El monstruo reaparece en Barcelona

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La invasión musulmana se produjo en 711. La expulsión de los moriscos en 1609. El atentado de las Torres Gemelas en 2001. ¿Realmente alguien que no sea presidente de Cantabria cree que esto empezó con una foto en las Azores en 2003?

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Tener un gobierno ultrapogre se ha demostrado que no es un freno para los islamistas. No se han ido a una ciudad o a una comunidad gobernada por el PP para cometer el atentado. No han discriminado entre las víctimas, a ver quién estaba a favor o en contra del velo, de dejar hacer en Siria o de beber cerveza y comer jamón.

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El atentado nos vuelve a mostrar lo vulnerables que somos. Y no nos engañemos. Podemos blindarnos más. Podemos mejorar la seguridad. Debemos mejorar la seguridad. Pero siempre seremos vulnerables y mortales. No vivamos como si no lo fuéramos. No lo debemos olvidar. No para bajar los brazos sino, por el contrario, para prepararnos mejor.

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Atentado abortado en Cambrils

Ya de madrugada se nos informaba de un atentado abortado en Cambrils. Cuatro terroristas abatidos o masacre. Los Mossos, dirigidos por las más incuestionables y radicales formaciones de progreso del mundo, han tenido que utilizar sus armas y derramar sangre para frenar a los yihadistas. Como los marines. Cuatro de cinco, en otras circunstancias algunos hablarían de ejecución. Ni abrazos, ni poemas. No había alternativa razonable. Y si el cerebro del atentado en Barcelona está en Siria, ¿qué hacemos? ¿Nada? ¿Le pedimos al ISIS que nos lo entregue? ¿Le bombardeamos en su escondrijo si no nos lo entrega? Al final las más incuestionables y radicales formaciones de progreso se tienen que manchar las manos en un sentido o en otro, y se las han manchado. Porque no son mejores ni más listos que nosotros, aunque todos los días nos llamen asesinos para parecerlo.

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El mantra de la unidad

Sin duda que la unidad es algo deseable pero no, al terrorismo no se le vence con la unidad. En primer lugar porque la unidad es casi siempre imposible. En el caso de ETA, un 50% de la sociedad apoyaba a ETA o se posicionaba en contra de las medidas legales y represivas contra la banda. De hecho, lo que derrotó a ETA no fue la unidad, sino la actuación policial y la ilegalización de su brazo político, la tesitura de tener que elegir entre pistolas o votos. Para el terrorismo yihadista la unidad de los demócratas o las notas aprobadas en el Parlamento son una broma, tanto si son unánimes como si no. Ellos no se presentan a las elecciones, no tienen que ser populares, no quieren caernos bien. Ellos hablan directamente con Alá. ¿Qué boniatos importa la unidad de los demócratas frente a la palabra de Alá? Afortunadamente Alá no suele hablar directamente a los mataos de la yihad sino a través de una serie de siniestros personajes susceptibles de ser esposados, desposeídos o, caso de no poder llegarse de otro modo hasta ellos, marcada en el GPS de un misil Tomahawk su precisa ubicación.

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El drama del islamismo radical

En realidad, el islamismo es un movimiento en plena decadencia. La violencia indiscriminada con la que se expresa no es una prueba en contrario, sino su confirmación. El drama del islamismo es que en el resto del mundo que no practica el Islam hay más progreso, más bienestar, más libertad y más felicidad. Intelectualmente el islamismo radical no produce nada más que cabreros, esclavas y yihadistas. Por eso el islamismo no es atractivo salvo para cuatro pirados. Por eso los islamistas quieren destruir ese mundo exterior que, de hecho, con todos sus problemas es un escaparate mucho más atractivo que el suyo. Nuestro problema es que un atraso de siglos no se puede salvar en sólo unas décadas, que aún controlan amplios territorios del planeta que tratan de aislar del pensamiento racional y que, incluso en nuestra propia sociedad, controlan algunas burbujas. Alguien dijo hace años que la duda no era si estos chiflados detonarían un arma nuclear, sino dónde y cuándo. Hay que ser bien conscientes de que, por más que sus planteamientos se encuentren completamente desfasados, no por ello pueden dejar aún de causarnos mucho dolor.

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Un atentado en el corazón de España

A veces, como un reproche, se suele señalar ante acontecimientos de esta envergadura que durante los 30 días anteriores, sin que prestáramos atención, han muerto nosecuántos miles de personas en Asia por disentería, o en Mali o Sudán del Sur por la guerra, y que somos unos miserables porque sólo nos preocupamos de la muerte cuando nos toca cerca. Sin embargo existe un mecanismo de supervivencia en virtud del cual no podemos echar sobre nuestras espaldas en tiempo real el dolor de todos los seres humanos dolientes del mundo. Gracias a este mecanismo no vivimos en un estado de perpetuo sufrimiento ni nos tiramos por la ventana. No es que no queramos que nadie muera, pero nos duele más la muerte de un compatriota que la de un desconocido, y más la de un familiar que la de un conocido. Lógico. Se trata de un mecanismo de ida y vuelta puesto que al que vive a 10.000 kilómetros también le afecta menos nuestra suerte que la del que vive en su barrio. En realidad, este mecanismo es bueno, no malo, y de hecho necesario. Y tampoco quiere decir que nos desentendamos de los problemas del mundo. De entrada porque sabemos que existe este mecanismo y porque de los problemas del mundo somos conscientes a un nivel racional además del sentimental.

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Dicho esto, el atentado de Barcelona es un atentado en el corazón de España. Uno de esos atentados, por consiguiente, de los que nos afectan particularmente. No es que el impacto haya pasado cerca, es que nos ha dado de lleno a todos nosotros. Tiempo habrá para analizar actuaciones más en detalle. Ahora estamos conmocionados. Estamos desolados. Estamos rotos. Todo eso estamos, pero no derrotados.

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Habrá más atentados que también nos dolerán y tampoco nos derrotarán

No somos ingenuos. Sabemos que no va a ser el último atentado, probablemente tampoco el peor. Sólo con no caer en la islamofobia no evitamos los atentados. Aparte de no caer en la islamofobia habrá que pensar algo. Tanto por nuestra seguridad como por evitar que se sienten las bases futuras de un verdadero movimiento xenófobo.

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