Gamesa ha anunciado el cierre de su planta de fabricación de aerogeneradores de Aoiz, lo que deja en una delicada situación a 239 trabajadores y sus familias. Hace tiempo que se vienen escuchando noticias preocupantes de Gamesa. A las reestructuraciones, reformulaciones y malos resultados les seguía hace poco el cese del CEO de la empresa, el alemán Markus Tacke. Los malos vientos para la empresa vienen soplando desde antes del coronavirus, que como a las personas ataca con más saña a los pacientes con una patología previa.
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El problema con Gamesa, sin embargo, no es Gamesa. O sea, en todas partes y siempre hay empresas que abren y hay empresas que cierran. Forma parte de la economía capitalista y es bueno que así sea. En realidad es inevitable salvo que en el mundo dejara de haber cambio y progreso. Si unas empresas no cerraran y otras no abrieran aún usaríamos el telégrafo en vez de los teléfonos móviles. El problema es que si cierra una empresa con 239 trabajadores tiene que abrir otra que genere al menos 240 empleos para que podamos seguir progresando, y ahí es donde comienza el problema navarro.
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Durante décadas Navarra ha sido un foco de atracción para empresas tanto españolas como de otros muchos países. Los Fueros, a su vez, han sido un instrumento óptimo para favorecer ese escenario. El desarrollo de Navarra está evidentemente relacionado con esa capacidad para atraer capital e inversión del exterior. ¿Quién progresa hoy en día sin ser capaz de atraer inversión exterior? ¿En qué lugar queda alguien cuando la inversión tiende no sólo a no venir sino a marcharse?
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En los últimos años los partidos nacionalistas y de izquierda han cambiado el modelo de desarrollo navarro y han apostado por convertir la Comunidad Foral en un infierno fiscal. El reverso tenebroso del Fuero y la autogestión es que, lejos de ser un privilegio, puede ser también una condena. Si durante décadas el Fuero fue un instrumento utilizado para diseñar una fiscalidad atractiva para las empresas y los inversores, en las últimas legislaturas el Fuero ha sido utilizado para generar un infierno fiscal con los impuestos más altos de toda España. Y tener los impuestos más altos de toda España significa a su vez tener los impuestos más altos de casi todo el mundo. El tipo marginal del Impuesto de Sociedades, por ejemplo, es del 28% en Navarra, del 25% en España y del 20,6% en Suecia.
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Aparte el tipo nominal de los impuestos, los inversores valoran mucho otro relevante intangible que es la actitud de los gobiernos hacia ellos. Si un país o una región tiene un gobierno hostil a las empresas y los inversores, lo de menos es el tipo nominal de tal o cual impuesto, sino que mañana será mayor, y cada poco tiempo se aprobaran medidas hostiles hacia las empresas. Si hay algo peor que un mal marco jurídico y fiscal es un mal marco jurídico y fiscal que además es cambiante, inseguro y hostil. Habiendo lugares en el mundo en los que se recibe a los inversores con los brazos abiertos, ¿quién iría a un sitio en el que le reciben a pedradas, le insultan, le tratan como a un enemigo y lo fríen a impuestos?
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El problema de Navarra no es que Gamesa cierre una planta, o que Decathlon cierre un almacén, o que el Carrefour de Las Cañas se marche a La Rioja, sino quién viene a rellenar los huecos que se dejan. Ahora que se nos avecina una recesión intensa, van a quedar muchos más huecos todavía en nuestra economía, ¿quién va a venir a rellenarlos? Y si no viene nadie, ¿cómo va a ser nuestra recuperación? ¿Cómo vamos a pagar ese estado del bienestar que estos gobiernos de progreso venían a garantizar? Cuando un inversor nos observa desde fuera nos ve como un lugar en el que va a tener que pagar más impuestos, en el que gobiernan partidos hostiles a las empresas y en el que nada es seguro y fiable y todo depende de partidos revolucionarios y ultraizquierdistas.
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Como colofón, aún podríamos añadir que en principio nada que genere riqueza e inversión es malo. Los aerogeneradores parecían un invento maravilloso frente al turismo, el campo u otros sectores denostados. Pues bien, ya se ve que no hay ningún sector lo bastante estupendo como para fiarle todo el progreso ni negocio lo bastante despreciable como para no mostrarle también respeto. El gobierno no tiene que decidir los negocios que van a funcionar y los que no sino limitarse a facilitar al máximo los negocios.
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Un comentario
¿Hay alguien a quien sorprenda todo esto, estando en manos de quienes estamos?. De la presidenta para abajo ¿quienes son los miembros y miembras del Gobierno que hayan destacado laboralmente o gestionado con éxito algo productivo y fuera de la política?. ¿Invertirían Vds. sus ahorros en un banco presidido por la Sra. Txibite, con la tutora Uxue como consejera-delegada y Dña. Bakartxo de asesora financiera?.
Si ya lo dijo Thomas Sowell: “No hay una forma más estúpida o más peligrosa de tomar decisiones que dejar esas decisiones en manos de personas que no pagan ningún precio por equivocarse”.
Pero nada, tranquilos, que como se escucha por ahí: «total, si es igual votar a unos que a otros, son todos iguales…». Pues nada, disfruten de lo votado.