La verdad es que las autoridades están dando durante esta pandemia un auténtico recital sobre lo que no hay que hacer, recomendando casi constantemente lo contrario de lo realmente aconsejable y diciendo a los españoles que hagan una cosa para, unos meses después, decirles que hagan exactamente la contraria, o incluso multarlos por no hacerlo. De recomendar no usar mascarillas o el absurdo de la cuarentena inversa, ahora pasamos al absurdo de que es imposible mantener la distancia de seguridad y saludar con los codos.
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Como puede apreciarse en la foto en la que la consejera de Sanidad y la presidenta de Navarra muestran cómo mantener el distanciamiento social con los brazos extendidos, si la medida para marcar la separación son los brazos extendidos entonces es imposible saludarse con los codos sin doblar los brazos y quebrar el distanciamiento social. Nuevamente otro ejemplo de cómo algo que no tiene ninguna lógica se convierte sin embargo en una consigna que repiten acríticamente los “expertos”, los políticos y los medios, y que por supuesto nuestros dirigentes practican ofreciendo lo que ahora sería un contraejemplo. Si no fuera por nuestra mala memoria y porque la última metedura de pata nos despista de las doscientas anteriores, la credibilidad de nuestras autoridades estaría por los suelos. En realidad lo está, simplemente se ha dividido la sociedad entre los hooligans y los que ya no se creen nada del gobierno.
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Las obvias torpezas del gobierno, por otro lado, nos ofrecen la oportunidad de sacar de esta crisis una interesante moraleja. La de no creer nada porque lo diga el gobierno. Pero tampoco creer que algo es falso sólo porque lo diga el gobierno. Porque además el gobierno hay dice una cosa y mañana la contraria. Hay que creer las cosas porque son lógicas y están bien fundamentadas, no porque las diga el gobierno. No pasa nada por contradecir al gobierno. Primero la razón y después el gobierno. No sólo porque así seremos más libres en general sino porque, como vamos viendo, al parecer así tendremos también mejores oportunidades de superviviencia. A la vista del número y la gravedad de los errores cometidos, podría concluirse que el gesto más recomendable sería usar la mano moviéndola en el aire de lado a lado a la altura de la cara para despedir al gobierno, enviándolo a una distancia de seguridad del poder de no menos de 4 años.
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