Navarra Suma ha denunciado en la comisión de Salud del Parlamento de Navarra el gasto sanitario «incontrolado» en conciertos para derivar pacientes de la red pública a centros privados, así como las ‘peonadas’ de los médicos para bajar listas de espera. Ibarrola ha defendido en el Parlamento que son necesarias políticas que «atraigan» a profesionales ya que, según indicó, ha habido recursos económicos.
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La diputada de Navarra Suma, Cristina Ibarrola, señaló que en 2021, para derivar pacientes y descargar a la sanidad pública, se gastaron 83,6 millones en conciertos con centros privados, diez más que en 2019.
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Lo cierto es que si nos retrotraemos hasta 2016, al año de la instauración del reino de leche y miel y del “gobierno del cambio”, UPN denunciaba que el ejecutivo de Barkos había subido la cuantía de los conciertos de 63 millones a 71.
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UPN dice que Salud gasta 8 millones más en derivaciones a centros privados de lo presupuestado https://t.co/bIiCC4eQSS
— UPN (@upn_navarra) September 21, 2016
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Como puede apreciarse, muchas cosas llaman la atención en estas noticias.
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Por un lado, el pentapartito se pasó años en la oposición criticando los conciertos y considerándolos una privatización encubierta y un desmantelamiento de la sanidad pública y del estado del bienestar. No obstante lo cual, desde que llegaron al poder ha seguido aumentando la cuantía de los conciertos. Y no un poco. Si en 2015 hablábamos de 63 millones en conciertos, ahora estamos hablando de 83,6 tras 7 años de gobiernos de luz y de progreso. Y de desmantelamiento de la sanidad pública y de privatización, siguiendo su propio discurso.
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Por otro lado, también resulta llamativo que Navarra Suma haya tomado el relevo de la izquierda en la crítica a los conciertos. Es decir, ¿acaso son malos los conciertos? ¿Acaso el discurso de la derecha cuando está en la oposición es hacer el discurso de la izquierda cuando está en la oposición? La hipocresía de la izquierda resulta evidentemente criticable, ¿pero también el fondo de la cuestión que son los conciertos? ¿A quién tiene que votar alguien al que le parezcan bien los conciertos y la colaboración público privada? La alternativa de la derecha cuando la izquierda está en el poder, ¿acaso puede consistir en exigir al gobierno una política más izquierdista?
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