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Hace escasas fechas nos hacíamos eco de la sorpresa del PPN al saber que en las actas del Parlamento de Navarra habían desaparecido unas palabras pronunciadas por Ana Beltrán contra Bildu, acusando a esta formación de “tener las manos manchadas de sangre”. Bildu había reclamado que Beltrán retirara estas palabras o que desaparecieran de las actas del Parlamento, y como Ana Beltrán no las retiró, Ainhoa Aznárez, plegándose a la exigencia de Bildu, ordenó por su cuenta y riesgo que fueran borradas como si jamás hubieran existido.
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Un informe jurídico de los técnicos del Parlamento de Navarra, solicitado por el PPN, ha determinado que la presidenta del Parlamento está facultada “para ordenar que no consten en el diario de sesiones palabras o conceptos siempre que sean ofensivos al decoro de la Cámara o de sus miembros, de las instituciones del Estado, de Navarra o de cualquiera otra persona o entidad, cuya concurrencia deberá apreciar la propia Presidencia de la Cámara».
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Los técnicos del Parlamento, de este modo, respaldan la actuación de Aznárez dejándonos con la duda de si son capaces de no hacerlo. Por el lado positivo, así podrán desaparecer de los anales de la historia parlamentaria foral la petición a Maiorga Ramírez de invitarla a unas cañas, “esfuérzate un poco, jodé”, y “yo de morro, así”. O el momento en que mandó a probar un “trío pasional” a un representante de UPN. O el de “voy a hacer todo en euskera y se va a joder bien”. En fin, que está la presidenta del Parlamento como para dar lecciones de saber estar y protocolo. Eso sí, respecto al pasado de ciertos líderes de Bildu lo que no se pueden borrar a capricho de Aznárez son las sentencias judiciales, de momento.
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En cuanto al fondo de la cuestión, a costa de discrepar de los técnicos del Parlamento, cabe preguntarse una vez más de qué sirven unas actas o un diario de sesiones que no recogen fielmente todo lo que se dice en la cámara. O qué sentido tiene poder encontrar en Youtube o en los medios citas que no están en los archivos del Parlamento.
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Históricamente, hay cosas terribles que se han dicho en un parlamento y que eliminarlas sería falsear por completo la historia. Así, por ejemplo, tenemos el caso de la primera intervención parlamentaria de Pablo Iglesias (el fundador del PSOE, no el de Podemos) en 1910. Pablo Iglesias utilizó su turno como diputado para amenazar de muerte a Antonio Maura, según este tenor textual:
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“Tal ha sido la indignación producida por la política del Gobierno presidido por el sr. Maura en los elementos proletarios, que nosotros, de quienes se dice que no estimamos a nuestra nación, que no estimamos los intereses de nuestro país, amándolo de veras, sintiendo las desdichas de todos, hemos llegado al extremo de considerar que antes que su señoría suba al poder debemos llegar hasta el atentado personal”.
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¿Qué sentido tendría borrar esta cita para la historia que retrata a un personaje y a una época? ¿Cómo censurar esto que es precisamente lo que habría que saber y recordar? Pues bien, los técnicos de la cámara foral dicen que la presidenta puede borrar-censurar a voluntad.
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Meses antes, en un mitin celebrado en el Teatro Barbieri de Madrid, Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, se había reafirmado en un artículo suyo en el que había escrito que Maura se había hecho acreedor al atentado, reiterando su firme creencia de que «Maura se merece el atentado… Su desaparición sería un gran bien para España y para la humanidad».
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Por cierto, un par de semanas después de las amenazas de Pablo Iglesias, Antonio Maura sufrió un atentado en Barcelona.
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¿Y cuándo otro líder del PSOE, Indalecio Prieto, sacó un arma en pleno Congreso de los Diputados? ¿Acaso no es un suceso que merece figurar en los anales de la historia para comprenderla? ¿Lo reflejamos o lo borramos?
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¿Borramos entonces los diarios de sesiones? ¿Borramos los periódicos? ¿Borramos toda la parte de la historia que no interesa como de hecho llevamos haciendo muchos años, no sea que entendamos mejor cómo llegaron a pasar las cosas que finalmente pasaron? ¿Blanqueamos también el pasado de los líderes de Bildu procedentes del mundo batasuno? Ya puestos, si se trata de blanquear, en vez de borrar podemos también escribir cosas que nunca dijeron, como las condenas a las decenas de asesinatos que se cometían mientras ellos eran diputados contra sus rivales políticos, contra los agentes de la ley, contra los periodistas que les criticaban. ¿Metemos esas condenas en las actas como si se hubieran dicho?
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Que decida Ainhoa Aznárez lo que debe conservarse y lo que conviene censurar. O que se conserve todo para la historia sin que nadie lo toque, ni Aznárez ni nadie. A fin de cuentas para eso se supone que existen las actas y los diarios de sesiones, para saber exactamente lo que dijo o no dijo cada cual.
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5 respuestas
Gran Hermano. Se reescribe la Historia para adaptarla a lo que le gusta a nuestros euskolíderes, que deciden todo por nosotros, qué modelo de educación debemos tener, qué idioma hablar y qué debemos pensar.
Y mientras algunos en la inopia, en Babia y en la luna. Todo a la vez.
¿Qué parte de «son euskonazis racistas y comunistas» no se entiende?
¿Me puede alguien explicar en qué se diferencia esto del nazi-fascismo?
Si ya el Parlamento de Navarra se distinguía por ser de los menos transparentes, ahora ya ni te cuento.
¿Y quiénes son esos técnicos del Parlamento de Navarra? ¿Nombres y apellidos? Cuántas personas son? ¿Ninguna opinión discrepante?
Qué autoridad respalda ese dictamen, acaso la Presidenta del Parlamento de Navarra?
Y el Defensor del pueblo ¿no tiene nada que decir? Porque si un Acta no refleja la realidad de lo que se dice en el Parlamento, ¿qué valor pueden tener esas Actas?
¿Alguien se sorprende de lo que puedan hacer o decir estas gentes huérfanas de buenas ideas, escasas de neuronas, nulas en lecturas, pero con notables cantidades de odio acumulado? Ni ellos pudieron llegar a más ni el parlamento de Navarra a menos.
Otra perla del fundador del PSOE, la mayor fábrica de tontos útiles de España: “Estamos en la legalidad cuando la legalidad nos favorece, y en contra de la legalidad cuando la legalidad no atiende nuestros propósitos”. (Palabras de Pablo Iglesias, en las Cortes españolas, el 7-julio-1910). Un figura, vamos.