Los políticos han decidido que los máster de los políticos se conviertan en materia de algarabía y diversión por fascículos para el conjunto de la ciudadanía, siendo el último ejemplo el de la ministra Montón.
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Tras una primera denuncia de eldiario.es, el de Escolar, el de Soros, el del Máster de Cifuentes, señalando que el Máster de la ministra de Sanidad estaba plagado de irregularidades, la ministra comparecía (esto sucedía el lunes) para decir que todo estaba bien, que su máster era fetén, que no iba a dimitir, que Pedro Sánchez estaba al tanto de todo, que ella sentía el respaldo del presidente, y que se sentía ofendida porque a ella se le comparara con chusma derechista como Casado. Todo ello además en relación con un Máster en Estudios Interdisciplinares de Género, el cual representa todo un desafío respecto a la diferencia entre la nada y tenerlo, aunque ayuda a entener el porqué no tenemos universidades entre las 200 mejores del mundo.
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La España de Pedro Sánchez el rectificador
24 horas después la ministra volvía a comparecer insistiendo en que tenía todo el respaldo de Pedro Sánchez, que su máster era ejemplar y que no había punto de comparación con otros máster polémicos. Un rato más tarde volvía a comparecer para presentar su dimisión. Poco más o menos a la vez se iba sabiendo que el máster de la ministra no era tan estupendo como ella decía y que, entre otras cosas, la mayor parte de su Tesis Final de Máster era un plagio de otras tesis, de artículos en la red y hasta de Wikipedia.
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No puede dejar de sorprendernos, sin embargo, el hecho de que la ministra compareciera un lunes para decir que no iba a dimitir y que tenía todo el respaldo del presidente, volviera a comparecer para insistir en su ejemplearidad y el respaldo que sentía y dimitiera sólo un rato después. Es decir, la ministra obviamente sabía lo que había con su tesis y podía haber dimitido en la primera comparecencia. Es más, para todo el mundo fuera del PSOE estaba claro que la ministra debía dimitir ya con la información que se sabía el primer día. Por tanto la razón para dimitir no tuvo nadda que ver con la ética y la ejemplaridad. Alternativamente podía haber mantenido hasta el final la decisión de no dimitir, ¿pero qué pasó entre la primera y la segunda comparecencia para que la decisión de no dimitir se cambiara?
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Si el análisis de lo que había pasado con la ministra lo hubiéramos tenido que hacer ayer, tras la primera comparecencia, lo que hubiéramos dicho es que Pedro Sánchez no era ni ejemplar ni rápido. La cosa resultaba evidente.
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Por un lado, respaldaba a una ministra con el mismo tipo de taras que Sánchez había denunciado cuando estaba en la oposición, en un nuevo ejemplo de doble vara de medir e hipocresía política, pero esto era lo de menos. Lo de más, era que fulminando a la ministra le hacía un hijo de plástico a Pablo Casado.
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Golpe a Casado en la cabeza de Montón
¿Qué pasó entre la primera y la segunda comparecencia de la ministra? Pues quizá que algún asesor le explicó al presidente que esto es una oportunidad buenísima que puedes aprovechar para mostrar a la opinión pública que tú eres diferente, que tú no toleras estas prácticas, y además para colocar a Pablo Casado en una situación incómoda para siempre. El problema es que como esto no se le ocurrió a Pedro Sánchez hasta después de que la ministra ya hubiera comparecido anunciando que no dimitía y que tenía el respaldo de Pedro Sánchez, en el fondo se puede mantener perfectamente la conclusión del primer análisis. O sea, que Pedro Sánchez no es ejemplar ni rápido. Lo que acaso se ha demostrado es que si Sánchez, para mejorar su posición, tiene que sacrificar a una ministra a la que acababa de respaldar, la fulmina sin el menor escrúpulo. A ver si la epidemia de los máster y los currículos inflados se acaba o nos quedamos al fnal sin ningún político.
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Un comentario
Lo que se ha demostrado es que muchos políticos (y eso hace que acabemos hablando de «los políticos» en general) mienten mucho, son mafiosos, se arrean entre sí unas puñaladas de no te menees y sólo se preocupan … de sí mismos y de ostentar el poder.