Es posible que ayer algunos navarros, espectadores del popular concurso BOOM!, emitido por Antena 3, repararan en una pregunta referida a Navarra, concretamente al “Brujo de Bargota”. Es posible también que, al igual que los concursantes, esos espectadores desconocieran la historia del “Brujo de Bargota”, por otro lado el más famoso nigromante navarro.
x
Bargota es una pequeña localidad navarra de algo menos de 300 habitantes, perteneciente a la Merindad de Estella, próxima a Logroño y ubicada casi en el punto más occidental de nuestro mapa, ligeramente al norte de Viana.
x
x
Allá por la segunda mitad del siglo XVI es cuando aparece la figura de este personaje, Johanes o Juanes, al parecer un clérigo o al menos un vecino que había cursado estudios eclesiales en Salamanca, sólo que en tierras castellanas Johanes, o Juanes, no únicamente se habría dedicado a los estudios píos, sino también a buscar y adquirir otros conocimientos oscuros, peligrosos y prohibidos.
x
En una época como aquella, en los albores de la tecnología, en la que el hombre vivía constantemente amenazado por el entorno natural, la enfermedad, la miseria, la superstición y a menudo por sus propios y embrutecidos semejantes, no se puede minimizar la capacidad de un sujeto para labrarse una leyenda susceptible de perdurar hasta nuestros días, en un contexto en el que lo mágico servía como explicación generalizada ante cualquier suceso inexplicable, que para el común de la persona media de la época era prácticamente cualquiera. Naturalmente en aquella época percibían la oscuridad en las ululantes y negras noches de invierno poblada de monstruos. Ahora sabemos que los monstruos efectivamente existen, aunque no acechan en las sombras de los bosques sino que están en el gobierno.
x
De este modo, a partir de la peculiar personalidad del tal Johanes o Juanes, el pensamiento mágico de la época, y acaso algún suceso extraño sucedido en la localidad, empezaron a circular por Bargota y sus alrededores todo tipo de historias en torno a este personaje y su capacidad de viajar a distancias increíbles a través de la niebla, arrancarse extremidades del cuerpo y volver a colocárselas y en general llevar a cabo todo tipo de acciones inexplicables y acaso diabólicas.
x
Así es como en algún momento de la historia irrumpe la Inquisición en la tranquila vida de Bargota para pedir explicaciones al peculiar vecino protagonista de tan fantásticas habladurías. De este modo, el “brujo” tuvo que hacer frente a un auto de fe a consecuencia del cual, no obstante, sólo tuvo que cargar durante un año con un “sambenito”, que era un traje de penitente con el que se señalaba públicamente a ciertas personas por sus pecados y fechorías.
x
Un espía del Papa con una capa de invisibilidad
Según el libro “Duendes. Guía de los seres mágicos de España”, la explicación de sus vecinos y contemporáneos ante un castigo tan leve para un brujo tan notable se explica por un servició que Juanes habría realizado, poco menos que en calidad de espía, para el papa Adriano VI, valiéndose de una capa de invisibilidad para desentrañar un complot contra el Vaticano. Una explicación alternativa, aunque menos interesante, es que en realidad los tribunales de la Inquisición estaban compuestos por personas bastante más ilustradas que la media, eran mucho más garantistas de lo que nos imaginamos (desde luego mucho más que los de los países protestantes, donde fue ejecutada mucha más gente), descartaban tomar medidas extremas contra los acusados en la inmensa mayoría de los muchos casos que recibían y, en definitiva, se llegó a la conclusión de que el famoso brujo de Bargota era mucho más un pillo y un pecador que un auténtico nigromante al servicio de los poderes siniestros.
x
Naturalmente eso es lo que debió concluir la Inquisición, porque nosotros estamos convencidos de que el brujo de Bargota efectivamente tenía una capa que le permitía hacerse invisible. Es más: esa capa sigue existiendo y alguien la usa para enterarse de vez en cuando de inconfesables secretos forales y acaso después publicarlos. Y hasta aquí podemos seguir escribiendo.
x