El juez Otamendi dice que Azcona no ofendió ilegalmente los sentimientos religiosos

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El titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Pamplona, el  juez Fermín Otamendi, archivó el viernes la causa contra Abel Azcona por utilizar formas consagradas para escribir en el suelo la palabra “pederastia”. Otamendi considera que no existe delito de ofensa contra los sentimientos religiosos pese a aplicar un uso profano a «objetos blancos y redondos de pequeñas dimensiones» (sic), porque la conducta tuvo lugar fuera de la Iglesia, la ley protege las ofensas directas a las personas y no las indirectas a sus creencias (véase no obstante la literalidad del artículo 525, que contempla ambos supuestos) y es indemostrable la voluntad de ofender del autor (algo también extraño puesto que el autor tenía mil modos alternativos de hacer la misma crítica sin ofender). ¿Para qué diablos habrá en el Código Penal un artículo entre el 524 y el 526? La Asociación Española de Abogados Cristianos ya ha anunciado que presentará recurso contra la decisión del juez Otamendi.

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525

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Que el juez Otamendi haya juzgado el caso bajo la premisa de que las formas consagradas eran unos meros “objetos blancos y redondos de pequeñas dimensiones” lo dice todo sobre la sensibilidad del juez. Bajo este mismo prisma, al que robe un Goya habrá que aplicarle la pena correspondiente al que roba un metro cuadrado de lienzo, o al que mate a otra persona aplicarle la pena del que echa a perder 75 kilos de carne. Es posible que quemar una iglesia todavía sea ilegal; pues bien, lo más preciado de una iglesia quemada serían las formas consagradas del interior, la pérdida menor sería lo demás. Si profanar unas formas consagradas no es una ofensa religiosa, ¿qué narices lo es, señor juez? Los jueces parecen haber decidido tácitamente que hay un delito tipificado en el Código Penal que es inaplicable porque, pese a su literalidad, entre una cosa y otra nunca se dan en la realidad los hechos tipificados. Naturalmente esto sólo sucede cuando se trata de ofender a los católicos. Pruebe usted a ofender a los negros, los homosexuales, los jueces o incluso los flequillos de los jueces. No por nada, sino porque la Justicia condenó a un periodista a pagar 5.000 euros por decir del juez Pedraz que “A mí este tipo me avergüenza, me avergüenza que esté en la Audiencia Nacional por mucho flequillo que lleve el cabrón”. Es posible que el periodista mereciera la condena, pero si ese es el nivel que lo sea para todas las ofensas. Tal vez si el periodista hubiera escrito lo mismo con formas consagradas en el suelo, le hubieran absuelto.

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La sentencia, por otra parte, confirma que Abel Azkona, más que un artista, es un propagandista del sistema, protegido por el gobierno, protegido por los partidos de la mayoría, protegido por los medios y protegido por los juecesAzkona tiene la grandeza del que ofende al que no puede defenderse. Los oprimidos y los arrinconados son los creyentes. Los cuales, por cierto, ¿qué tienen que pensar si no les protegen ni los partidos de la mayoría, ni el gobierno ni los jueces?  Al final se arroja a los creyentes en brazos de cualquiera que les brinde un poco de protección y respeto.

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También diremos que no nos extraña esta sentencia, por lo menos es la sentencia que era de temer. Como señalábamos, dice el juez que Azkona se limitó a echar por el suelo «unos objetos blancos y redondos». Así, con esta exquisita sensibilidad, se pone el juez en el lugar de los creyentes. Gracias señor juez. Ha equiparado usted el robo y uso sacrílego de unas formas sagradas con la legítima entrada de un blog para criticar a la iglesia. Ha dejado usted desprotegido al ofendido. Ha dejado rebajado hasta un nivel difícilmente superable el listón legal al que se puede ofender a los creyentes. Por tanto los que odian a los creyentes y quieren ofenderlos ya estarán pensando en el paso siguiente más allá del nivel de esta ofensa. Y lo darán. Y la Justicia, esta Justicia, casi seguro volverá a dejar desamparados a los creyentes.

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16 respuestas

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