Tan sólo durante el primer trimestre de este año, según ha publicado la prensa vasca, el Gobierno vasco ha presentado 57 demandas de desahucio en el parque público de alquiler, que ronda los 17.700 pisos en los tres territorios históricos en sus diferentes modalidades. De todos esos expedientes, dos ya se han materializado con la expulsión de los inquilinos, una drástica solución que a uno de ellos en particular se le aplicó porque se incurría en “un impago sistemático y no justificado de la renta”. Ese supuesto, según el Departamento de Empleo y Políticas Sociales, está detrás de la mayoría de los demás procedimientos incoados por la Administración vasca que todavía no se han cerrado.
El caso típico en estos desahucios es contar con ingresos suficientes y no destinarlos al pago de la renta, que el beneficiario del alquiler social incumpla los compromisos de pago a los que ha llegado con la Administración o el de un beneficiario que, además de haber recibido un piso social, cobre un subsidio para pagarlo que dedica a otros fines.
Todo lo anterior viene a poner de manifiesto que los desahucios, más allá de maximalismos demagógicos, no pueden paralizarse con carácter absoluto.
Obviamente la mayor parte de las personas desahuciadas se encuentran en una situación real de necesidad, pero hay dos respuestas a esta realidad capaces de empeorar y extender mucho más esta realidad.
La primera es prohibir totalmente los desahucios. En este caso cualquiera podría comprar una vivienda a crédito o alquilarla y dejar de pagarla como si nada. De hecho, el que pagara su vivienda sería tonto. Por otra parte, si cuando alguien deja de pagar su piso no se le puede desahuciar, nadie alquilaría pisos y ningún banco aceptaría la vivienda como garantía del crédito. La consecuencia de esto es que en vez de garantizarse la vivienda a las personas con problemas se crearía un problema a todo el mundo para poder acceder a la vivienda.
La segunda respuesta equivocada es conceder ayudas de manera masiva e incontrolada. No puede ser que una parte de la población consiga una casa sin esfuerzo a costa del esfuerzo de la otra parte de la población, porque las casas no caen del cielo y porque nadie se esforzaría para tener un casa si la puede tener sin esfuerzo. Por esto mismo también tiene que haber un instrumento que sea algo así como una ultima ratio, que permita desalojar de una vivienda a alguien que se está aprovechando de la solidaridad del conjunto de la sociedad.
Naturalmente todos estamos de acuerdo, a la izquierda y a la derecha, en que hay que ayudar a las personas necesitadas que se quedan en la calle ante una situación extrema. Es humano, es cristiano y todos querríamos que nos ayudaran en una situación así. De hecho, además, no son tantas estas personas como para que materialmente no haya recursos para que se les pueda ayudar. Pero hay que ayudarlas de modo que no se pongan en riesgo los principios que permiten que el conjunto de la población pueda tener una casa. Y hay que ayudarlas sin desincentivar que la gente se esfuerce para tener una casa y sin premiar a los caraduras.
Es por ello que la noticia de que el Gobierno de la CAV está desahuciando a personas a las que previamente había ayudado resulta llamativa. En primer lugar porque es noticia que eso esté sucediendo. En segundo lugar porque a otros gobiernos se les tildaría de fascistas por hacerlo. Y en tercer lugar porque se pone de manifiesto que el asunto de los desahucios es más delicado y complejo de lo que pretenden con cierto simplismo algunos populismos. Si estos inquilinos que ha desahuciado el Gobierno de la CAV se los hubiera tropezado un particular o un banco que hubiera intentado desahuciarlos, prácticamente se les hubiera llamado asesinos.
Un comentario
Creo que ya va para allá un comando podemitas al uso antidesahucios, Laura Pérez y su verbo divino con ese donaire al hablar que tiene, la Aznárez se ha puesto sus botas de dar patadas (ah, no, que son las que lleva habitualmente) , y como Asesora Técnica , la podemita que deshaucia gente de su vivienda para saber qué se le puede recriminar al gobierno vasco.
Tiembla Urkullu que ya van de camino. Todo lo que no le protestan los podemitas a la Uxue en Navarra, calladicos como unos putas, te lo van a hacer sufrir a ti, seguro. Espera tumbado.