El último capítulo del sainete podemita en Navarra es que Ainhoa Aznárez, pese a haber sido expulsada por la mayoría crítica, continuará dentro del grupo parlamentario de Podemos y conservará por tanto la presidencia del Parlamento, pese a lo previsto por su propio Reglamento. Así lo decidió ayer la Mesa del Parlamento de Navarra tras estudiar el informe de los servicios jurídicos sobre la expulsión de la minoría oficialista. Desde luego conviene recordar que Aznárez ya tuvo antes buen cuidado de purgar a la letrada mayor del Parlamento, por lo que ni puede sorprender el sentido del informe de los servicios jurídicos ni dejar de suscitar las lógicas dudas sobre su objetividad, habida cuenta de que su credibilidad ya ha sido dinamitada por Aznárez y el conjunto del cuatripartito, que en todo este asunto no ha tenido otro criterio que llegar como fuera al final de la legislatura conteniendo el conflicto interno podemita hasta el final. La única baza que tiene ahora el grupo de Laura Pérez es presentar su propia candidatura a las próximas elecciones o retirarse del campo asumiendo la derrota total y cediendo todo el terreno a sus archirivales. Haber anunciado ya una candidatura, de hecho, les podría haber servido a los críticos para encontrar algo más de neutralidad en el resto del cuatripartito, que en la duda de apoyar a una formación que se va a volver a presentar o una que se extingue lógicamente se ha decantado por Aznárez.
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Con eso y con todo, lo que estamos viviendo en Navarra con Podemos no es ni mucho menos excepcional, sino que por el contrario es más bien la norma como en las últimas horas, sin ir más lejos, se ha puesto de manifiesto en La Rioja o en Castilla La Mancha, en donde el socialista Page acaba de perder la mayoría por otra disputa interna entre los diputados de Podemos.
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En general, podría decirse que la actual legislatura ha servido para poder de manifiesto la escasa seriedad de Podemos y la dudosa utilidad de votar a esta formación, cuyos diputados sólo han servido para que, entre escándalo y despropósito, otras formaciones hayan podido gobernar a sus anchas, como Geroa y Bildu en Navarra. El único logro de Podemos a este respecto, por citar algo, sería el de haber conseguido en alguna medida que en cada región no nos hayamos enterado demasiado del caos generado por Podemos en las regiones de al lado, consiguiendo que en cada territorio la gente piense que el esperpento podemita en su región es algo excepcional y no lo normal.
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