¿Estamos asistiendo a un cambio climático inminente, catastrófico y provocado por el hombre?
La respuesta depende de si se pueden separar las tres preguntas. La mayoría de los datos apuntan a que podemos estar asistiendo a un cambio, aun cuando queden incertidumbres sobre qué cambio: ha habido cambios de diversa magnitud en el pasado cuando no estaba el hombre, pero no conocemos con precisión cómo o a qué velocidad se dieron como para poder compararlos bien con las proyecciones del cambio actual, en el que sí está presente el hombre.
El término “catastrófico” requeriría cuantificación: ¿qué se entiende por “catastrófico”? ¿Para el hombre, para la naturaleza, o para la biosfera en general? ¿Cuánto es “catastrófico”? En cuanto al término “inminente”, aun cuando sea una palabra con diferentes significados para diferentes personas, la escala humana es una fracción muy pequeña de las escalas en las que operan las cosas en la naturaleza.
La intervención del hombre en el cambio es muy probable. Los mecanismos que controlan el clima incluyen un factor de mucha importancia, los gases de invernadero en la atmósfera, que dependen de varios factores entre los que incuestionablemente están las actividades humanas de quema de combustibles (para obtener energía) y cambio en la cubierta vegetal, entre otros. La forma en que se verifique este cambio, o se manifieste, y cuál es la contribución relativa de los factores naturales y los artificiales, es lo que se investiga intensamente. Cada poco tiempo aparecen nuevos datos que arrojan más luz, y algunos de ellos nos obligan a cambiar de perspectiva. Por ejemplo, recientes resultados indican que el cambio comenzó a gestarse mucho antes: hace unos setenta siglos, con la aparición de la agricultura, y lo que ahora veríamos sería una aceleración.
¿Ha visto el video de Al Gore? ¿Qué opina de él?
Sí, lo he visto. Creo que está hecho por profesionales de la comunicación, y ése no es mi campo: no opinaré sobre su capacidad de convicción o sobre cómo interprete los datos científicos de otros en función de lo que quiera comunicar o transmitir. Desde el punto de vista científico, se revelan datos que se interpretan de acuerdo al consenso científico actual, y ciertos otros que carecen de tal consenso o que se están revisando. Por último, hay otros datos que no se mencionan. No me compete especular sobre las razones de esta selección.
¿Es la ONU una autoridad en cuestiones relacionadas con la ecología y el clima? ¿Qué opinión le merece el protocolo de Kioto? ¿Cuánto hay de política y cuánto de ciencia?
La ONU es una organización política. Como tal, tiene autoridad política pero bajo sus auspicios se forman comisiones que sí tienen científicos. No se debe calificar el trabajo de la ONU desde el punto de vista científico sino desde el político; es el trabajo de sus comisiones el que puede calificarse así en función del peso relativo que los científicos tengan en esas comisiones. Por regla general, las comisiones científicas aportan datos, y son otras instancias las que toman decisiones en función de esos datos o de otras consideraciones.
En cuanto al protocolo de Kyoto, se trata de un acuerdo de naturaleza política, para el que fueron necesarios datos científicos que fueron interpretados por políticos, pero que puede tener consecuencias mensurables, de nuevo, por los científicos (y, muy posiblemente, perceptibles por el resto de la Humanidad). En todo caso, ignorar que el protocolo dejó fuera a una parte del planeta que ahora es cada vez más importante en el problema de la generación de gases de efecto invernadero sería poco inteligente.
Se supone que la temperatura de los seres humanos debe ser de 36,5 grados, y que por encima de dicha temperatura tenemos fiebre y estamos enfermos. ¿Existe algo así cómo una temperatura ideal a la que objetivamente tendría que estar el planeta? ¿No habría que determinar cuál es la temperatura adecuada del planeta antes de decir que la temperatura actual es inadecuada? ¿Es posible hacer eso? ¿Existe una temperatura planetaria perfecta a la que todos los humanos resultarían beneficiados?
No. El planeta tiene un conjunto de especies que resultan de la evolución bajo ciertas condiciones ambientales, que a su vez van cambiando, y que son distintas en cada parte del planeta. Un planeta esférico que rota y tiene su eje inclinado siempre tendrá diferencias de temperatura en función de la latitud, con más calor en los trópicos y más frío en los polos. Su temperatura media, por otra parte, depende de unas leyes físicas bien conocidas, y de una dinámica de atmósfera y océanos bastante más complicada de seguir, estudiar y pronosticar.
