Vueltas da la vida.
No puede dejar de producir cierta sorpresa observar a Rodolfo Ares como consejero de Interior cuando, muy recientemente, se sentaba en el banquillo a causa de los diálogos establecidos con la ilegalizada Batasuna. A mayor abundamiento, hace sólo un par de años era el hombre que, junto a Jesús Eguiguren, negociaba las bases para un acuerdo con la ETA en el Santuario de Loyola. En enero mismo de este año, el propio Ares insistía ante los micrófonos de la SER que “si se volvieran a dar las circunstancias, me volvería a sentar con Batasuna”. Da la impresión de que, si uno espera lo suficiente, siempre vuelve a tener a Rodolfo Ares enfrente. O al lado, según se mire. No es quizá el atributo más deseable que podría esperarse del jefe de la Ertzaintza.