En su predicación y declaraciones, Jorge Mario Bergoglio ha sabido ir al núcleo de las cuestiones, de un modo que no deja a nadie indiferente. Una selección de discursos y documentos recientes de cuando era arzobispo de Buenos Aires permite ver su manera de enfocar problemas de fe y cuestiones sociales.
La vocación. Cuando rondaba los 17 años, un 21 de septiembre (fecha en que en Argentina los jóvenes celebran el día del estudiante), se preparaba para salir a festejar con sus compañeros. Pero decidió arrancar la jornada visitando su parroquia. Cuando llegó, se encontró con un sacerdote que no conocía y que le transmitió una gran espiritualidad, por lo que decidió confesarse con él. “En esa confesión me pasó algo raro, no sé qué fue, pero me cambió la vida; yo diría que me sorprendieron con la guardia baja”.
Más de medio siglo después lo interpreta así: “Fue la sorpresa, el estupor de un encuentro; me di cuenta de que me estaban esperando. Eso es la experiencia religiosa: el estupor de encontrarse con alguien que te está esperando. Desde ese momento para mí, Dios es el que te ‘primerea’. Uno lo está buscando, pero Él te busca primero. Uno quiere encontrarlo, pero Él nos encuentra primero”.
“Primero, se lo dije a mi papá y le pareció muy bien. Pero la reacción de mi mamá fue diferente. La verdad es que la vieja se enojó mal” (El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ, Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 45-47).
FE Y NUEVA EVANGELIZACIÓN
Nueva evangelización. “No podemos permanecer en un estilo ‘clientelar’ que, pasivamente, espera que venga ‘el cliente’, el feligrés, sino que tenemos que tener estructuras para ir hacia donde nos necesitan, hacia donde está la gente, hacia quienes deseándolo no van a acercarse a estructuras y formas caducas que no responden a sus expectativas ni a su sensibilidad. Tenemos que ver, con gran creatividad, cómo nos hacemos presentes en los ambientes de la sociedad haciendo que las parroquias e instituciones sean instancias que lancen a esos ambientes. Revisar la vida interna de la Iglesia para salir hacia el pueblo fiel de Dios. La conversión pastoral nos llama a pasar de una Iglesia ‘reguladora de la fe’ a una Iglesia ‘transmisora y facilitadora de la fe’” (El Jesuita. pp. 77-78).
“[En Buenos Aires] buscamos el contacto con las familias que no frecuentan la parroquia. En lugar de ser solo una Iglesia que acoge y que recibe, tratamos de ser una Iglesia que sale de sí misma y que va hacia los hombres y las mujeres que no la frecuentan, que no la conocen, que se han ido, indiferentes. Organizamos misiones en las plazas públicas, en las que se reúne mucha gente: rezamos, celebramos la misa, proponemos el bautismo que administramos tras una breve preparación. Es el estilo de las parroquias y de la misma diócesis. Además de esto, tratamos de llegar a las personas que se encuentran lejos mediante los medios digitales, la red y los mensajes cortos” (Entrevista con Andrea Tornielli paraVatican Insider, 24-02-2012).
“Dios vive en la ciudad y la Iglesia vive en la ciudad. La misión no se opone a tener que aprender de la ciudad –de sus culturas y de sus cambios– al mismo tiempo que salimos a predicarle el evangelio. Y esto es fruto del evangelio mismo, que interactúa con el terreno en el que cae como semilla” (25 agosto 2011).
Año de la fe. “Cuando no se transita por la puerta de la Fe, la puerta se cierra, la Iglesia se encierra, el corazón se repliega y el miedo y el mal espíritu ‘avinagran’ la Buena Noticia. Cuando el Crisma de la Fe se reseca y se pone rancio, el evangelizador ya no contagia sino que ha perdido su fragancia, constituyéndose muchas veces en causa de escándalo y de alejamiento para muchos.
”El que cree es receptor de aquella bienaventuranza que atraviesa todo el Evangelio y que resuena a lo largo de la historia, ya en labios de Isabel: ‘Feliz de ti por haber creído’, ya dirigida por el mismo Jesús a Tomás: ‘¡Felices los que creen sin haber visto!’” (9 junio 2012).
FAMILIA
El respeto a la vida. “El aborto nunca es una solución. Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos vidas: respetar al ser humano más pequeño e indefenso, adoptar medidas que pueden preservar su vida, permitir su nacimiento y luego ser creativos en la búsqueda de caminos que lo lleven a su pleno desarrollo” (16 septiembre 2012).
“La batalla contra el aborto la sitúo en la batalla a favor de la vida desde la concepción. Esto incluye el cuidado de la madre durante el embarazo, la existencia de leyes que protejan a la mujer en el post parto, la necesidad de asegurar una adecuada alimentación de los chicos, como también el brindar una atención sanitaria a lo largo de toda una vida, el cuidar a nuestros abuelos y no recurrir a la eutanasia” (El Jesuita, p. 91).
Individualismo. “La puerta cerrada es todo un símbolo de este hoy. Es algo más que un simple dato sociológico; es una realidad existencial que va marcando un estilo de vida, un modo de pararse frente a la realidad, frente a los otros, frente al futuro. La puerta cerrada de mi casa, que es el lugar de mi intimidad, de mis sueños, mis esperanzas y sufrimientos así como de mis alegrías, está cerrada para los otros. Y no se trata solo de mi casa material, es también el recinto de mi vida, mi corazón. Son cada vez menos los que pueden atravesar ese umbral. La seguridad de unas puertas blindadas custodia la inseguridad de una vida que se hace más frágil y menos permeable a las riquezas de la vida y del amor de los demás” (1 octubre 2012).
