Salirse de la raya en estos tiempos de unanimidades, que en realidad son tiempos de pensamiento único ya anteriores al coronavirus, es facilitar a cualquiera tu propio señalamiento. Todo lo que no es oficial es bulo y fake news. Es mentira si no lleva el sello oficial del gobierno. No se puede dudar de lo que dice el gobierno. La evidencia, sin embargo, nos demuestra todos los días que el gobierno y las fuentes oficiales son la mayor fábrica existente de fake news. Desde las cifras de muertos y contagiados en virtud de pequeñísimos porcentajes de test, hasta las recomendaciones de hacer vida social normal tras haber estado con contagiados o venir de un lugar de alto riesgo como China o Italia, son ya muchas las informaciones y recomendaciones oficiales que no resisten el baño de realidad posterior. ¿En qué capítulo metemos el uso de mascarillas?
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Lo cierto es que en Asia parecen estar manejando bastante mejor la contención del coronavirus de lo que lo estamos haciendo en Europa. No ya sólo en China, sino en países como Corea del Sur, Japón, Malasia, Taiwan o Singapur. Significativamente, en este tipo de países es frecuente el uso de mascarilllas incluso desde antes del coronavirus. En la actualidad el uso de la mascarilla es prácticamente universal por parte de la población de los países asiáticos desarrollados.
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Todo esto no esta pasando desapercibido, por ejemplo, a las autoridades gubernamentales y sanitarias de los EEUU, que ante la eclosión de contagios en aquel país se encuentra en plena revisión de la política de no hacer uso de las mascarillas.
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Entre los expertos partidarios del uso generalizado del uso de la mascarilla se advierte que la principal razón para no recomendar el uso de este instrumento de protección es la escasez que existe en este momento. Se trata de no lanzar a toda la población a hacerse como sea con mascarillas cuando no existen unidades suficientes para el personal sanitario, la policía u otras profesiones con mayor nivel de exposición y riesgo que la población general. Es por esto según ellos y no por su inutilidad que no se recomienda todavía el uso de la mascarilla, aunque paradójicamente sí se recomienda oficialmente a las personas infectadas, y esto pese a que se reconoce que un 90% de infectados asintomáticos de todo el mundo no saben si están infectados o no y si debieran o no debieran llevar mascarilla.
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Aunque existen mascarillas que ofrecen distintos tipos de protección, hay que tener en cuenta que el coronavirus (y muchas otras enfermedades) se propaga aprovechándose de las micro emisiones de saliva. Los médicos llaman “Flügge” a estas pequeñas emisiones de saliva, incluso imperceptibles, que se producen al hablar, al toser, al estornudar o incluso al respirar. Existen mascarillas que ofrecen diversos niveles de protección llamadas FFP1, FFP2 y FFP3, algunas de las cuales resultan hasta excesivas para el coronavirus. Sin embargo, incluso las mascarillas más sencillas, tipo quirúrgicas, pueden ofrecer algún tipo de barrera a esta clase de emisiones, dificultando el contagio, sin renunciar al resto de medidas de precaución como el distanciamiento o lavarse frecuente y exhaustivamente las manos.
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Como poco levantamos acta de esta cuestión no sea que, dentro de unas semanas o meses, cuando se normalice el abastecimiento de mascarillas al bajar el pico de infectados y aumentar la producción, y conforme se vaya levantando gradualmente la cuarentena, tras meses diciéndonos que no sirven para nada y que no las compremos a lo mejor no nos permiten salir de casa sin ellas. Habría que añadir quizá entonces esta cuestión a la lista de asuntos en los que no nos aconsejaron bien o directamente no nos quisieron decir la verdad.
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Un comentario
Según parece, las mascarillas no sirven para nada, salvo que sea usted médica o enfermero, en ese caso sí que deben de servir porque las llevan todos.