Hay unos límites teóricamente compatibles con la vida, que en general coinciden con los que mantienen el agua en forma líquida, y dentro de los cuales es posible encontrar ecosistemas funcionales. Los humanos, en concreto, podemos vivir en un rango relativamente amplio de temperaturas porque generamos continuamente calor y podemos defendernos del frío con aislamientos. Del calor nos defendemos peor: cuesta bastante energía librarse de su exceso. Los cambios al alza implican que la porción de planeta en la que vivir es difícil, por exceso de calor, aumenta (y la porción más fresca a la que se puede migrar es siempre más pequeña: hacia los polos, la superficie es menor).
De todos modos, el asunto no se reduce a la temperatura adecuada para los humanos, que sería, por la necesidad de disipación, bastante más baja que los 36,5ºC del cuerpo humano. Dependemos de muchas otras especies y muchos otros servicios que nos suministran los ecosistemas, los cuales cambian si cambian sus condiciones ambientales. Aunque los humanos, gastando energía, podamos estar bajo muchas condiciones, los ecosistemas de los que dependemos cambian. Y aun si nos ciñéramos sólo a nuestra especie (sin tener en cuenta al conjunto del planeta), si este cambio fuera más rápido que nuestra capacidad de reacción, tendríamos un problema muy considerable.
Nuevas fuentes de energía:
¿Qué opina del etanol, la energía solar, o la eólica? ¿Se trata de energías viables y sostenibles?
Nuevamente, es preciso separar las preguntas para poder responder. Las fuentes de energía no dependientes de combustibles fósiles son necesarias: es incuestionable que los combustibles fósiles son finitos (hay los que hay) y se acabarán, porque se están consumiendo varios órdenes de magnitud más rápido de lo que se crean.
El etanol supone el uso de grandes superficies para reformar carbono (reducirlo mediante fotosíntesis, almacenando así la energía de la luz) y luego devolverlo, oxidado, a la atmósfera cuando queremos recuperar esa energía. Este es un proceso de rendimiento pobre, e incluso inaceptable bajo ciertas condiciones de cultivo intensivo en lugares inadecuados (se gastaría más energía que la producida). En mi opinión, su justificación actual estaría más bien en la reducción de dependencia de importaciones de combustibles fósiles desde lugares inseguros o inestables. Por otro lado, una vez consumido todo el combustible fósil, es posible que la única forma de obtener energía en un formato manejable y compacto para ciertos vehículos que la necesitan (aviones, automóviles) sean los biocombustibles.
Lo inviable a medio plazo sería usar biocombustibles para obtener energía en instalaciones fijas, para las que hay otras alternativas, algunas clásicas (hidroeléctrica, nuclear) y otras más recientes. La energía solar, en sus diversas variantes, y especialmente la eólica son las que pueden salvar la brecha entre la dependencia de fósiles y potenciales nuevas fuentes de energía en instalaciones fijas (generación de calor o electricidad). La viabilidad de estas fuentes de energía depende de lo dispuestos que estemos a pagar por ellas, o de la previsible escasez de otros recursos en un futuro próximo. Hace pocos años no eran viables prácticamente nunca, pero el conjunto de casos concretos en las que sí son viables está creciendo continuamente. En cuanto a su sostenibilidad, los biocombustibles podrían no ser compatibles con el volumen de población mundial; pero la energía eólica no parece plantear este problema. Respecto a las solares, depende de si se trata de fotovoltaica, o bien termosolar o termoeléctrica solar. La primera requiere por el momento aportes de materias primas que en caso de un desarrollo explosivo serían poco sostenibles, pero las segundas no.
¿Estamos pagando en el pan, la leche y los impuestos las cuentas de resultados de Acciona, Iberdrola y otras empresas que comercian con energías subvencionadas? ¿Cree que hay una relación entre las subidas de algunos alimentos y el auge de los biocombustibles?
Los campos político o económico también me son ajenos. No puedo contestar a la primera de las dos preguntas. De la segunda puedo decir que la cantidad de tierra cultivable es finita y está, al parecer, próxima a su uso completo. Una parcela puede dedicarse a un cultivo energético o a otro alimentario. Las leyes de mercado y las necesidades humanas regirán qué se decide pagar: uno u otro cultivo tendrán diferente precio en función de qué oferta haya, pero esto funcionará, imagino, en ambas direcciones y en ambos casos.