El culebrón en el que ha desembocado la desesperada situación del quebrado ayuntamiento de Cintruénigo está dando lugar a momentos de estupefacción para el atónito contribuyente navarro. Así, vemos ahora cómo el alcalde del PSN, en plena refriega por la moción de censura de UPN, reprocha a su antecesor regionalista la existencia de una caja que servía para pagar regalos a secretarios de partidos, cestas navideñas y atenciones a políticos. El aludido, por su parte, señala a su vez que la caja es una herencia de su antecesor socialista, el fallecido Carlos Chivite, y asegura que con ella “se han pagado facturas de cuestiones que podríamos decir que son muy delicadas”. El empate de acusaciones se convierte así en un juego de suma cero para los partidos políticos, ninguno de los cuales, al parecer, tuvo a bien considerar como impresentable en su día la existencia de la caja. Quien pierde es el contribuyente que era quien, como siempre, de un modo u otro ponía el dinero en la caja. Una caja en la que según el informe del secretario de la Mancomunidad de Aguas de Cascante Cintruénigo y Fitero, en junio ya sólo quedaban 18,5 euros.
Todo este cruce acusaciones se produce con la quiebra del ayuntamiento como telón de fondo. Como ya les hemos venido contando, Cintruénigo es sin embargo tan sólo un ejemplo. No sabemos si existen cajas de este tipo en otros consistorios o si se trata de una creación totalmente original de la política local de Cintruénigo. Pero sí podemos asegurarles que el mismo marco de quebranto se va a producir en muchos otros ayuntamientos. Seguimos trabajando en nuestro mapa caliente de ayuntamientos tóxicos. Veremos lo que va saliendo.