, podemos decir, dejando aparte otras consideraciones, que existe una operación de acoso y derribo contra Ayuso por tan solo no ser del PSOE o de PODEMOS (con el beneplácito sutil de los afrancesados de C’s y buena parte de las filas del Partido Popular, que no son necesariamente las del votante y el mero militante).

Eso sí, centrémonos, por ahora, en lo que podría considerarse como una estrategia de respuesta y reacción contra el Frente Popular (quien quiera, que sepa que le puede llamar, si lo desea, el «prusés» de Madrid, aunque, en este caso, no habría ninguna clase de hispanofobia recalcitrante, como sí ocurre con el que se orquesta en Cataluña).

El pacto de gobierno con C’s está haciendo aguas

Del dicho al trecho hay un hecho: en el momento más inesperado, podría estallar la coalición entre Ayuso y Aguado, por culpa de los segundos, cuya dirección nacional está ya a la entera disposición de auxilio del PSOE. O lo que «es peor»: que la moción de censura de PSOE, PODEMOS y MÁS MADRID pueda salir, gracias a estos, adelante (si llega a presentarse).

Por lo tanto, convendría implorar a Díaz Ayuso a dejar el postureo COVID, el gustillo por el Estado Policial (ella es igual de partícipe, aunque sea algo más consecuente en materia económica, al entender que no conviene subir impuestos ni paralizar toda la actividad económica) y el miedo a las hordas (el afán genovés por vivir a base de beneplácitos de La Secta puede convertirla en una nueva Rita Barberá).

Y es que, a la vez que se enmienda en ese sentido, debería de convocar, de inmediato, un adelanto electoral que sirviera para ceder el turno de palabra al votante. De hecho, bajo una perspectiva utilitaria, podría venir bien para triturar la indefinición anaranjada y allanar el camino hacia una coalición de gobierno entre PP y VOX.

Nada es perfecto (sabemos también que «sin gobierno, mejor»). Pero dentro de lo posible, lo «menos malo» sería que Díaz Ayuso y Rocío Monasterio sellaran un acuerdo de gobernabilidad orientado a la reversión de las políticas «progres» (aborto, ideología de género, multiculturalismo…) y la reducción del gasto y del peso de la administración regional (para fortalecer a la sociedad, no a Moncloa).

Los feudos de la derecha madrileña deben de pelear por una mayor autodeterminación

Por enésima vez, recordaré que no creo en la autodeterminación de las naciones sino en la de los individuos (lo cual no tiene por qué entrar en conflicto con el anti-atomismo y el principio de soberanía social). No obstante, sí incidiré en que ciertas soluciones de independentismo madrileño son tan convenientes como la salida de Hungría y Polonia de la nueva Unión Soviética bruselita.

Sabido es que no me limito a la mera secesión provincial. Pienso que la reacción (a deber de reproducirse nuevamente) de Núñez de Balboa no ha de reducirse a la petición de un freno temporal de medidas sanchistas así como tampoco a la espera a una nueva convocatoria electoral, ya sea nacional o autonómica.

Sin necesidad de romper con la unidad cultural hispánica ni con la catolicidad, conviene insistir en que el llamado «Madrid de derechas» debe de valorar, por medio de la insistente acción de unos habitantes a los que habría que convencer (de manera constructiva, comprensiva y pedagógica), la consecución de una mayor independencia política.

La cuestión es reducir el margen de maniobra de personas como Pedro Sánchez, Pablo Iglesias e Isa Serra, privándoles de esa oportunidad allí donde prácticamente nadie les avala electoralmente (por recordar, zonas como el distrito de Salamanca, el municipio de Pozuelo de Alarcón y el barrio de Mirasierra).

De hecho, aunque el mensaje de batalla cultural es universal (principios en defensa de la vida, la libertad, la propiedad, la economía de mercado y la tradición católica), siempre hay unos puntos estratégicos (sirva esto como apunte adicional, igual que en Estados Unidos está la Dixie, principalmente, Estados como Texas, Alabama y Florida). En este caso, hablaríamos del necesario desafío anti-progre.

Por otro lado, en cuanto a prosperidad económica, habría mayores beneficios. La idea sería que hubiera posibilidad de establecer una buena competencia fiscal. La libertad económica que podría y debería de haber en territorios independizados como, mismamente, Las Rozas y Pozuelo, aseguraría polos de atracción inversora y emprendedora equiparables a Suiza y Liechtenstein.

No olvidemos que no toda ley es justa

Teniendo en cuenta las enseñanzas de San Agustín, no todo lo que es legal es justo ni, por ende, apto para ser considerado como ley. Pero, en cualquier caso, lo que hay que tener claro, en estos momentos es que, conviene una estrategia que no solo suponga una derrota territorial del frentepopulismo, sino que brinde oportunidades de libertad bien entendida y prosperidad económica (sin ningún ánimo de anti-hispanismo, sino todo lo contrario).

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