El pollo de Evo

Intervención histórica de Evo Morales el pasado martes en la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y la Madre Tierra, celebrada en la localidad boliviana de Tiquipaya. Durante su intervención, el mandatario boliviano ofreció un auténtico recital de despropósitos al afirmar con total seriedad que “el pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres”. O que “la calvicie, que parece normal, es una enfermedad en Europa, casi todos son calvos. Y es por las cosas que comen. Mientras, en los pueblos indígenas no hay calvos, porque comemos otras cosas”.

Para amplios sectores de la opinión pública española, las palabras de Evo Morales tienen una perfecta continuidad en un acreditado historial de declaraciones disparatadas. Por el contrario, las palabras del líder indigenista han caído como una piedra en los sectores progresistas, habituados a secundar los planteamientos de este tipo de personajes y reírles las gracias. Y es que si para lo primeros esta no es sino una declaración disparatada más de un personaje estrafalario, a los sectores progresistas ahora les resulta imposible incrustar despropósitos de tal calibre en el discurso lógico de un hombre cuerdo. Se extiende por tanto la sospecha de que el nivel argumental de Evo Morales haya sido siempre el mismo y que nada de lo que ha venido diciendo en el pasado, por más que encajara en los esquemas simplistas del pensamiento políticamente correcto, tuviera tampoco mayor fundamento. Significativo que alguien con un nivel intelectual tan lamentable pueda haber pasado tanto tiempo desapercibido como uno más en los ambientes políticos y diplomáticos “de progreso”.