Era costumbre en los antiguos persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias, creara tal estado de ánimo que el pueblo acogiera por aclamación al nuevo la rey y la restauración del orden y la paz. Es por ello que, por ejemplo, allá por 1814 un grupo de diputados, aludiendo a aquella costumbre persa real o inventada, rubricó un texto pidiendo a Fernando VII que retomará el poder en España y pusiera orden en el país, es por ello que aquel escrito recibió el nombre de “Manifiesto de los Persas”. Y efectivamente sucedió que Fernando VII (“el deseado”) retomó el poder entre aclamaciones y puso España bajo su control, bien es cierto que su reinado resultó a posteriori bastante catastrófico para el país.
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Sirva lo anterior para ilustrar lo que algunos observadores de la realidad sostienen que está pasando en relación a Cataluña en general y concretamente en lo tocante a los hechos de las últimas horas, con piquetes violentos tomando las estaciones y cortando las carreteras. ¿Por qué el gobierno tolera la situación ante la total pasividad de las fuerzas de seguridad y los Mossos de Esquadra, supuestamente ahora bajo su control? Tal vez se estaría tratando de emular a los persas, dejando a Cataluña sumida en el caos y entregada a los piquetes independentistas hasta que la propia población catalana, abrumadoramente harta de la situación, reclame en las urnas un gobierno capaz de poner orden por aclamación. La policía sólo actuará cuando exista una auténtica demanda popular de que actúe para evitar que los piqueteros con chichones despierten simpatía entre la mayoría. Por ser, hasta es posible que sin necesidad de ninguna violencia, entendiendo que tal es la situación y la estrategia que se despliega contra ellos, los piquetes se acaben disolviendo por sí mismos como azucarillos en el café, en esa actitud de Rajoy que unos llaman cobarde y otros zen.
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El caso mientras tanto es que ayer se vivieron situaciones indignantes, como el niño con cáncer al que le habían inyectado una sustancia radioactiva el día anterior para hacerle una prueba de contraste, bloqueado en el coche de su padre durante horas sin poder ir al hospital y con la sustancia radiactiva corriéndole por las venas. La revolución de las sonrisas. El independentismo pacífico y amable, ya saben.
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La pasividad del gobierno tiene más facetas tenebrosas en su reverso, y es que difícilmente se va a poder responsabilizar de nada a la dirección de los Mossos si, tras tomar su control el estado, resulta que siguen ostentando la misma pasividad, por no decir complicidad. ¿Cómo les podría reprochar nada el estado a Forn o a Trapero si ahora que el estado tiene el control les ordena actuar igual? La pasividad presente del estado legitima la pasividad pasada de los mandos depuestos.
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Tampoco está claro que este estado de cosas se pueda dilatar hasta el 21 de diciembre sin provocar un grave quebranto de la economía catalana y por ende del conjunto de España, por no hablar del deterioro de la convivencia. Hasta los persas limitaban a 5 los días de la anarquía porque 80 días de caos no hay país que los resista.
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Que se prepare Rajoy si, pudiendo haber tenido jaque mate (por cierto, expresión persa), acaba perdiendo
Finalmente sería tranquilizador poder estar al menos seguros de que la pasividad de Rajoy, como se ha descrito, es una estrategia discutible, pero friamente calculada y ejecutada, y no genuina cobardía. Queremos pensar que no se actúa aún por todas las consideraciones anteriores y no por cobardía. El tiempo nos dará la solución. Entretanto, para sumirnos aún el mayor confusión, el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, lanza en la BBC un globo sonda abriendo la posibilidad de que el conjunto de España vote una reforma constitucional reconociendo el derecho de autodeterminación a Cataluña, que lógicamente no se le reconocería sólo a Cataluña. ¿Ganamos o perdemos? Pues depende de la zona del tablero que estamos mirando. Lo malo es que a estas alturas y tal como se han desarrollado los acontecimientos es absurdo que nos tengamos que preguntar si vamos ganando o perdiendo, cuando podríamos tener clarísimo que estábamos ganando. Esperemos que el día 22 de diciembre no nos lo sigamos preguntando. O que para entonces no tengamos claro que vamos perdiendo.
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Un comentario
Les ha costado abrir los ojos, pero al fin los abren. Y eso, me congratula.
Mariano nos ha vendido.
En México tienen el champagne enfriando y están poniendo las copas.