La izquierda anda escandalizada en las últimas horas por la decisión del Rubius, uno de los youtubers más exitosos de España, de irse a vivir a Andorra para pagar menos impuestos. Para la izquierda ahora no es sino un caso de más de un rico que se marcha para aportar menos dinero a la comunidad en plena crisis y en un momento de escasez de recursos en la Sanidad.
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No es un problema solo de algunos youtubers. Es un problema de lo que hemos llamado la secesión de los ricos: la voluntad de no contribuir con su sociedad. Y nos hace a todos más débiles.
— Íñigo Errejón (@ierrejon) January 18, 2021
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Hemos seleccionado como paradigma de la indignación izquierdista este tuit de Errejón porque se refiere a la “secesión de los ricos”, algo así como el derecho de las personas -no reconocido por la izquierda- de separarse de su país para irse a tributar a otro país. Paradójicamente, o cínicamente, incluso hipócritamente, desde Podemos hasta Bildu, la izquierda defiende el derecho a la secesión de los territorios ricos. ¿Por qué se escandaliza entonces con el Rubius? ¿No sería de hecho un impacto mucho mayor para las arcas públicas la independencia de las regiones más ricas de España que la del Rubius? Sin embargo, la izquierda reconoce el derecho a decidir de las regiones ricas y no el derecho del Rubius a decidir dónde tributa.
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Desde luego alguien puede pensar que es casual, pero resulta que en 3 de las 4 regiones más ricas de España (Cataluña, Navarra y la CAV ) hay partidos separatistas en sus parlamentos autonómicos. Que la izquierda defienda el derecho de las regiones ricas a separarse de las regiones pobres es una cosa de risa, como por otra parte casi todos los planteamientos que tiene la izquierda, pero que tampoco se rasgue entonces las vestiduras ahora por lo del Rubius. A lo mejor el Rubius considera que España le roba, como los socios de gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
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Con relación al apunte anterior no nos podemos resistir a la tentación de subrayar lo curioso que resulta el caso de la supuesta opresión española, en virtud de la cual las regiones teóricamente más oprimidas, explotadas y castigadas de España en los últimos siglos resulta que son las más ricas. Qué opresión más extraña e inusitada.
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Como trasfondo a todo el escándalo de la izquierda se encuentra la cuestión de lo que podríamos llamar el “patriotismo fiscal”. Para la izquierda la patria no es el país, sino el estado, «lo público». Una vez más es todo muy ridículo porque el estado es una parte del país y una consecuencia de la preexistencia del país. O sea, el estado no es un país ni se identifica con él. Cuando un país es invadido el estado es ocupado por el país o el estado del invasor. Patriotas son los que se oponen a ese estado del invasor. El estado puede no sólo no ser la patria sino el enemigo de la patria. Si un estado tiene impuestos del 70% y otro estado del 35%, ¿hay que pensar que los del primer estado son más patriotas que los del segundo? ¿Son más patriotas los que pagan más impuestos? En tal caso Amancio Ortega es el mayor patriota de España, mucho más patriota que todos los miembros del gobierno juntos. En realidad hay algo de verdad en ello pero no por lo que dice la izquierda, a la que tanto molesta que Amancio Ortega haga donaciones además de pagar sus impuestos. Imaginemos a un millonario que se va a otro país para dejar de pagar al fisco español, pero que desde ese país dedica el 50% de sus ingresos a hacer donaciones de carácter benéfico, pero sin pasar por el estado. O sea, imaginemos que abre 100 comedores sociales con su dinero, o 100 albergues, pero no quiere que un euro de su dinero vaya a pagar las televisiones públicas o el ministerio de Irene Montero. ¿Sería un mal patriota? Y si pagar impuestos es ser patriota, ¿gestionar mal el dinero de los impuestos no es ser un mal patriota?
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Por lo demás ya sabemos que la única patria real de la izquierda es el partido. La izquierda no puede ser patriota porque en su concepto de patria no caben los que no piensan como ellos. Por eso su modelo de sociedad es Alsasua. La izquierda es estatalista, por supuesto, pero siempre que la izquierda esté en el gobierno. Cuando la izquierda no está en el poder la actitud es “rodea el Congreso”, y cuando la izquierda está en el poder “reverencia el Congreso”.
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No me lo digas, el millonario que se ha largado a Andorra para no pagar impuesto, votó a Podemos (Carmena). El Rubius un Pablo Iglesias cualquiera. pic.twitter.com/8MJt4zz53q
— Mon Bosch 🇪🇺 (@josepramonbosch) January 18, 2021
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Como colofón tan sólo mencionar que el Rubius resulta que era simpatizante de Podemos, concretamente de la ex-alcaldesa de Madrid Manuela Carmena. Parece ser que el caso del Rubius confirma la idea de que el izquierdismo consiste en ser muy generoso y solidario siempre que sea con el dinero del prójimo. Por otro lado cuando a una persona se le confisca más del 50% de lo que gana tiene derecho a la autodefensa. O a sentarse cruzado de brazos y pasar de ser financiador del estado a ser perceptor de un subsidio del estado. De todos modos tampoco vayamos a creer que alguien se va a quedar sin su vacuna por culpa de la fuga del Rubius. El Ministerio de Igualdad, por ejemplo, tiene un presupuesto de 450 millones de euros, que es una cantidad similar a lo que el estado pone para sufragar la propaganda gubernamental de TVE. Si alguien se queda sin vacuna o sin respirador no será por el Rubius: el dinero de su vacuna antes se lo habrán llevado Rosa María Mateo o Irene Montero.
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