Imaginen ustedes el caso de un ciudadano navarro que el curso pasado solicitó al Departamento de Educación del Gobierno de Navarra una beca para su hijo en concepto de transporte. El Departamento le respondió denegando la solicitud porque no cumplía el apartado relativo a la distancia mínima entre el centro escolar y el domicilio, que debía ser superior a los 5 kilómetros. Nuestro ciudadano, sin embargo, recurrió sucesivamente la resolución porque la distancia en su caso, pese al rechazo a su petición, era de 7,5 kilómetros. Finalmente, nuestro navarro sólo quizá imaginario acudió a nuestra versión autonómica y paralela del Defensor del Pueblo.
Una vez estudiado el recurso, el Defensor del Pueblo de Navarra dictó una resolución dando la razón al ciudadano y «recomendando” al Departamento de Educación del Gobierno de Navarra que abonara la beca en el plazo de dos meses. En caso contrario, la resolución sería incluida en la Memoria anual del Defensor del Pueblo.
Naturalmente el Departamento no ha pagado la beca al ciudadano de nuestra historia porque las resoluciones del Defensor del Pueblo no son vinculantes y porque al gobierno no le quita ni un minuto de sueño que el caso aparezca reflejado en la próxima Memoria del Defensor del Pueblo. Paradójicamente, aunque no había dinero para la beca, esta institución inútil y redundante nos cuesta anualmente a los contribuyentes forales más de 1 millón de euros.
Conclusión: el ciudadano de nuestra historia ha llegado a la conclusión de que el Defensor del Pueblo de Navarra es un «florero». Eso sí, un florero que nos cuesta muchísimos euros.
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2 respuestas
No he visto cosa mas inutil y prescindible que esta institucion. A ver si empezamos a poner sentido comun y racionalizar las cosas. Esto es un lujo que no se puede pagar en estos tiempos (ni en ninguno).
A esta misma conclusión habíamos llegado algunos desde que fue creada la «cosa». En tiempos de la primera defensora, la Sra. Aranda (todo un precedente de Aídos y Pajines y elegida por pacto psoe-upn)había un ciudadano empeñado en recordarle que nos costaba un ojo de la cara a través de la sección «Cartas al Director» del DN. Por cierto que sigo en mi línea de dar ideas a nuestros brillantes políticos navarros: ¿para cuándo esas brillantes delegaciones del Defensor del Pueblo en cada una de nuestras históricas Merindades? ¿por qué no una figura del Defensor por cada comarca, cendea o municipio? ¿O un consorcio, agrupación o mancomunidad de Defensores? Sería bonito, ¿verdad?