¿Funciona contra el coronavirus el cerrojazo al sector de la hostelería? Los datos parecen más que dudosos. Ayer mismo en Pamplona varios miles de personas se manifestaban reclamando “apertura o rescate”. El problema con el rescate es que, para empezar, el sector público no va asumir ningún tipo de sacrificio en esta crisis, todo el peso de la crisis lo va a asumir el sector privado. No se trata de un asunto menor puesto que entre asalariados públicos, parados, pensionistas, etc hay 15 millones de personas cuyos sueldos, pensiones y prestaciones vienen de los Presupuestos Generales del Estado, frente a sólo otros 15 millones de personas haciendo aportaciones netas a los Presupuestos. ¿Cómo se va a rescatar al sector hostelero y turístico si todos los esfuerzos se los lleva el sector público y si en el sector privado cada vez hay más náufragos y menos rescatadores? Sin la fuerza del sector turístico y hostelero en España, los rescatadores se quedan sin efectivos. No digamos si el gobierno nos aboca a otro confinamiento y otra paralización de la economía.
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Los datos respecto al cierre de la hostelería, por otra parte, resultan confusos. En Madrid, por ejemplo, donde se intentó un tipo de guerra quirúrgica contra la pandemia, apostando por los test de antígenos, los rastreos y los cierres sólo zonales, sin cerrojazo hostelero, las cifras de contagios comenzaron a descender de manera significativa.
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Por el contrario, en Cataluña, donde se determinó el cerrojazo a la hostelería, los contagios han seguido creciendo revelando una escasa correlación entre la hostelería y los contagios.
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Que la hostelería no es responsable de la salida de control de los contagios parece por otro lado algo comprobable hasta por las cifras ofrecidas por el propio Ministerio de Sanidad, que atribuye a la hostelería sólo un 3,5% de las cifras de contagios.
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¿Cuál sería la situación de España en un universo paralelo en el que no se hubiera celebrado el 8M y por tanto se hubieran prohibido los actos de masas ya para aquella semana? ¿Cómo estaríamos ahora si el gobierno no se hubiera pasado meses desaconsejando las mascarillas al principio de la pandemia? ¿Y si hubiera apostado desde el principio por los test y los rastreos? ¿Y si no hubiera aplicado las cuarentenas a la inversa? ¿Y si los comités de expertos hubieran existido? Lamentablemente no podemos saberlo, pero desde luego sabemos que no podríamos estar peor de lo que estamos. La situación en la que estamos es el resultado de haber hecho todo tarde y mal. La alternativa a hacer todo tarde y mal, yendo siempre por detrás de la pandemia, no puede ser pasar de no hacer nada a someter a todo el país a un arresto domiciliario, provocando el arrasamiento de la economía. Para acabar tratando de frenar al virus con un confinamiento total no hace falta ninguna previsión, ninguna planificación, ninguna anticipación, ninguna estrategia, ninguna inteligencia. Lamentablemente estamos en manos de incompetentes como Fernando Simón, que habiendo dicho todo al revés a lo largo de toda la pandemia lo único que le quedaba por hacer era al memos tratar de no destruir la dignidad institucional de su cargo como portavoz gubernamental. Pues bien, parece que hasta eso ha conseguido dedicándose a hacer bromitas en Youtube sobre las enfermedades venéreas transmitidas por las enfermeras. 50.000 muertos y miles de sanitarios españoles infectados lo contemplan.
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