Bruselas ha propuesto esta semana, frente a las varias decenas de modelos de contratos existentes en España, un contrato único indefinido para luchar contra el paro. ¿Qué es eso del contrato indefinido?
Ahora vamos con ello, pero antes resulta preciso señalar uno de los principales problemas del mercado laboral en España. Pese a la multiplicidad de contratos existentes, en realidad los trabajadores pueden estar básicamente en una de estas dos situaciones: o con un contrato temporal, o con un contrato indefinido. Esto determina un mercado laboral absolutamente bipolar porque entre una situación de contratación y otra media un auténtico abismo. Un abismo que todavía era mayor antes de la primera reforma laboral socialista, cuando la indemnización por despedir a un trabajador con contrato temporal era de 8 días y la de despedir a uno indefinido de 45. La diferencia entre temporal e indefinido era/es tal que el empresario evita hasta el límite de sus posibilidades contratar a alguien indefinido. Por otro lado, debido a la diferencia de indemnizar a unos o a otros, cuando el ciclo económico cambia y se produce una crisis, los sacrificados en masa son los contratados temporales. Tampoco se despide al personal según sus cualidades sino según su tipo de contrato. Los más desfavorecidos: jóvenes, mujeres e inmigrantes.
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En realidad, la propuesta de Bruselas ya había sido anteriormente planteada en España por Fedea o por politikon.es con el eslogan de “un contrato para emplearlos a todos”, en el que nos hemos inspirado nosotros antes de mordorificarlo en “un contrato para unirlos a todos”. Y atarlos en las tinieblas, claro. Sin embargo, la interesante propuesta de Fedea era acabar con el muro de la gráfica anterior, que dificulta la contratación indefinida, y que los nuevos contratos no pasaran bruscamente a tener una indemnización por despido altísima, sino que esta fuera creciendo de forma progresiva. El muro se convierte así en una rampa y se facilita extraordinariamente la contratación indefinida.
http://www.fedeablogs.net/economia/?p=5368
La mochila austriaca
Un elemento que se puede añadir o no a este modelo pero que también ha entrado en el debate es la llamada “mochila austriaca”. La mochila es un porcentaje del salario mensual del trabajador (en Austria el 1,5%) que va alimentando un fondo que sirve como indemnización del trabajador en caso de despido. El trabajador también se lleva su “mochila” si cambia de trabajo voluntariamente. En cualquiera de los dos casos, si es contratado en otra empresa el trabajador conserva su mochila con lo ahorrado anteriormente y sigue acumulando dinero al trabajar en la nueva empresa. Al final de su vida laboral la mochila se convierte en un complemento de su pensión. Otra ventaja del invento es que las empresas no tienen que hacer frente a un brusco y enorme problema de liquidez si al llegar la crisis tienen que hacer despidos y afrontar las consiguientes indemnizaciones, temor que les supone un grave freno a la hora de realizar contrataciones. Por otro lado, la mochila se va llenando cuando se trabaja y se va vaciando cuando se deja de trabajar, con lo que a la par se estimula la movilidad laboral y la búsqueda de un nuevo empleo. La mochila, a su vez, puede ser compatible con un sistema público de subsidios de desempleo. El sistema, de hecho, funciona en Austria con notables resultados.
Alguien puede pensar, no obstante, que lo de la mochila se parece bastante al despido libre. A fin de cuentas es más o menos como si uno voluntariamente coge una parte de su salario y lo guarda en una hucha. Si uno pierde el empleo no es tanto una indemnización que le paga la empresa sino una reserva dotada por uno mismo mientras ha estado trabajando.
Lo que sucede es que aunque institucionalizar esta reserva cautelar puede parecerse al despido libre, a lo mejor resulta que el despido libre al final no es tan malo. Evidentemente ese sería otro debate. No obstante, quizá interesaría llegar a ese debate con la idea de que ni a los trabajadores se les contrata por bondad, ni se les despide por maldad y que los salarios los determina la demanda. Si alguien intenta fijar unas condiciones laborales artificialmente altas sólo tendrá mucha economía sumergida y muchos parados. Mejorar los salarios es una consecuencia de ir ocupando a toda la población y no una condición previa. La buena noticia es que las sociedades con más libre mercado son aquellas en las que los trabajadores disfrutan sin embargo de mejores condiciones laborales. No porque hay empresarios más bondadosos, sino porque hay más prosperidad, menos temor a contratar y más demanda de trabajo.
Hemos empezado hablando del contrato único indefinido para mitigar la brecha entre trabajadores temporales e indefinidos, luego hemos pasado a la mochila austriaca y al final hemos pisado el acelerador con el despido libre. Pero vayan por partes y juzguen caso por caso. Estas u otras, alguna fórmula nueva habrá que pensar para salir de donde estamos.
Eso sí, no hay reforma laboral que pueda crear empleo si no crece la economía, que no puede crecer si en plena recesión nos dedicamos a subir salvajemente los impuestos.
5 respuestas
Es curioso que los autodenominados «antifranquistas» y muchos de ellos hijos de familias franquistas y criados en sus opulentos pechos, cuando no directamente franquistas como Cebrián, director de Informativos del régimen anterior (jefe de la censura, para entendernos) son los que más defienden el sistema laboral creado a la sombra de una dictadura (luego dictablanda) que exigía paz social a costa de lo que fuera.
