A estas alturas no hay nadie que no haya oído hablar del bitcoin. Puede que realmente pocas personas entiendan lo que son los bitcoins, pero todo el mundo ha escuchado historias, reales, como que alguien que hubiera invertido 10.000 euros en 2011 en bitcoins ahora tendría 100 millones de euros. ¿Qué es esa moneda mágica que unos pocos años multiplica su valor por 10.000? ¿Puede seguir subiendo? ¿En qué consiste? ¿Cómo funciona siquiera superficialmente? ¿Es una estafa?
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La misteriosa figura de Satoshi Nakamoto
Para entender lo que son los bitcoins necesariamente tenemos que hacer un poco de historia, claro que en el caso del bitcoin no hay que retroceder mucho en el tiempo para llegar al inicio, tan sólo hasta el año 2009. En aquel año un tal Satoshi Nakamoto crea Bitcoin, un sistema P2P de dinero digital cuyas unidades son los bitcoins. Es decir, los bitcoins aparecen en un momento concreto como creación de una persona concreta, sólo que realmente no se sabe quién es Satoshi Nakamoto. Es más, ni siquiera sabemos si Satoshi Nakamoto es una persona o un colectivo. En todo caso da igual porque Bitcoin es básicamente una red de personas que comparten una idea sobre el valor o el interés de unas cosas llamadas bitcoins, o “monedas digitales”, dando un poco igual quién es el promotor de la idea. Es decir, la solidez del bitcoin no depende de la identidad de la persona que puso la red en marcha. Lo importante, como irán viendo, es la idea que hace funcionar el sistema.
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Una moneda libertaria
Acaso una de las características más notables del bicoin es que se trata de una moneda independiente de cualquier estado. Es como si un grupo de personas se ponen de acuerdo para crear su propia moneda. De este modo no existe un banco central o un gobierno que, por ejemplo, puedan emitir más moneda y devaluarla. El bitcoin se puede convertir así en una especie de refugio contra las políticas monetarias de los estados y los bancos centrales, o contra la inflación, o contra las prácticas confiscatorias de algún estado. No en vano uno de los países en el que está triunfando el bitcoin es Venezuela, ya que la población acude a esta moneda digital como una inversión alternativa para poner a salvo su dinero. Porque solemos pensar que el dinero está a salvo cuando detrás hay una entidad, un estado o un banco central que lo respalda, cuando a menudo son precisamente los estados, las entidades y los bancos que pensamos que respaldan el valor del dinero quienes realmente lo están amenazando. Y entonces, ¿cómo puede poner a salvo uno su dinero?
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La Rebelión de Atlas
Decíamos que el bitcoin es un poco como si un grupo de personas crea su propio dinero. Esto, que puede sonar muy extraño, en realidad es frecuente. Por ejemplo cuando en una partida de cartas se usan garbanzos en vez de dinero, pero se establece un valor monetario para los garbanzos. A pequeña escala el montón de garbanzos es sagrado. En la conocida novela La Rebelión de Atlas, de Ayn Rand, un grupo de empresarios de éxito se esconde un paraje remoto para crear una especie de sociedad paralela, al margen de las políticas socialistas que consideran catastróficas. Una de sus primeras decisiones es crear su propia moneda. En la novela, al mundo exterior cada vez le va peor y a la sociedad paralela cada vez mejor, por lo que la moneda inventada por estos empresarios en realidad es más valiosa que la del mundo exterior. Tenemos la idea de que sólo el estado puede crear dinero pero esto no deja de ser un prejuicio basado en que es a lo que estamos acostumbrados.
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El oro
Otra manera de intentar entender cómo funcionan los bitcoins es pensar que se parecen un poco al oro. El oro es el valor refugio por antonomasia. El oro no lo emite un estado, por el contrario, es frecuentemente un valor refugio frente a las crisis y las prácticas de los estados. El oro, por otro lado, es un simple pedrusco. No tiene un valor objetivo. No se puede comer. No sirve como combustible. No hace compañía ni contesta preguntas. Un hombre sólo e incomunicado en el desierto con una tonelada de oro morirá al poco tiempo con su inútil tonelada de oro. El oro tiene valor porque es un recurso escaso, porque no lo controla el gobierno y porque hay mucha gente que cree que tiene valor, que ofrece seguridad o que seguirá subiendo de precio. Exactamente igual que el bitcoin. Porque efectivamente, el señor Satoshi Nakamoto estableció que existían 21 millones de bitcoins en circulación, y ni uno más. El bitcoin es por tanto un recurso escaso. Lo difícil era que la gente se llegara a creer que tenía algún valor, pero ya parece que estamos en otro peldaño.
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El bitcoin es el dinero de la gente que cree en el bitcoin, nada más, o nada menos
Hemos mencionado unos párrafos antes que Bitcoin es un sistema P2P de dinero digital. Habrá muchas personas que no hayan escuchado nunca hablar de un sistema P2P, casi todas las demás lo habrán oído en relación al intercambio de archivos y películas mediante programas como Torrent. En realidad es algo muy parecido. La compraventa de bitcoins no requiere intermediarios. Es un intercambio entre dos usuarios. Todos los intercambios son públicos, accesibles y verificables para todos los usuarios de la red. Esto garantiza la seguridad y la contabilidad del sistema. Lo que en cambio no es público es la identidad de quienes realizan el intercambio. Es decir, estamos ante una interesante combinación entre seguridad y anonimato, o digamos mejor discreción (el anonimato en Bitcoin es relativo), que explica el éxito de la idea, en la que se puede saber exactamente donde están en cada momento los 21 millones de bitcoins, o cuáles son los movimientos que han tenido y por qué camino han llegado a donde están.
