El resultado de preguntar por la eficacia del plan Renove Auto al gobierno foral y a los vendedores de coches es claro: ha sido un éxito maravilloso. Naturalmente las ventas de coches ahora se están desplomando y el sector no sólo encara la correspondiente travesía del desierto, sino que a causa de las políticas aplicadas el desierto será más largo. El gobierno foral no puede asumir el coste político de reconocer un error (que lo es, aunque haya sido un error muy copiado) y los vendedores de coches no pueden decir nada que les corte el camino a la próxima subvención. Otra cosa sería si en vez de a los padres del plan y a su beneficiarios les preguntáramos a los perjudicados. Porque hay muchos perjudicados.
El resto de sectores
Subvencionar la compra de un producto o no sirve para nada o sirve para que se compre un producto que no se iba a comprar por haberlo subvencionado, en detrimento de otro que no está subvencionado. La subvención a un sector, por tanto, es un perjuicio para todos los sectores no subvencionados. Si se han vendido 14.000 coches, la parte de ellos que no se hubiera vendido si no existiera la subvención se ha vendido a costa de otros sectores. Esos sectores han tenido que sufrir un recorte mayor que el que les hubiera impuesto el mercado a cambio de que el sector del automóvil haya sufrido un recorte menor, al menos durante un tiempo.
Los propios compradores
Los compradores de coches pueden creer que han sido muy afortunados al recibir una subvención del gobierno para comprar un coche, pero si se sienten tan dichosos es porque no tienen en cuenta tres efectos perversos que han padecido al mismo tiempo:
1-Al mantenerse artificialmente altas las compras de automóviles, los vendedores han podido venderles los coches a un precio artificialmente alto.
2-Al mantenerse artificialmente alto el mercado de vehículos nuevos, al comprador le han dado menos dinero por su vehículo usado.
3-Al llegar la hora de pagar los impuestos, al menos en el resto de España, Hacienda le ha computado al comprador la subvención como un ingreso. En todo caso se le ha hecho la pequeña trampa de dirigirle con el cebo de la subvención hacia una compra más castigada fiscalmente que otras compras alternativas.
Por todo lo anterior es probable que el iluso comprador de un vehículo, si hace los números, en realidad deba sentirse desdichado.
No tiene sentido seguir aplaudiendo el Renove mientras se desploman las ventas
En cuanto a los beneficios para el propio sector del automóvil, una vez más se comprueba que las subvenciones sólo sirven para aplazar los ajustes y no para evitarlos. Luchar contra los ajustes del mercado es una manera absurda de dilapidar los recursos. No sólo sucede que después de todas las subvenciones resulta que ahora hay que afrontar la travesía del desierto de todos modos, sino que como corresponde a todo desajuste prorrogado el desierto será ahora un poco más largo. Ya veremos cuánto tiempo sobreviven al desplome de las ventas los aplausos.
Un comentario
Por el coche viejo no te dan nada, los bancos cierran el credito, las financieras de las empresas de coches son carísimas; al final a la antigua usanza: quien quiera un coche, con la tela por delante. Las casas anuncian precios de risa desde que no se donde los venden. Si no, a buscar vehiculos usados o de importacion…