Este sistema obsoleto inhibe el esfuerzo, castiga la iniciativa y premia el apoltronamiento y el presentismo laboral. Eso explica la alta tasa de paro endémica en España. Y a eso la izquierda no quiere ponerle solución. Si no hubiera pobres a los que «defender» se les desmonta el chiringuito de la revolución…. Hasta ahí podríamos llegar.
¡Qué difícil es gestionar una empresa cuando baja un poco la demanda, se reduce un poco el margen, surgen los morosos, te falta circulante y tú no puedes adaptar con energía y rapidez tu oferta porque tu principal partida de gasto es el personal y despedir a la quinta parte te resulta imposible porque no tienes con qué! (de los ERES más vale no hablar).
Los próceres de nuestra patria, todos a una, aliados: gobierno y oposición, sindicatos y patronal. Don Mariano, que tenemos un pequeño problema de desempleo: oído cocina… mejor gritar que reformamos mucho, pero sin grandes cambios, no vaya a ser que produzcan inestabilidad y nos tengamos que ir. Mejor seguir así si cabe la posibilidad de empeorar. Don Mariano, que el desempleo juvenil es vergonzoso: oído cocina… vamos con la Ley de Emprendedores, y quien pueda que emprenda con el dinero de papá y mamá, porque de los bancos no se saca ni un céntimo, que están financiando el déficit público. Don Mariano: qué le parece si reducimos a la mitad las universidades públicas, que sacan a miles de titulados al mercado y sus títulos oficiales ya valen menos que los bonos basura… Uf!!! No podemos asumir semejante toro político. Fíjate que tratamos de reformar la educación obligatoria, cuya calidad es nefasta, y aun así nos salen de la izquierda con sus paranoias. Sólo nos faltaba a todos esos funcionarios docentes universitarios gritando en la TVE1 que la investigación y ciencia son lo más importante del país… ¿Y qué hacemos don Mariano? Pues seguir adelante como si hiciéramos mucho sin hacer gran cosa, a ver si engañamos a la UE y nos dan más pasta so pretexto de afirmar que son necesarias ya políticas de crecimiento y no tanta austeridad, y mientras tanto les subimos los impuestos a los de siempre para financiar semejante despilfarro. Amén don Mariano.
Me ha gustado mucho el puntito de izquierdismo, versión marxismo cultural, de esta frase:
» Los más desfavorecidos: jóvenes, mujeres e inmigrantes.»
La clásica táctica de la derecha de prestar pleitesía a principios o lemas de sus adversarios para intentar que le perdonen la vida, o para buscar algo de simpatía para alguna propuesta menor.
Sólo hay dos pequeños problemas: no funciona y, además, es mentira.
Sobre que no funciona, sólo hay que revisar los últimos 220 años de historia europea-occidental.
Y respecto a que es mentira tampoco hay que ir muy lejos para demostrarlo: de los inmigrantes (6 millones) cuatro de cada cinco nunca hubieran debido estar aquí en primer lugar. Respecto a las mujeres, por cada temporal despedida la acompañan entre tres y cuatro varones a la cola del paro.
Sigamos machacando a los europeos, especialmente a los varones. Eso ha funcinado maravillosamente bien los últimos cuarenta o cincuenta años. Eso sí, en el lado bueno conseguiremos evitar la persecución personal por parte de los neocomunistas… al menos, hasta mañana.
El día que el empleado «indemnice» al empresario cuando es contratado, entenderé porqué tiene que ser indemnizado cuando es despedido.
El problema de las palabras es que condicionan el pensamiento. Y como usamos la palabra «indemnización» en vez de Hucha, compensación, o «moderador del despido», automaticamente cremos que la empresa cuando nos despide nos causa un daño que debe indemnizar. Y de ahí, vamos a que el empresario es un malvado que nos daña y despide para fastidiar, y de ello, que el empresario es un tipejo y de aquí, que lo progre y lo bueno es ser funcionario. Y de ahí, a 6202.00 desempleados.
Dotemos un sistema con despido libre. Libre. Pero con moderadores, que es una prima para lucrar un seguro desempleo. Y que ese moderador se constituya por el empresario con cada contrato, incrementándolo anualmente.Y que esas primas vayan dotando un fondo. Llamenle mochila, reserva, fondo o como quieran.
Esta reserva serviría para abonar el desempleo (con un complemento publico, con cargo a PPGG o si conviene), si hay despido. El empresario perdería toda la reserva si es improcedente, y recuperaría una parte si el despido (disciplinario) es procedente.
Si el empleado se va a otro trabajo, toda o una parte importante de la reserva se la lleva el trabajador, mejorando su empleabilidad (pues el valor de la bolsa acredita el comportamiento del trabajador y puede reducir los costes para el empresario en caso de despido). Al mismo tiempo, generamos ahorro precisamente para los malos tiempos.
Y se puede incentivar fiscal o socialmente no abrir la bolsa haciendo que la empresa obtenga algún beneficio en caso de no producirse el despido después de un número elevado de años, tal como una reducción en la dotación del fondo, o su congelación llegado un tope legal, con lo que se desincentivaría razonablemente el despido.
Hay muchas cosas que se podrían hacer y pensar. Esto son cuatro ideas. Lo mejor es que convertiríamos un sistema enormemente abierto al fraude, en un sistema para adultos que velan por sus intereses. Es esencial cambiar la mentalidad para cambiar algo.