Sabido es que el tirano criminal Nicolás Maduro no deja de reforzar el corte atroz y totalitario de las políticas aplicadas en Venezuela, lo cual agrava mucho más aún la situación de miseria absoluta, insalubridad y represión en dicho país latinoamericano.
El éxodo está a la orden del día, igual que ocurre en otras dictaduras comunistas y, en menor medida, en regiones socialdemócratas. Ahora bien, puestos a indicar medidas cuantitativas, resulta que según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el flujo de venezolanos a Latinoamérica incrementó en un 900% entre 2015 y 2017, pasando de 89.000 a 900.000 migrantes.
Alrededor de 1’5 millones de venezolanos componen una diáspora que se extiende a todo el mundo. De esta, 885.000 residen en Sudamérica, 308.000 en Norteamérica, 78.000 en Centroamérica y 21.000 en la zona del Caribe. Asimismo, puestos a clasificar por países, Colombia, Estados Unidos y España encabezan el correspondiente ranking.
En relación a nuestro país, según Libre Mercado, en abril de este mismo año, el número de propiedades inmobiliarias vendidas a nacionales venezolanos aumentó un 17% en 2016. Las rentas altas venezolanas optan por España debido a las semejanzas lingüísticas y cierta estabilidad que no existe en su país (ahora bien, igual actualmente se reduce algo la tasa de exiliados a España por el nuevo gobierno frentepopulista).
Asimismo, conviene recordar que España duplicó las solicitudes de asilo internacional en 2017 exclusivamente debido a los venezolanos dispuestos a «cruzar el charco» para librarse de las garras del narcocomunismo que azota a su país. Más de 10.000 ciudadanos de este país hermano latinoamericano estaban dispuestos a trasladarse a nuestro país.
Pero todas estas cifras le dan exactamente igual a un dictador totalmente expoliador. ¿Saben qué hizo hace 26 meses? Simplemente optó por retirar el derecho a recibir una pensión a todos aquellos jubilados que se fueron de Venezuela (alrededor de 13.000 exiliados en España están afectados por ello), sufriendo muchos de ellos ansiedad y depresión, habiendo llegado algunos a suicidarse.
Eso sí, nada de esto preocupa a socialistas y comunistas españoles, a esos mismos que prefieren alzar la pancartita Welcome Refugees para abrir la puerta a los llamados «refugiados», inmigrantes musulmanes que no se adaptan a la sociedad occidental, de valores judeocristianos.