María Chivite usaba su cuenta de Instagram hace unos días para compartir con sus seguidores el libro que estaba leyendo en ese momento. No es un libro cualquiera, sino un libro muy, co-escrito por el fundador del Foro Económico Mundial (el Foro de Davos) y referido al “Gran Reseteo” al que, a través de instituciones como las citadas, no está claro quién, aprovechando la pandemia piensa someter al mundo a una total transformación que impida el regreso de la “vieja normalidad”.
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Si alguien tiene la curiosidad de introducir en Google el título de este libro, se encontrará con el hecho bastante llamativo de que entre las primeras entradas aparecen las webs del Santander y del BBVA, las cuales le dedican un espacio a la bondad del “Big Reset” y la conveniencia del siniestro programa que postula este libro. Para empezar, en todo caso, la primera señal de alarma debería ser que el Foro de Davos y esta idea de la necesidad de un Big Reset suscite entre todas las instituciones de poder mundiales una extraña unanimidad.
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A finales de enero, precisamente, tenía lugar la última reunión (telemática, por la pandemia) del Foro de Davos en la que ostentaba un lugar preminente el líder comunista chino, Xi Jinping, el cual anunciaba que «el mundo no volverá a ser lo que fue en el pasado», a lo que añadía: “En China hemos conseguido erradicar la extrema pobreza y estamos siguiendo el camino hacia un país socialista moderno. Ahora desempeñaremos un papel más activo para fomentar una globalización económica mundial que sea más abierta, inclusiva, equilibrada y beneficiosa para todos”. O sea, que el cambio no consiste en un Gran Reseteo para que China para establezca un régimen de derechos y libertades, sino en una merma generalizada de los derechos y libertades para que el mundo se parezca un poco más a China.
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Podría parecer exagerado, pero el hecho es que cada una de las cosas que propone el Foro de Davos, por supuesto bajo la constante y florida matraca de palabras como “inclusivo”, “resiliente” y “sostenible”, es convertir el planeta en una granja socialista en el que el papel de las personas pase a ser cambiado por el de termitas. Al final de esta entrada les ofrecemos un enlace a una noticia anterior en la que analizábamos los 8 puntos del programa de Davos para el año 2030. “No poseerás nada y serás feliz” no es una frase sacaba del mundo feliz de Huxley, sino el primer punto del programa. No aficionarse a la carne también figura entre los nuevos mandamientos de la ley. Otro elemento del programa es acabar con el dinero físico, para que todas y cada una de nuestras transacciones puedan estar controladas por el gobierno.
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A cualquier persona dotada de un mínimo espíritu crítico debería darle cierto miedo ver cómo el futuro de la humanidad se decide en o a través de un oscuro foro que nadie ha elegido como órgano de representación, en el que ni siquiera sabemos quién es realmente la cabeza rectora que redacta los puntos del programa, como para haberla elegido. Lo único que sabemos es que se trata de un organismo en el que lo mismo participan en un extraño proceso de asimilación el presidente de Francia que el de China, defendiendo una visión del mundo común. Si todas las élites mundiales piensan igual, ¿cuánto nos queda a los que estamos debajo para poder seguir pensando por nuestra cuenta o poder discrepar?
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Tras 12 años sin participar, hasta Putin quiso intervenir en el foro este año. En otro momento podríamos haber pensado que sería imposible meter en el mismo saco en torno a un oscuro gubernamentalismo mundial a Biden, Putin o Xi Jinping por arriba, y a Chivite, Innerarity, el BBVA y el Santander por abajo. Por supuesto da la impresión de que a Chivite el libro le parece estupendo. Como si a las termitas no les pudieran parecer bien las normas del termitero.
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2 respuestas
Antes los socialistas leían a Marx, que aunque muy errado, al menos prometía la redención de la clase trabajadora.
Ahora los socialistas se apuntan a defender a los ricos, muy ricos, y su profeta es el Foro Davos.
O sea, la nueva «biblia» socialista. Me juego pincho de tortilla y caña, a que ese libro se lo ha enviado Redondo desde Ferraz, junto con el argumentario semanal.