El Gobierno de Navarra ha venido sosteniendo en las últimas fechas que la situación de Navarra no se parecía en naada a la de Madrid. Que la gestión de Ayuso sí que era un fracaso. Que lo de Chivite era otra cosa. Pues al final parece que sí que nos parecemos bastante. De hecho, dejando de lado las cuestiones taxonómicas, podríamos pensar que estamos igual. O sea, lo podemos llamar estado de alarma o lo podemos llamar magras con tomate, pero estamos igual. Fernando Simón no supo ayer asegurar si las medidas decididas por el gobierno foral tendrán pleno encaje legal o no, pero añadió que “si no hay aval a las medidas se pensará en alternativas”. En realidad esa sería la sutil diferencia con Madrid. A Madrid le han impuesto las restricciones no queriéndolas el gobierno autonómico, tras tumbarlas los tribunales, y a Navarra a lo mejor nos las imponen a petición.
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La decisión de confinar la comunidad se precipitó ayer al publicarse el dato de que la incidencia acumulada de contagios en Navarra durante los últimos 14 días había alcanzado ya los 945. La incidencia acumulada en Madrid los últimos 14 días, por poner el dato en perspectiva, es de 439. Exceptuando Melilla, con 713 casos, las siguientes comunidades que nos siguen a gran distancia en incidencia acumulada son La Rioja, con 530 y Aragón con 509.
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Piensa mal y acertarás
Tal vez sea un poco precipitado decir que la decisión se precipitó porque el hecho es que el confinamiento no entra en vigor hasta el jueves, casualmente justo después de que pase por la Comunidad Foral la Vuelta Ciclista a España, a la que por cierto el gobierno foral recomienda no acudir como público. O sea, se proponen las medidas hasta después de la Vuelta pero se recomienda no ir a la Vuelta. Todo muy lógico. El caso es que el domingo ya se le preguntaba al presidente Ramírez hasta por las redes sociales si es que estaban esperando a que pasara la Vuelta para echar el candado. El vicepresidente respondió que por supuesto las decisiones se toman por estrictos motivos técnicos. ¿Quiere esto decir que ningún técnico planteó adoptar medidas inmediatas o que el gobierno decidió escuchar a los técnicos que recomendaron adoptar medidas en una fecha casualmente posterior a la Vuelta? ¿Son los mismos técnicos a la carta que recomendaron no dejar de acudir al 8M o no usar mascarillas? Obviamente el recurso a los técnicos es una auténtica farsa. Las decisiones las toman siempre los gobernantes, no los técnicos. Los gobernantes pueden escuchar a tales o cuales técnicos en vez de a tales o cuales otros, pero tras escucharlos o no escucharlos las decisiones, con todas las consecuencias, las toman o no las toman los gobernantes. En cualquier caso resulta llamativo que quienes apuntaron en marzo que no se haría nada antes del 8M y quienes han apuntado que no se haría nada en Navarra antes del paso de la Vuelta en ambos casos han acertado. A lo mejor sólo por casualidad, pero han acertado. Los que seguro que no manejaban criterios adecuados son los que no han acertado.
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La decisión por lo demás resulta de nuevo catastrófica para la economía. Una vez más parece confirmarse la idea de que hagamos lo que hagamos arrastramos siempre los pecados originales de marzo. Somos el país con más infectados en la segunda ola porque fuimos el país con más infectados en la primera. Somos una de las comunidades más afectadas en la segunda ola porque fuimos una de las comunidades más afectadas en la primera. Cuando en un territorio se esparce ampliamente el virus, después es muy difícil que ese territorio no vuelva a ser otra vez uno de los más afectados al volver los rebrotes.
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Desde luego la credibilidad del gobierno foral sigue siendo un poema. Se ha pasado sin solución de continuidad de repetir que estábamos lejos de tener que tomar medidas como las de Madrid a tomar de repente más o menos las mismas medidas que Madrid. ¿Qué credibilidad puede tener un gobierno que dice que algo está lejos de que pase hasta justo un minuto antes de que pase? Por otro lado esto es algo que estamos viendo a lo largo de toda esta crisis.
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En cuanto a las medidas adoptadas vuelven a ser una vez más cuestionables y arbitrarias, ya veremos si eficaces y a costa de qué nuevo destrozo económico. Por ejemplo, ¿significan las medidas anunciadas que se obliga a los hípermercados a cerrar a las 21 horas reduciendo su horario?, ¿no provocará eso más acumulaciones y más contagios? ¿Qué se está haciendo para blindar las residencias y concienciar a la población de proteger a los mayores, que por si no nos hemos dado cuenta son la zona cero de la pandemia? Si el 99% de los fallecimientos corresponden a mayores de 65, ¿se está volcando el 99% de los recursos a blindar específicamente a ese sector de la población? ¿Y los test instantáneos? ¿Y los pasaportes inmunitarios? ¿Por qué no estamos probando nada nuevo respecto a lo que hicimos en la primera ola?
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Este nuevo confinamiento, que puede no ser el último hasta que derrotemos en la pandemia, pone de manifiesto otra vez la ineptitud del gobierno, empeñado en seguir gastando el dinero a manos llenas, incluyendo los gastos más superfluos, como si no existiera un enorme destrozo en la economía y en las arcas públicas, que nos encaminan a unos desajustes inasumibles y catastróficos. Como no se afrontó recorte alguno tras la primera ola, llegamos a la segunda con más y más gasto acumulado, lo que ensancha el agujero presupuestario. ¿Esto también es por decisión de los técnicos? ¿De qué técnicos? ¿O es más bien porque estamos sumidos en una crisis histórica con un gobierno totalmente incapaz de asumir ningún desgaste electoral ni ninguna decisión impopular? ¿Cómo es posible a estas alturas que sigamos sin ajustar el gasto público a la realidad? Con un coche sin volante ni freno, que sólo tiene acelerador, en este trayecto lleno de curvas que nos espera, ¿qué podría salir mal?
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