El golpista Puigdemont homenajea en su aniversario al golpista Companys

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Ayer, 15 de octubre, fue el aniversario de la muerte de Lluis Companys, fusilado por el régimen franquista en 1940. Companys fue uno de los fundadores de ERC, aunque en aquel momento esta formación englobaba tanto una corriente nacionalista como otra federalista, en la que se enclavaba Companys. Companys fue presidente de la Generalidad entre 1933 y 1934 y desde el 36 hasta 1940. Como todos los 15 de octubre, ayer Companys fue homenajeado con una visita a su tumba por parte de las principales autoridades catalanas, incluyendo su alter ego Puigdemont, algo por tanto asumido, normalizado, estandarizado y hasta oficializado. ¿Pero tiene sentido homenajear a Companys?

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Companys, criminal y golpista en octubre de 1934

Como en alguna ocasión hemos recordado, cuando la izquierda perdió las elecciones de 1933 llevó a cabo un golpe de estado contra esa Segunda República democrática que ahora, retrospectivamente, tanto dice haber amado y defendido. Tan golpista fue la izquierda en 1934 como Franco, Mola o Sanjurjo en 1936. En palabras de Salvador de Madariaga: “Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”. El golpe tuvo dos focos principales uno de los cuales se encontró en Asturias y el otro en Cataluña. Aprovechándose de esta intentona, aún en el aire la suerte de los golpistas, Companys salió al balcón de la Generalidad el 6 de octubre para, “ Interpretando el sentimiento y los anhelos del pueblo que nos acaba de dar su sufragio ”, proclamar la “ la República Catalana como Estado integrante de la Federación Ibérica”. La diferencia entre el golpe del 34 y el del 36 es que el del 34 fracasó, no sin antes provocar un estallido de violencia en el que murieron alrededor de 2.000 personas. Lógicamente los golpistas, incluyendo a Companys, fueron los responsables últimos de todos estos fallecimientos. En cualquier caso resulta curioso ver a nostálgicos de la Segunda República homenajeando a alguien que dio un golpe de estado contra la Segunda República.

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La amnistía de 1936

Esta pequeña reseña histórica necesariamente debe incluir el hecho de que, tras ganar las elecciones la izquierda en 1936, según las últimas investigaciones históricas mediante un notorio pucherazo, prácticamente su primera medida fue amnistiar a todos los golpistas del 34, incluyendo a Companys, que había sido encarcelado. Es decir, las fuerzas del Frente Popular validaron que el golpismo estaba justificado si se producía contra un gobierno de derechas aunque hubiera sido democráticamente elegido. Democracia sólo si ganaba la izquierda. Tampoco es de extrañar esta decisión puesto que las fuerzas del Frente Popular malamente iban a condenar el golpe y apoyar su represión cuando lo habían protagonizado. El paralelismo sería que los republicanos hubieran ganado la Guerra Civil, que la Falange hubiera ganado las elecciones 2 años después y que hubiera amnistiado a todos los golpistas, poniendo a Franco al frente del gobierno caso de que no hubiera sido fusilado, como sucedió con Companys en el 34. Con estos mimbres, lógicamente era imposible la supervivencia de la Segunda República o la apariencia siquiera de un sistema democrático. El asesinato del líder de la derecha parlamentaria el 13 julio, José Calvo Sotelo, en una noche en la que también habría muerto Gil Robles si lo hubieran encontrado en su casa los guardaespaldas del líder socialista Prieto, supuso la chispa definitiva para desencadenar el 18 de julio.

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Companys, presidente de la Generalidad mientras se masacraba en Cataluña a todos los señalados por la izquierda

La represión republicana en Cataluña, el “terror rojo” si lo prefieren, acabó con casi 10.000 personas en los cementerios y las cunetas. Apolonia Lizárraga y Ochoa de Zabalegui, Florentino Redondo Insausti, Tomás Urdánoz Aldaz… son sólo unos de los muchos religiosos que fueron asesinados en Cataluña a los que citamos en este artículo al tratarse de navarros. A todos ellos los mataron simplemente por ser católicos. Entre los miles de asesinados, por lo demás, había personas de todo tipo: diputados, alcaldes, simpatizantes reconocidos de la derecha, militares, empresarios, comerciantes, propietarios de un campo o un inmueble que alguien quería quedárselo… Todo ello sucedió siendo Companys el presidente de la Generalidad, el encargado de mantener el orden y el responsable de defender su vida y sus derechos. Por el contrario, Companys creó el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, el cual desató (aunque no sólo él) la represión y el terror en toda Cataluña. Obviamente jamás se intentó detener esas milicias u otras más allá de algún suceso puramente testimonial, o para facilitar la fuga de algún familiar o conocido, lo mismo que sucedía en el otro bando. Sería muy miserable tratar de negar la responsabilidad de Companys en las acciones de todas esas milicias que, cuando se autorizaron, no sólo es que era previsible que actuarían como actuaron, sino que se autorizaron precisamente para que actuaran de ese modo. Las checas en las que se detenía a la gente y desde las que actuaban los comandos de ejecutores eran públicas y conocidas de todo el mundo. No se mata a 10.000 personas sin que esté al tanto el presidente de la Generalidad. Que no podía enfrentarse a sus aliados más exaltados en aquellos momentos es algo que también podrían alegar los responsables del bando nacional. Si homenajear a Sanjurjo es inaceptable, homenajear a Companys también lo es, de hecho con más motivo que a Sanjurjo.

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Cualquiera que navegue un poco por internet puede consultar incluso las copias de diversas sentencias de muerte si no firmadas por el propio Companys, al menos comunicadas a la presidencia de la Generalidad y visadas y selladas por la presidencia de la Generalidad.

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Que hoy en día las autoridades catalanas y los principales partidos vayan a homenajear a Companys a su tumba sólo sirve para poner de manifiesto que en este país hay dos varas de medir. Que mientras la derecha ha asumido los crímenes de la derecha y los rechaza, la izquierda ni siquiera asume los crímenes que llevó a cabo la izquierda. Hay un negacionismo respecto a los crímenes de la Guerra Civil, sí, pero por parte de la izquierda. La exaltación de figuras como Companys, Prieto a Largo Caballero, mientras se saca de la tumba a Mola o Sanjurjo, sólo puede explicarse por la ignorancia o la hipocresía. O dejamos a todos tranquilos en sus tumbas o los exhumamos a todos. O les dejamos tranquilos con sus estatuas y monumentos o eliminamos a todos del callejero. Lo que no puede ser es practicar la memoria selectiva. O la desmemoria selectiva. Sabemos lo que hizo la derecha, pero también sabemos lo que hizo la izquierda. Para erradicar el odio en el presente sepámoslo todo. Se trata de saberlo todo para entender lo sucedido, no para reproducir el enfrentamiento. Seguramente hay generaciones de españoles que no saben nada de historia de España salvo la Guerra Civil, y de ese penoso episodio sólo saben una mitad adecuadamente mutilada. Si fuera para contarlo todo, de hecho, no habría tanto interés por parte de algunos para estancarnos en ese período histórico.

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