El bodorrio de Alberto Garzón, 309 euros el cubierto

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Hace algún tiempo que se viene hablando sobre el feliz evento que tendrá lugar el día 26 de agosto de este mismo mes: la boda entre Alberto Garzón, coordinador general de IU, y su novia Ana Ruiz, médico, feminista, abortista y militante del PCE.

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La ceremonia, según ha trascendido, tendrá lugar en las Bodegas Riojanas de la localidad de Cenicero (La Rioja), y el banquete tendrá lugar posteriormente en el restaurante “La Huerta Vieja” en La Guardia (Rioja Alavesa), a 309 euros el cubierto. Asistirán 270 invitados y uno de ellos parece que será Pablo Iglesias.

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¿Hay algo malo en celebrar un banquete a 309 euros el cubierto? No, si eres un sucio lacayo capitalista, ¿pero y si eres un comunista?

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Socialismo o muerte, pero nadie dijo nada de la coherencia

Ante situaciones similares que se suelen publicar con cierta frecuencia, la defensa de estas actuaciones consiste en preguntarse por qué alguien de izquierdas no va a poder comer caviar, comprarse un Rolex o vivir en un palacete junto al mar. La respuesta es sencilla y ni siquiera debieran plantearla personas que profesan el comunismo o intentan apabullarnos con los cuestionables e innumerables informes de Intermon Oxfam.

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Alguien que crea en el comercio y en el libre mercado no tiene ningún problema moral con que alguien se compre un helicóptero o vaya todos los días a cenar a un restaurante de dos estrellas Michelín, porque no cree que lo que uno gana sea lo que otro pierde, o que haya que quitar a los de abajo para hacer más ricos a los de arriba.

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Sin embargo, esto es justo lo que cree un comunista. Por consiguiente, un comunista no puede o no debe si es coherente gastar dinero en artículos de lujo. No puede porque, según su credo, para que alguien coma ostras y caviar hay que quitarle a otro la comida del plato. Para un podemita cualquiera, si se cree su propio credo, la riqueza de unos se explica por la pobreza de otros. Cualquier signo de riqueza, por tanto, es la expresión de un robo. Un podemita, por consiguiente, no puede permitirse un cubierto de 309 euros para 270 invitados en un país donde, según su propio discurso, más del 28% de los habitantes viven en la pobreza y los niños pasan hambre cuando se cierran los comedores de los colegios durante el verano. Si un comunista pretende meterse un menú de 309 euros entre pecho y espalda, debería plantearse si es coherente o si es comunista. Nosotros le invitamos a que revise sus planteamientos, abandone el comunismo y disfrute del menú. No es cierto que si un meteorito cayera encima de “La Huerta Vieja”, a 270 niños pobres les aparecería mágicamente un menú de 309 euros en el plato vacío de la mesa de su chabola. Igual que el BMW que uno se compra hoy en el concesionario no lo estaba conduciendo ayer por Nairobi un nativo al que se lo quitaron.

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Distinta cuestión es que, aunque sea posible hacerse rico sin que eso signifique que haya que haberle quitado el dinero a nadie, viendo que hay gente en estado de necesidad y que a uno le sobra no sea una inquietud ética normal el intentar ayudarla, más allá de que cuando uno crea empresas, contrata gente, paga sueldos y cumple con hacienda ya está creando riqueza y luchando contra la pobreza. Obviamente somos partidarios del comercio y el libre mercado, pero al menos en nuestro caso también de la sensibilidad y la fraternidad cristiana. Por lo demás es un hecho que en los países comunistas desaparecen los comerciantes, los inversores, los emprendedores y los ricos, pero en cambio los pobres se multiplican. Y no es que los pobres se multipliquen a pesar de que desaparezcan los empresarios y los inversores, sino precisamente por eso. Por lo demás felicidades y buen provecho, camarada Alberto.

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