El Rincón de Verónica regresa desmontando a Krugman

Paul Krugman es un economista de izquierdas y da titulares, lo que le convierte en un auténtico líder mediático. Su condición de Premio Nobel, por otro lado, garantiza la apropiada aura de autoridad a su discurso. La traducción de sus artículos o su blog son una referencia permanente para medios como El País o Público. Sin embargo, el Krugman que suele llegar a las grandes audiencias viene con frecuencia sutilmente descafeinado.

El gasto público es el opio del pueblo

En cuanto reencarnación del Keynesianismo, el discurso de Krugman justificaría buena parte de las políticas propugnadas por la izquierda española, incluyendo todas las que han fracaso a lo largo de los últimos años. Todo político progresista que apuesta por más gasto, más impuestos y menos ajustes puede encontrar un apoyo en Krugman. De algún modo, Krugman y sus críticas a Merkel avalan la idea de que existe una política alternativa a la austeridad, la disciplina, el sacrificio y los recortes de gastos. En las últimas horas el propio economista ha reconocido que España sería incapaz de mantener el gasto por sí misma porque nunca podría financiarlo, pero en vez de austeridad propone inyecciones ilimitadas de dinero por parte del Banco Central Europeo. La izquierda progresista secunda con febril entusiasmo la idea de que los alemanes paguen y nosotros gastemos. En realidad todos los políticos encierran en su interior el germen del keynesianismo, en la medida en que el gasto de dinero público es popular, adormece la consciencia y compra votos. Alguien dijo que el gasto público es el auténtico opio del pueblo.

El Krugman oculto

Aunque a menudo se cita a Krugman como una fuente de autoridad, es difícil que ningún progresista pueda comprar realmente todo el discurso de Krugman. A continuación pondremos algunos ejemplos de ello. El principal enemigo de Krugman, como todo gurú mediático aficionado a los titulares y a los diagnósticos impactantes, es de hecho el propio Krugman. Júzguese si no lo que sucede al poner a un lado de la balanza al Premio Nobel y al otro la hemeroteca:

1- Krugman recomienda que los sueldos bajen un 20% más respecto a Alemania

Pocos medios y políticos progresistas ponen el acento sobre este tipo de propuestas de Krugman cuando se dirigen a los electores o a su audiencia

2- Krugman recomendó en 2002 crear una burbuja inmobiliaria

El 2 de agosto de 2002, Krugman escribió en el New York Times que «para combatir esta recesión, la Fed necesita contestar con mayor brusquedad; hace falta incrementar el gasto familiar para compensar la languideciente inversión empresarial. Y para hacerlo, Alan Greenspan tiene que crear una burbuja inmobiliaria para reemplazar la burbuja del Nasdaq».

3- Una invasión extraterrestre para salir de la crisis

Hace menos de un año, Krugman aseguró que «una amenaza alienígena terminaría con la recesión económica de EEUU». No es broma, éste es el guru económico de la izquierda española. En realidad, la idea proviene de la creencia de que el gasto público es bueno para reactivar la economía y la guerra total provoca un enorme gasto público. La Segunda Guerra Mundial, en este sentido, habría puesto fin a la Gran Depresión. Los keynesianos incluso experimentaban terror ante la idea de que el fin de la guerra y el regreso del frente de millones de soldados generara un ejército de parados y un empeoramiento económico de la situación. La idea estaba refutada desde mucho antes gracias a la teoría del cristal roto de Bastiat. Cuando se dejó de malgastar el dinero en tanques y bombardeos fue precisamente cuando la economía salió de la Gran Depresión. Precisamente Krugman, la teoría del cristal roto y el gasto público destructivo protagonizan el regreso a NC del Rincón de Verónica:

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3 respuestas

  1. Krugman, estos días a sueldo de la CIA y a las órdenes de Obama, o al revés, que tanto da, es como los profes progres de las Universidades Públicas, dicen las tonterías que les vienen a la cabeza, avaladas por las falacias keynesianas, que algún cargo político caerá algún día.
    Lástima que Keynes no nos pontificara sobre el efecto expulsión producido al quitar el dinero de los impuestos para tanto empleo público. El factor multiplicador de la obra pública sin cabeza se va al carajo….

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