El Supremo hace algo bueno y pone en jaque los vientres de alquiler

Entre todas las informaciones sepultadas por el torbellino de la actualidad, una noticia que no sólo es noticia, sino que es una buena noticia, merece un momento de nuestra atención. Se trata de la sentencia del Tribunal Supremo que rechaza la legalización de los vientres de alquiler, declarando que las madres y los niños son tratados como meras mercancías.

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El Supremo sentencia así en un caso en el que rechaza que una mujer pueda inscribir directamente como hijo en el Registro Civil a un niño del que no es la madre biológica, sino resultado de una gestación subrogada. El tribunal acepta que a estas alturas, para proteger “el interés superior del menor”, el cual considera que ya se ha visto seriamente “dañado”, la mujer pueda adoptar al pequeño nacido en México en 2015, pero rechazando de plano el contrato de gestación subrogada, en virtud del cual tanto el niño como la madre biológica considera que “son tratados como meros objetos, no como personas dotadas de la dignidad propia de su condición de seres humanos y de los derechos fundamentales inherentes a esa dignidad”.

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Lo cierto es que, como apunta el obispo Munilla, más allá de que se trata de una buena noticia en sí misma obliga a una revisión conceptual no sólo de los llamados vientres de alquiler (o más eufemísticamente gestación subrogada), sino también del aborto. El problema de fondo con los vientres de alquiler, los niños por contrato y la compraventa de niños, es que a los niños no se les considera niños y no se les protege como tales hasta que nacen. Malamente se les puede intentar proteger tras nacer cuando el problema es en definitiva la consecuencia de su desprotección antes de nacer. Si para blindar el aborto se desprotege totalmente a los nacidos, al punto que se les puede matar, cómo se les va a proteger para que a los no nacidos no se les pueda vender o concebir por contrato, como resultado de una compraventa. No tiene sentido que a los niños se les pueda matar pero no vender. Pero si no se protege a los niños hasta que nacen, ya es tarde para evitar la mayor parte del mal. Precisamente estamos hablando de vientres de alquiler y de gestación subrogada, etapas por tanto anteriores al nacimiento. El problema no se puede resolver más que llegando hasta la raíz. Y ahí es donde proteger a los no nacidos choca con toda la desprotección diseñada para el aborto y toda la deshumanización de los niños no nacidos desplegada para justificarlo.

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Un comentario

  1. Estoy totalmente en contra del aborto como método anticonceptivo pero estoy a favor de los vientres de alquiler cuando se ha extraido de la madre un ovulo, se ha fecundado con el esperma del marido y se ha colocado en el vientre de una mujer gestante. Todo bajo plena libertad obviamente por parte de todos sin coaciones.

    POr cierto, algunas de las mujeres que alquilan su vientre son personas religiosas muy practicantes, no católicas románicas pero religiosas también.

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