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Hay impuestos particularmente odiosos, como el impuesto de sucesiones o “impuesto de la muerte”. El impuesto de la muerte implica que se tiene que pagar dos veces por el mismo patrimonio: una vez los ascendientes y otra los descendientes. Un español medio paga a lo largo de su vida aproximadamente la mitad de todo lo que gana trabajando. Imaginen el impacto de que el gobierno, cuando muere, le quite un 20% del otro 50%. Que además se lo quita a sus hijos, a sus seres más queridos, a aquellos para los que ha estado ahorrando toda su vida para poder transmitirles un patrimonio o un colchón financiero.
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El impuesto de la muerte es algo peor que un infierno fiscal puesto que al infierno va uno después de una vida de maldad, como castigo por sus actos. Por el contrario, en los infiernos fiscales el impuesto de la muerte puede recaer sobre la persona más virtuosa, más ahorradora y más cumplidora en vida de sus deberes fiscales. El siguiente mapa, no obstante, muestra que Navarra al menos no es todavía un infierno fiscal a este respecto.
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Como se aprecia en el mapa, el peor lugar donde uno puede morirse si tiene algún patrimonio es en alguna comunidad gobernada por el PSOE. A la injusticia propia del impuesto, se añade la injusticia de que dos españoles con el mismo patrimonio, residentes en dos pueblos vecinos a tiro de piedra, uno en Andalucía y otro en Extremadura, el uno al morirse le quitan 16.700 euros y al otro 167.000, diez veces más. Huelga decir que la injusticia no consiste en expoliar a los dos, sino en no expoliar a ninguno. Cabe indicar que el mapa muestra lo que sucede con una herencia de 800.000 euros, en caso de patrimonios mayores el impuesto de la muerte puede dispararse en España hasta el 34%.
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Decíamos al principio que un español medio paga a lo largo de su vida aproximadamente la mitad de lo que gana en impuestos y cotizaciones sociales. No un español rico, un español medio con el salario medio. Si el estado aprovecha su muerte para quitarle hasta otro 20%, eso significará que al final el estado se habrá quedado con el 60% de lo que ha ganado a lo largo de su vida. En alguna ocasión hemos señalado que el artículo 31 de la Constitución Española establece que “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”. Es increíble que asumamos con normalidad que el estado nos pueda quitar a lo largo de la vida el 50% de lo que ganamos, no digamos un 60%. ¿En qué consiste que los impuestos tengan carácter confiscatorio entonces si de todo lo que ganamos a nosotros no nos queda ni la mitad o a nuestros descendientes no les podemos dejar ni la mitad? Cuando al estado le sobra dinero para decenas de canales de TV y tener subvencionado el ocio de millones de votantes, dice poco de nosotros como sociedad que no nos rebelemos ante este expolio.
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Mal de muchos epidemia
En este caso, ser navarro no es lo mejor que fiscalmente nos puede pasar, pero ni de lejos es lo peor. No sólo a nivel español sino también a escala internacional. A diferencia del Impuesto sobre Patrimonio, del que en la UE ya sólo «disfrutamos» en España y Francia, el impuesto sobre la muerte es relativamente frecuente. Respecto a la OCDE, España se sitúa en la parte media de la tabla, aunque en general en España se aplican los tipos más altos a patrimonios más bajos. Ahora bien, llegados a este punto conviene recordar que también hay países muy relevantes en los que no existe siquiera el impuesto de sucesiones, entre ellos Suecia y Noruega.
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3 respuestas
Viva la social democracia nórdica. Elimínese el impuesto de sucesiones.
Dese a los padres el derecho a elegir educación con el cheque escolar.
Concédase la libertad a los directores de centro para especializar la educación de su centro y que se adapten a las necesidades de las familias en educación.
Ah, que eso no….
Pues vaya.
Una persona de 80 años, que sólo tiene su pensión y el piso a medias con su cónyuge, se queda viuda. Al adquirir por herencia la propiedad de la otra mitad del piso, que es su vivienda habitual y con la que no tiene ni intención ni posibilidad de especular, debe pagar, hoy en Navarra, unos 1000 euros. O sea, por el mero hecho de que alguien muere, encima, alguien tiene que pagar 1000 euros. Si ese piso es luego heredado por los hijos, estos tendrán que pagar nuevamente por un bien que ha pagado multitud de impuestos.
¡Viva el estado del bienestar … de los políticos! Esto me pone de muy mala gaita.
Y eso de padres a hijos, pero si ocurre como en numerosas familias rurales, que todos los hermanos solteros han trabajado como burros y conseguido un patrimonio común para cuando llegue el patrimonio al sobrino heredero tras fallecimientos sucesivos la Hacienda Foral se lo habrá comido todo. Así que no somos infierno para la linea recta pero sí para la colateral