El 14 de abril y la república que fusiló a sus propios abanderados

Entre parte y parte diario del coronavirus, ha pasado bastante desapercibido el último 14 abril del martes pasado, 89 aniversario de la Segunda República. A pesar de todo, alguien como Pablo Iglesias no se privó de usar las redes sociales para recordar el evento, para lo que utilizó una foto que merece algún comentario.

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Es posible que Pablo Igleisas no sepa que la foto que utiliza para ilustrar su tuit fue tomada el 14 de abril de 1931, el día de la proclamación de la Segunda República, en la Puerta del Sol, frente al Ministerio de la Gobernación, donde se concentró desbordante de entusiasmo una pequeña multitud.

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El protagonismo de la foto, sin embargo, recae sobre la bandera que sostiene un militar, sostenido por otras tres personas, encaramadas sobre la capota de un vehículo para hacer bien visible el estandarte por encima de la multitud.

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El caso es que el militar que sostenía la bandera, entonces un teniente de 26 años, se llamaba Pedro Mohíno Díez, un entusiasta de la Segunda República al que la Segunda República fusilaría 5 años y dos golpes de estado después.

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Como muchos otros, Mohíno fue un joven que comenzó creyendo en los cambios y las promesas de progreso y libertad que ofrecía la Segunda República, pero que poco a poco fue viendo como ni llegaba el progreso, ni mucho menos la libertad.

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Entre 1931 y 1936, Mohíno pudo ver cómo se quemaban conventos e iglesias, cómo se cerraban periódicos, cómo se asesinaba a los rivales políticos, cómo se empobrecía y dividía el país y cómo se desvanecían los sueños de libertad e igualdad.

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Otra cosa que pudo ver Mohíno es que la izquierda, al perder las elecciones de 1933, se negaba a aceptar el resultado electoral y daba un golpe de estado contra esa Segunda República que supuestamente defendía, pero sólo mientras la gobernara. Pablo Iglesias tampoco recuerda en su tuit que el Partido Comunista y el PSOE dieron un golpe contra esa república que tanto dicen celebrar ahora dos años antes de que lo dieran Mola, Franco o Sanjurjo. Que partidos que dieron un golpe contra la Segunda República la celebren ahora resulta bastante extraño y contradictorio.

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En 1936, en vísperas del alzamiento y otra vez con la izquierda en el gobierno, la situación era tan aberrante como que los escoltas del líder del PSOE salían de cacería por la noche a asesinar a los líderes de la oposición conservadora. A Calvo Sotelo lo sacaron de su casa y le pegaron un tiro en la cabeza. Gil Robles se libró porque no lo encontraron esa noche en su domicilio. Menos de 72 horas después, bajo una situación límite, se producía el alzamiento de los nacionales.

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Tras todo lo que había visto en aquellos años desde que fuera el abanderado de la República en aquel 14 de abril de 1931, cuando el 20 de julio al ya capitán Mohíno le llegó el momento de elegir bando se situó en el de los rebeldes, aunque sus tropas todavía tomaron Alcalá a los gritos de “¡Viva España!”, “¡Viva el Ejército Honrado!” y “¡Viva la República!”.

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Las tropas gubernamentales, apoyadas por bombardeos aéreos, aplastaron sin embargo la posición de Mohíno que, no obstante, sólo rindió su posición con el compromiso de que únicamente a él se le responsabilizaría por la rebelión contra el gobierno y sólo él y no sus hombres sería represaliado. Este compromiso, de todos modos, no fue respetado. Las milicias republicanas llevaron a cabo varias operaciones de represalia y asesinato contra los prisioneros y Mohíno y sus compañeros fueron sometidos a un juicio sumarísimo en la Cárcel Modelo de Madrid. Durante ese juicio, Mohíno señaló que sus tropas se “habían sublevado contra el gobierno, pero no contra el régimen”. Mohíno fue fusilado el 24 de agosto en los terrenos de la Universidad Complutense, de la que casualmente Pablo Iglesias ha sido profesor de Políticas.

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La historia del teniente Mohíno y su periplo desde ser el abanderado icónico de la proclamación de la República hasta ser fusilado por ella, es la historia de muchos españoles que en 1931 pudieron tener la esperanza de que el cambio de régimen iba a suponer un avance para España, para encontrarse años después que las esperanzas republicanas habían sido totalmente pervertidas. También es un recordatorio de que muchos que hoy se presentan como grandes nostálgicos de aquel régimen y su bandera tricolor, en primer lugar ocultan el fracaso convivencial que supuso, y en segundo lugar y sobre todo ocultan que antes de Franco fueron el PCE y el PSOE los que dieron un golpe de estado contra el régimen republicano. Que no nos hablen ahora como si no lo supiéramos.

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Un comentario

  1. Año 1933. La CEDA (la derecha) ganó las elecciones de forma clamorosa y, lógicamente, le correspondía formar gobierno. En cuanto se sabe el resultado, Azaña (Presidente del Gobierno), propone al presidente de la República (Alcalá-Zamora) la disolución de las Cámaras y que se vuelva a repetir la votación ¡Sí señor, con dos co…!, lo cual, como modelo de golpe estado no estaba nada mal. Cuando Alcalá-Zamora pregunta a Azaña por qué tendría que hacerlo, éste le insiste en que esa gente no tiene “legitimidad republicana” ¡Manda huevos…!.
    Alcalá-Zamora, el «valiente D. Niceto», no acepta la propuesta porque hubiera sido un claro ejemplo de golpe de estado pero, para contentar a la izquierda, adopta una solución aberrante e intolerable desde el punto de vista democrático: Para que no gobierne la CEDA encarga formar Gobierno a Lerroux, del Partido Radical, que no había ganado las elecciones. La izquierda, de muy mala gana, acepta esta solución; prueba de ello es que enseguida empezó a adoptar posturas desestabilizadoras.
    Ese era el idílico ambiente que se respiraba en la venerada II República. Eso es lo que no se enseña en nuestras escuelas ni en las televisiones.

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