Nafarroa Bai ha aprovechado los 825 años de la fundación de Villava en el reinado de Sancho VI para volver a izar la enseña de la CAV en el Ayuntamiento, contra la voluntad de los navarros, de su Parlamento y del Tribunal Superior de Justicia de Navarra. La ridícula excusa del alcalde nacionalista, en este caso, es que “aunque ahora representan a dos Comunidades Autónomas distintas, los dos territorios estaban unidos durante el reinado de Sancho VI”.
Lo cierto es que también Logroño formaba parte del Reino de Navarra bajo el reinado de Sancho VI y no se le ocurre al alcalde izar una bandera de la Rioja. En realidad, desde el punto de vista navarro, no merece la pena discutir ninguna otra cosa que –en todo caso- no fuera izar la bandera de Navarra en la CAV o en el Ayuntamiento de Logroño. Llama la atención por tanto este “navarrismo inverso”.
Acaso merezca también la pena recordar en el plano histórico cómo el padre de Sancho VI, hijo de García Ramírez, había sido elegido rey al no acatar la nobleza el testamento de Alfonso I El Batallador, que era rey de Navarra y de Aragón y que dejó en herencia a las órdenes militares ambos reinos. Si extendiéramos lo suficiente la reflexión histórica en todas direcciones, sin duda habría argumentos de este género para poner en el Ayuntamiento de Villava las 17 banderas de todas las autonomías. Naturalmente, por ese camino, resulta mucho más sencillo poner directamente la bandera de España.
Una imposición a todos los navarros.
En cualquier caso está claro que ni el alcalde de Villaba ni sus votantes son quiénes para decidir cuál es la bandera de todos los navarros. Los villaveses, en todo caso y por lo que les concierne, podrían como mucho decidir acerca de su propia bandera, la de Villava, y decidir cambiarla por la del ayuntamiento de al lado, por ejemplo el de Burlada. No así respecto a algo que nos incumbe a todos como es la bandera de Navarra. La actitud de Nabai (el conglomerado con nombre paradójico) no hace sino demostrar una vez más que, para el nacionalismo vasco, la voluntad de cualquier grupo de nacionalistas deseosos de anexionarse a la CAV, allí donde se junten, es más importante y debe prevalecer sobre la voluntad de todos los navarros.