Naturalmente la diferencia entre ambos precios alguien la paga en algún momento. La forma habitual de sufragar la diferencia es con el dinero de los impuestos. Podemos elegir pagar más por la energía eólica, pero al menos sepamos que vamos a pagar más por elegirla.
Pagar más por los molinos, sin embargo, no resolverá completamente nuestro problema. Leyendo que casi la mitad de la energía que consume Navarra proviene de molinos de viento, podría pensarse que sería posible autoabastecernos de energía simplemente doblando el número de molinos. Pues bien, no es cierto. De hecho, está muy lejos de ser cierto.
La generación de energía eólica se enfrenta a un problema evidente: si no hay viento, no hay energía. Lo malo del viento es que es caprichoso y a veces no sopla. Peor aún. Los picós máximos de demanda de energía se suelen producir típicamente en dos situaciones: cuando hace mucho calor y cuando hace mucho frío. El problema es que las olas de calor o de frío, ambas se producen en situación anticiclónica. Es decir, cuando no hay viento. Por tanto, cuando más energía se necesita, es cuando menos la producen los molinos de viento. Podemos documentar esta afirmación, por ejemplo, con el último máximo histórico en España de consumo energético, producido el 17 de diciembre. En la gráfica de la izquierda, pueden ver la generación de energía eólica; a la derecha, la demanda de energía:
No sólo es que el viento no esté ahí el día que se le necesite, es que tampoco está a la hora en que hace falta. Entre las 10 y las 14 horas, se observa un pico de demanda de más de 42000 MW. En esos momentos, la energía eólica estaba aportando poco más de 500 MW. Es decir, alrededor del 1% de la energía necesaria. Poco importa que la potencia teórica instalada sea de 14.000 MW cuando, si no sopla el viento, la potencia real son 500 ó 1000. De ahí el carácter de “kilovatio salvaje” que se les atribuyes a los aerogeneradores.
Por esta razón, puesto que no se puede cerrar el país los días que sople viento, la energía eólica tiene que estar respaldada por otras fuentes de generación alternativas. De hecho, aunque la energía eólica cubriera la demanda energética al 100% durante 364 días al año, y aunque sólo fuera para un día al año que no soplara viento, ya habría que sufragar todo un sistema de generación alternativo que sería absurdo no utilizar el resto del tiempo siendo además más barato. La energía eólica no sólo es más cara, sino que tampoco sirve para prescindir de las energías a las que supuestamente reemplaza. Más que una energía de carácter alternativo, por tanto, es una energía de carácter complementario.
Sabiendo esto, naturalmente que podemos decidir que queremos ser una potencia eólica mundial. Pero si no, pues siempre nos quedará Induráin.