Si a alguien le preguntaran cuándo había más postes en Pamplona para recargar un coche eléctrico, si antes de llegar el gobierno del cambio o ahora al final de la legislatura, ¿alguien podría dudar que ahora tendría que haber muchísimos más? Es decir, el gobierno anterior era capitalista, pro-empresa, contaminador y automovilista. El nuevo gobierno vino para amabilizar la ciudad, eliminar la contaminación, acabar con el humo. ¿Qué clase de persona antropomorfa dudaría siquiera que el gobierno del cambio fuera a apostar por el coche eléctrico menos que el gobierno anterior?
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Viene a cuenta todo esto de que el portavoz de UPN en la Comisión de Urbanismo de Pamplona, Juanjo Echeverría, denunciaba hace unos días la situación en que Bildu deja Pamplona al final de la legislatura, citando el desbarajuste de Pío XII o la suciedad general de la ciudad, particularmente los parques, pero aportando además un dato concreto bastante revelador respecto a los coches eléctricos.
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En estos cuatro años, pese al impulso de la movilidad eléctrica en todo el mundo, el portavoz regionalista denunciaba que Pamplona ha perdido casi la mitad de los cargadores para vehículos eléctricos de que disponía en 2015, pasando de 9 a sólo 5, pese a las promesas y proclamas en esta materia.
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Cabría cuestionarse desde luego la rentabilidad y eficacia del coche eléctrico, pero no la incoherencia de quienes se ganan voluntades por un lado con un discurso ecológico que después, una vez ya en el poder, se queda en nada a la hora de pasar a los hechos.
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En definitiva, la legislatura del cambio en Pamplona ha venido marcada por las idas y venidas de los okupas del Gaztetxe Maravillas, por las exposiciones ofensivas como la de Abel Azcona o el cuadro hitleriano de la Javierada, por la camiseta de Spiderman, por la discrimininación inmisericorde de los castellanoparlantes, por el cambio de nombre a cuatro calles o por la puesta vuelta al aire de la Avenida Pío XII. En definitiva nada práctico ni de utilidad para el ciudadano.
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