“Ensayos clínicos de provocación”: infectar deliberadamente a voluntarios para acortar el desarrollo de una vacuna

En los últimos tiempos ha decaído la publicación de noticias positivas respecto a una solución desde el punto de vista científico al azote del coronavirus. Seguramente las noticias sobre una posible vacuna se amontonaron al comienzo de la crisis y a todo el mundo le quedó claro que el desarrollo de la vacuna iba para largo. ¿Pero cómo de largo? ¿Un año y medio como se nos dio a principio?

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Lo cierto es que desde entonces ha ido emergiendo una propuesta un tanto osada para reducir los plazos de desarrollo de una posible vacuna, la cual pasaría por no sólo vacunar, sino a continuación infectar deliberadamente a un grupo de voluntarios.

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Para entender la propuesta, hay que tener en cuenta que una vez desarrolladas las vacunas, al empezar a probarse en seres humanos, han de pasar por 3 fases de prueba, hasta completar el plazo mínimo estimado del año o año y medio (que suele ser mucho mayor en condiciones normales) del que hasta ahora se ha venido hablando. Los ensayos en seres humanos se llevan a cabo en tres fases, cada una de las cuales se rige por una serie de protocolos internacionalmente establecidos. En la primera fase se evalúan la seguridad, el efecto inmunológico y la tolerancia a las distintas dosis sobre un pequeño grupo de voluntarios. En la segunda fase se aplica la vacuna a un mayor grupo de personas para confirmar las dosis o identificar la necesidad de refuerzos y los intervalos óptimos entre cada dosis. En la tercera fase se evalúa la protección proporcionada por la vacuna a varios miles de voluntarios.

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Pues bien, la propuesta que están planteando algunos expertos epidemiológicos de Harvard y Oxford (ver enlaces al final) es acelerar las distintas fases, particularmente la tercera, infectando deliberadamente a los voluntarios y observando los resultados. Obviamente los voluntarios asumirían unos riesgos, pero por un lado la vacuna ya habría sido sometida a una cierta comprobación en las fases anteriores, por otra parte hablamos de una pandemia en la que todos estamos fuertemente expuestos a ser infectados sin vacuna, por lo que ser deliberadamente infectado no es la alternativa a estar fuera de riesgo. Es más, los voluntarios podrían salir de grupos particularmente expuestos al virus y asegurarse su propia inmunidad en caso de éxito. Además, los voluntarios serían personas sanas y jóvenes a las que, además, se les practicaría un seguimiento estrecho y se les garantizaría la mayor y mejor atención médica llegado el caso. Todo por supuesto se haría de forma voluntaria y los candidatos contarían con el estímulo altruista de estar contribuyendo a salvar cientos de miles o millones de vidas en todo el mundo. A nadie se le escapa que la cifra de muertos en el mundo será muy distinta si la vacuna aparece en 6 meses en vez de en un año y medio. ¿Y hasta qué punto podría adelantarse la llegada de la vacuna si se aceptara esta estrategia de los “Ensayos clínicos de provocación” o Human challenge trials for vaccine development? Se piensa que yendo todo bien podría tenerse la vacuna en septiembre u octubre. Para esa fecha, paralelamente, tendría que haberse preparado y planificado el suficiente esfuerzo industrial para producir la vacuna de forma inmediata y masiva. Como puede observarse el asunto podría plantear algunos interrogantes éticos, pero la crisis sanitaria (y económica) podría tener un punto final para el otoño.

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No es la única buena noticia. Alternativamente, esta última semana las bolsas han vista subir fuertmente las acciones de una empresa llamada Gilead. Se trata de una farmaceútica que está desarrollando un antiviral que parece estar dando buenos resultados en los pacientes sobre los que se está probando en virtud del llamado «uso compasivo». Aunque las noticias de este tipo que después arrojan resultados decepcionantes se suceden con frecuencia, por lo que resulta indicada la prudencia en estos casos, el hecho es que más allá del medicamento concreto de esta farmaceútica u otra, además de la vacuna conviene recordar que hay otro frente abierto contra el coronavirus que es el de los antivirales. Hasta ahora no parece que se haya tenido mucho éxito por esta vía pero eso podría cambiar en cualquier momento ofreciendo una solución más inmediata que la vacuna. No se puede contar con ello, pero tampoco descartarlo. Existen los cisnes negros, pero existen los cisnes blancos.

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https://academic.oup.com/jid/article/doi/10.1093/infdis/jiaa152/5814216

https://www.nature.com/articles/d41586-020-00927-3

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