Ayer fue noticia que fue noticia la muerte en el País Vasco de un niño menor de 10 años por coronavirus. Sí, está bien escrito. La noticia no es la desgraciada muerte del niño, sino que esa noticia, como veremos, fuera noticia y cómo y por qué lo fue.
X
x
A la vista de los titulares de la inmensa mayoría de los medios, que es lo que sólo leen muchas personas, podría pensarse que un niño vasco de menos de 10 años murió por coronavirus. Que la situación se nos va de las manos. Que ahora el coronavirus se ceba con los niños. Que estamos todos perdidos y es el momento de vivir totalmente aterrorizados y desesperados. En realidad la mayoría de los medios matizan la noticia aunque sólo cuando se lee el cuerpo entero del texto, dejando a veces la realidad casi oculta, pero lo cierto es que el niño, pese a los engañosos titulares, no murió por coronavirus.
X
En realidad que un niño hubiera muerto en el País Vasco por coronavirus tampoco alteraría la percepción y diagnóstico de la pandemia. Es decir, una sólo muerte no resulta estadísticamente significativa. En este sentido hay que anotarle en el marcador al diario El Correo que aporte un cierto contrapunto al alarmismo de otros medios. La letalidad del coronavirus entre menores de 10 años es del 0%. Si muere un niño, o mueren cinco niños, por lamentable que fuera la letalidad infantil seguiría siendo del 0,001%.
x
x
Sucede, sin embargo, que el niño no murió por coronavirus. No es lo mismo tener coronavirus que morir por coronavirus. Si una persona con coronavirus se resbala en la ducha y se mata no muere por el coronavirus, aunque tenga coronavirus. En el caso del niño fallecido tenía coronavirus, pero también una serie de patologías anteriores que parecer ser que son las que le provocaron la muerte.
X
De todos modos, que casi todos los medios se hayan lanzado a publicitar la muerte por coronavirus de un menor de 10 años, cuando la realidad no es así, no deja de ser un hecho significativo. De algún modo esta avidez por encontrar el caso del fallecimiento de un niño revela una cierta actitud ante el coronavirus. Un ansia por provocar la alarma y el desasosiego. No la dosis de alarma y desasosiego que a estas alturas serían razonables ante lo preocupante de la situación, sino dosis muchos mayores propias de una situación que no es en la que estamos.
X
x
Podríamos preguntarnos el porqué se está propiciando un estado exagerado de terror, si es para aumentar las audiencias o para someternos a una obediencia sin cuestionamientos por parte del poder, aunque te intervengan el WhatsApp, pero en cambio no cabe preguntarse si se está propiciando un estado exagerado de terror porque es evidente que así es, cualquier que pensemos que sea el porqué.
X
x