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El vascuence obligatorio en la educación pública
El parque Antoniutti de Pamplona acogió el domingo la “fiesta de Sortzen” en favor del vascuence en la escuela pública. El evento es una especie de mini Oinez con música, bailes, juegos, sorteos y puestos en los que se puede beber una cerveza o tomar un bocadillo. Al margen de todos estos aspectos lúdicos, la reivindicación política de fondo, como puede comprobarse en la web de Sortzen, es el establecimiento de una educación pública euskaldún. Es decir, que en la Educación pública el vascuence no sea una opción, sino una obligación. Sortzen plantea además que la Educación sea una competencia que Navarra ceda a la CAV de modo que exista una dirección única para toda “Euskal Herria”. Interesa subrayar todo esto porque el modelo Sortzen, que es el modelo de Bildu y no sólo de Bildu, no se basa en la libertad y en que las familias elijan. La libertad de elección es algo que se reclama en algunos entornos cuando se está en minoría, hasta que se tiene el poder para negársela a los demás.
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El endulzamiento público de los presos de ETA
Relacionada también con la política lingüística se encuentra otra historia que publicaba recientemente navarra.com. Un local público dependiente del Ayuntamiento de Berriozar, gobernado por EH Bildu, concretamente el bar de las piscinas en las instalaciones municipales de Berriozar, el cual es un establecimiento hostelero dependiente del consistorio y cuya gestión se saca a concurso público, adjunta con los cafés un sobre de azúcar promocionando un festival de rock a favor de los presos de ETA no arrepentidos. Los sobres contienen el típico mapa con algunos eslóganes como «Ha llegado la hora de los pájaros libres» o «Venid chicos y chicas a casa», lo cual no suena a son unos monstruos pero así y todo defendemos sus derechos, sino a mira que colegas más majos.
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Que en un establecimiento público se repartan estos sobres ya resultaría de por sí motivo de escándalo, pero el relato aún contiene más detalles vidriosos. El bar está gestionado por Jaime Iribarren, detenido en su día por pertenecer al entramado de ETA, que obtuvo la concesión del local a través de un controvertido concurso público en el que fue el único candidato admitido. La clave para la renovación de esta concesión fue que se exigió como requisito imprescindible el vascuence. Si no se puede decir que se exigió el vascuence para que el bar se lo quedara Iribarren, como mínimo parece que, buscado o no, al exigir el vascuence el resultado fue ése.
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Otra noticia de los últimos días es que los sindicatos de la Policía Foral APF y SPF recurrirán un concurso de traslados para 37 plazas de policía porque el vascuence será requisito en 12 de las 37. En uno de los dos recursos interpuestos por afiliados de APF, se argumenta que el requisito del vascuence vulnera el principio constitucional de igualdad en el acceso a la función pública, “por cuanto resulta desproporcionado y se ha establecido sin haber realizado ningún plan previo para formar al personal en el conocimiento y uso del vascuence, impidiendo a la mayoría acceder a dichas plazas”.
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No estaría claro qué nombre ponerle, pero por la vía de los hechos parece que nos acercamos a un escenario de progresiva discriminación positiva de los vascoparlantes y negativa de los castellanoparlantes, que con el nuevo gobierno poco a poco van quedando sistemáticamente relegados del empleo público, los concursos, las subvenciones o los contratos públicos. Sin embargo, esto mismo significa que el empleo público, las subvenciones y las contrataciones las consigue siempre un sólo sector de la sociedad navarra, formado por alrededor de un 12,9% de la población. Si además pudiéramos decir que, por ejemplo, el 80% de ese 12,9% tiene una determinada ideología, habría que empezar a preguntarse si esa discriminación positiva con dinero público de por medio es a una lengua o a una ideología, y cómo llamarle a eso.
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Un comentario
Diktadura a golpe de BON y talonario; pagado por los impuestos que sangran a la gente, para construir un estado elefantiásico y encima nazikomunista.
¿Qué tal si empezamos por exigir menos estado y menos impuestos, más libertad y más sociedad libre?