El etarra Igor González, miembro del comando Donosti y encarcelado desde el año 2005, fue hallado hace unos días muerto en su celda en la cárcel de Martutene. La causa aparente de la muerte es el suicidio.
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Tras el fallecimiento, Bildu se ha volcado tanto en las condolencias como en la exigencia de responsabilidades. Así, por ejemplo, Otegui declaraba que “Todo esto es responsabilidad política directa de quienes mantienen, justifican y amparan esta política penitenciaria criminal”. Para Bildu, “construir la convivencia en la vieja Euskal Herria exige también el regreso con vida a Euskal Herria de todos los presos, deportados y refugiados políticos vascos”. Bildu cifra en 5 el número de presos políticos vascos asesinados y represaliados por el estado fascista y criminal español. Asimismo responsabilizó al estado por todos los accidentes e incidencias de los familiares y amigos que tienen que desplazarse fuera de la CAV a visitar a los presos.
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Antes de reflexionar sobre el sentido de las palabras de Otegui, conviene comenzar revisando algunas de sus afirmaciones. Cuando por ejemplo dice que han muerto 5 presos políticos vascos, para empezar no son presos políticos, sino pistoleros que se dedicaban a matar a los que le llevaban la contraria a Otegui. Pero es que además tampoco han sido represaliados ni han muerto por el trato otorgado por el estado español. Belén González Peñalva, por ejemplo, murió a causa de un cáncer por el cual fue excarcelada en 2009 y por el que no falleció hasta 2017. Angel Figueroa fue otro etarra muerto a causa del cáncer en 2013, enfermedad por la que fue excarcelado en 2008. Figueroa falleció en su domicilio de Gecho. Belén González en el Hospital Oncólogico de San Sebastián. Normalmente estos presos son excarcelados y sometidos a una vigilancia telemática domiciliaria. Ambos murieron en la CAV y años después de haber sido excarcelados. Es decir, malamente se pueden anotar como un caso de represión criminal los de dos criminales que son excarcelados y traslados a su domicilio años antes de fallecer. Obviamente no son víctimas ni de la cárcel ni de la dispersión. Sólo faltaría que el estado español fuera culpable de que un etarra pudiera tener cáncer. En realidad lo llamativo es que la izquierda abertzale aproveche políticamente hasta el cáncer de los presos de ETA.
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Ya hemos visto que ninguno de los citados fue víctima de la dispersión, pero la dispersión es otro mantra que la izquierda abertzale utiliza sistemáticamente para victimizar a los verdugos. Por un lado afirma que los viajes para visitar etarras son un genocidio, pero por otro lado impulsa todo lo que puede los viajes y visitas a los presos. Si se excarcelara a todos los presos de ETA habría que exigirles un certificado de que no se iban a ir a vivir ninguno fuera de la CAV o Navarra, no fuera que el tipo criminalmente dispersado en Madrid saliera de la cárcel y se fuera a vivir a Cádiz o a Nueva Orleans. Por no mencionar que tan lejos de casa estaba un etarra cuando formaba parte del Comando Andalucía como cuando cumple pena de cárcel en un penal de Cádiz.
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Los datos muestran también que en las cárceles españolas se produjeron el año pasado casi 200 fallecimientos. La muerte de 4 etarras en 15 años no son por tanto nada excepcional. Evidentemente, aparte cánceres, infartos y otras enfermedades comunes, la población reclusa sufre dos causas de muerte en mayor medida que el promedio de la población. La primera de esas causas es el deterioro de la salud a causa de las drogas y el segundo los suicidios. Las personas que acaban en la cárcel suelen encarnar historias de vidas rotas, y si no es la propia cárcel la que las rompe. En el caso de los etarras lo cierto es que están en la cárcel precisamente por haber roto previamente la vida a muchas otras personas, lo que a su vez y excluyendo a los psicópatas debería romper también la vida de cualquier persona normal, si es que en ETA había personas normales. Desde el año 2005 sólo 4 etarras se habrían suicidado en la cárcel, en un ámbito en el que como hemos visto mueren, un número significativo de ellos por suicidio, entre 150 y 200 presos al año. En 2004 murió otra etarra en una cárcel, pero eso sucedió en la republicana, ilustrada y democrática Francia.
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Bildu pretende que la disolución de ETA signifique automáticamente la amnistía de sus presos, cuando muchos de los asesinatos de ETA siguen sin resolverse y acaso muchos de sus autores sin haber sido juzgados, condenados y pagado su pena. Pretender que la responsabilidad penal se extinga con la disolución de la banda criminal es como formar una banda de atracadores la cual pretenda, caso de ser capturada, declarar en ese momento su disolución y exigir su inmediata puesta en libertad. Y si no se le captura a disfrutar del botín. Todo un win/win en el ámbito criminal.
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Por lo demás, el etarra Igor González en concreto es recordado por haber declarado durante su juicio en 2007 que estaba orgulloso de militar en ETA y que “ETA seguirá ejerciendo la lucha armada mientras no se reconozca la soberanía de Euskal Herria como nación”.
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De todos modos la cuestión que plantea Otegui sobre la responsabilidad política por estas muertes de presos de ETA tal vez debería planteársela primero a él mismo y a su partido antes de intentar trasladársela a los demás. O sea, sí que tiene sentido preguntarse por la responsabilidad política de que haya presos vascos acusados de terrorismo, pero a lo mejor resulta que la responsable es la izquierda abertzale. Igor González decía que estaba orgulloso de pertenecer a ETA y que Eta seguiría matando hasta que no se reconociera a una Euskal Herria soberana. Pues bien, ETA ha dejado de matar y la CAV sigue siendo una comunidad autónoma española. ¿Qué ha cambiado para que ahora la izquierda abertzale haya decidido dedicarse a la política dejando las pistolas? ¿No es un timo a todos los que están en la cárcel por haberse metido en ETA? O sea, ¿por qué no haber dejando la violencia hace décadas? ¿Y quién empujo hacia ETA a todos esos sujetos que ahora están en la cárcel por una violencia que ahora se ha desechado? La izquierda abertzale es responsable de la violencia desatada contra sus víctimas, pero también del castigo y la autodestrucción de sus propios verdugos.
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Un comentario
Siempre se aprovechan de los mismos, de los tontos del pueblo.