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Los bitcoins, y otros cientos de monedas digitales más
Al igual que un grupo de personas pueden “inventarse” una moneda y empezar a utilizarla entre ellas, otro grupo cualquiera puede intentar lo mismo. Al menos en el universo digital y al menos por ahora, cuando la realidad de momento va por delante de la regulación legal, para bien y para mal. En este sentido no pensemos que existe sólo el bitocoin. Existen más de 100 monedas digitales similares al bitcoin y con el mismo funcionamiento. Hasta Maduro quiere tener su criptomoneda, en este caso sin entender en absoluto el funcionamiento. ¿Cómo saber que la inversión buena es el bitcoin y no cualquiera de las otras docenas de “criptomonedas” que hay ahora mismo en circulación? En realidad no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que si le pedimos a alguien que nos de el nombre de cuatro criptomonedas seguramente casi todo el mundo sólo nos dará un nombre: bitcoin.
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¿Va a seguir subiendo el bitcoin? ¿Es buen momento para comprar?
Cuando alguien compra acciones de Telefónica dispone de algunos elementos objetivos a partir de los cuales intentar calcular un valor: el balance, los resultados, la evolución de las ventas, etc. Ni siquiera esto es una garantía, pues el análisis de todos esos elementos cambian en el tiempo, pero al menos puede existir una cierta horquilla orientativa de precios a partir de esos elementos. El precio puede ser difícil de determinar, nos podemos equivocar, las condiciones para determinarlo son cambiantes, pero en principio la horquilla no es infinita. Pues bien, esto no sucede con los bitcoins. No tenemos un elemento objetivo que nos permita establecer algo así como un valor razonable. ¿Seguirá confiando la gente en los bitcoins dentro de 10 años? ¿Qué medidas habrán tomado los gobiernos respecto a Bitcoin dentro de un tiempo? ¿Cómo afectará eso al valor de la moneda? ¿Aparecerán otras monedas que desbancarán a los bitcoins y los harán pasar al olvido?
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Por el contrario, ¿qué pasaría si Amancio Ortega decide convertir toda su fortuna a bitcoins habiendo sólo 21 millones de bitcoins lo que le haría propietario de un tercio de los bitcoins en circulación? ¿No está barato el bitcoin teniendo en cuenta que a la actual cotización del bitcoin todos los bitcoins valen poco más de 210 mil millones de euros? Si el bitcoin realmente se populariza, ¿no tendrá que subir aún más aunque sólo sea como consecuencia de que un porcentaje de los hombres más ricos empiecen a utilizarlo? Decíamos que el oro vale lo que vale en buena medida sólo porque la gente cree que lo vale, pero hace milenios que la humanidad confía en el oro. El principio es similar pero la historia del bitcoin sólo tiene 8 años.
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El número de bitcoins no puede aumentar, pero se puede fraccionar ilimitadamente
Como señalábamos anteriormente, uno de los fundamentos de que los bitcoins tengan valor es que su número es limitado y son un bien escaso. ¿Pero qué pasaría si un bitcoin llega a valer 100.000 euros? ¿Quién podría hacer transacciones con bitcoins o comprar un bitcoin? El número de bitcoins no se puede aumentar, pero en cambio se puede fraccionar ilimitadamente. Por consiguiente, si 1 bitcoin llegara a valer 100.000 euros, sería corriente hacer transacciones por valor de 0,001 bitcoin, por ejemplo.
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El bitcoin puede colapsar, pero el concepto quizá no
Es un hecho que alguien que invirtiera 1.000 dólares en bitcoins en 2011 ahora tendría 1 millón de dólares, pero es imposible saber si alguien que invierta hoy 1 millón en bitcoins dentro de 6 años tendrá sólo mil dólares. Lo que de algún modo sí podemos concluir es que la historia del bitcoin es más una historia interesante más que una estafa. Hay una lógica para que exista y se use el bitcoin. El problema es que esa lógica no permite calcular un valor objetivo aproximado, o asegurar que el bitcoin no desaparezca y pierda todo su valor. La creación del bitcoin resulta particularmente interesante desde el punto de vista libertario. Implica que de algún modo hay gente que cree más en el dinero que se ha inventado ella misma que en el dinero que imprime el estado. Es más, implica que es posible poner ese dinero en circulación y utilizarlo. Nos encontramos ante el nacimiento de una moneda global independiente, fruto de la nueva era digital. Esta idea detrás del Bitcoin es lo realmente sugestivo más que el propio Bitcoin. ¿Triunfará el bitcoin? ¿Es aún un proyecto prematuro? ¿Fracasará pero aparecerá dentro de más tiempo otra moneda digital que sí logre triunfar? Lo difícil era ponerlo en marcha, aunque no tengamos ni idea de cómo puede acabar esto. Eso sí, esto no es un hecho trivial, quizá asistimos a un acontecimiento histórico y a un nuevo fenómeno. Como decíamos al principio lo que se acaba es el dinero físico. Lo raro no es el dinero digital sino el mineral y vegetal. Las generaciones futuras no pagarán con papeles y metales ni se irán de un establecimiento con el bolsillo lleno de chatarra, puede que ni siquiera usen dinero estatal o gubernamental. Bitcoin forma parte de la era en que está sucediendo eso. Por lo demás, como es obvio, bajo ningún concepto este escrito es una recomendación para comprar o dejar de comprar bitcoins ni en qué momento ni a qué precio.
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2 respuestas
¿Para cuándo un bitcoin basko?¿A qué está esperando super Uxue? Se le podría llamar baikoin o kaixokoin. Ahí dejo la idea.
¿Para cuándo un bitcoin de la iglesia católica? Ya están tardando. Se le podría llamar osticoin, pederasticoin, bulacoin. Ahí dejo la idea. (Con exenciones fiscales, naturalmente).