Divorciados vueltos a casar. [A los divorciados que están en una nueva unión les diría] “que se integren a la comunidad parroquial, que trabajen allí porque hay cosas en una parroquia que las pueden hacer ellos. Que busquen ser parte de la comunidad espiritual, que es lo que aconsejan los documentos pontificios y el Magisterio de la Iglesia. El Papa señaló que la Iglesia los acompaña en esta situación. Es cierto que a algunos les duele no poder comulgar. Lo que hace falta en estos casos es explicarles bien las cosas. Existen casos en que esto resulta complicado. Es una explicación teológica que algunos sacerdotes exponen muy bien y la gente entiende” (El Jesuita, p. 91).
Matrimonio gay.“Está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (este es solo el instrumento) sino de una ‘movida’ del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios” (8 julio 2010).
SOCIEDAD
El relativismo y el poder, dos tentaciones para la política. “Esta ‘locura’ del mandamiento del amor que propone el Señor y nos defiende en nuestro ser aleja también las otras ‘locuras’ tan cotidianas que mienten y dañan y terminan impidiendo la realización del proyecto de Nación: la del relativismo y la del poder como ideología única. El relativismo que, con la excusa del respeto de las diferencias, homogeniza en la transgresión y en la demagogia; todo lo permite para no asumir la contrariedad que exige el coraje maduro de sostener valores y principios.
”El relativismo es, curiosamente, absolutista y totalitario, no permite diferir del propio relativismo, en nada difiere con el ‘cállese’ o ‘no te metas’. El poder como ideología única es otra mentira. Si los prejuicios ideológicos deforman la mirada sobre el prójimo y la sociedad según las propias seguridades y miedos, el poder hecho ideología única acentúa el foco persecutorio y prejuicioso de que ‘todas las posturas son esquemas de poder’ y ‘todos buscan dominar sobre los otros’. De esta manera se erosiona la confianza social que, como señalé, es raíz y fruto del amor” (25 mayo 2012).
Justicia social. “La justicia es la que alegra el corazón: cuando hay para todos, cuando uno ve que hay igualdad, equidad, cuando cada uno tiene lo suyo. Cuando uno ve que alcanza para todos, si es bien nacido, siente una felicidad especial en el corazón […] Qué despreciable en cambio el que atesora solo para su hoy, el que tiene un corazón chiquito de egoísmo y solo piensa en manotear esa tajada que no se llevará cuando se muera. Porque nadie se lleva nada. Nunca vi un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre. Mi abuela nos decía: la mortaja no tiene bolsillos” (7 agosto 2012).
Desencanto. “El desencanto tiene una dimensión escatológica. Ataca indirectamente, poniendo entre paréntesis toda actitud definitiva y, en su lugar, propone esos pequeños encantamientos que hacen de ‘islas’ o de ‘tregua’ frente a la falta de esperanza ante la marcha del mundo en general. De ahí que la única actitud humana para romper encantamientos y desencantos es situarnos ante las cosas últimas y preguntarnos: en esperanza ¿vamos de bien en mejor subiendo o de mal en peor bajando? Y surge entonces la duda. ¿Podemos responder? ¿Tenemos, como cristianos, la palabra y los gestos que marquen el rumbo de la esperanza para nuestro mundo?” (8 mayo 2011).
Trata de personas. “Hoy en esta ciudad queremos que se oiga el grito, la pregunta de Dios: ¿Dónde está tu hermano? (…) Quizá alguno pregunte: ¿Qué hermano? ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿El que estás matando todos los días en el taller clandestino, en la red de prostitución, en las ranchadas de los chicos que usás para mendicidad, para ‘campana’ de distribución de droga, para rapiña y para prostituirlos…? ¿Dónde está tu hermano, el que tiene que trabajar casi de escondidas de cartonero porque todavía no ha sido formalizado?… ¿Dónde está tu hermano? Y frente a esa pregunta podemos hacer, como hizo el sacerdote que pasó al lado del herido, hacernos los distraídos; como hizo el levita, mirar para otro lado porque no es para mí la pregunta sino que es para otro. ¡La pregunta es para todos! ¡Porque en esta ciudad está instalado el sistema de trata de personas, ese crimen mafioso y aberrante!” (25 septiembre 2012).
ACCIÓN DE LA IGLESIA
Peligro de perderse en lo mundano. “El peor daño que puede pasar a la Iglesia: caer en la mundanidad espiritual […] Esa mundanidad espiritual de hacer lo que queda bien, de ser como los demás, de esa burguesía del espíritu, de los horarios, de pasarla bien, del estatus” (2 septiembre 2012).
Servir. “El cardenalato es un servicio, no es un honor para enorgullecerse. La vanidad, el alardeo, es una actitud de espiritualidad mundana, que es el peor pecado de la Iglesia. (…) El arribismo, la búsqueda del éxito, pertenecen plenamente a esta espiritualidad mundana” (Vatican Insider, 24-02-2012).
Escándalos. “Es una invitación para ver a la Iglesia santa y pecadora, a ver ciertas faltas y ciertos pecados sin perder de vista la santidad de tantos hombres y de tantas mujeres que actúan en la Iglesia de hoy. No debo escandalizarme porque la Iglesia es mi madre: debo ver los pecados y las faltas como si viera los pecados y las faltas de mi mamá. Y cuando me acuerdo de ella, recuerdo sobre todo muchas cosas bellas y buenas que hizo, no tanto de las faltas o de sus defectos. Una madre se defiende con el corazón lleno de amor, antes de usar la palabra. Me pregunto si en el corazón de muchos de los que entran en esta dinámica de los escándalos habrá amor por la Iglesia” (Vatican Insider, 24-02-2012).
La Curia Romana. “Yo la veo y la vivo como un organismo de servicio, un organismo que me ayuda y me sirve. A veces llegan noticias no tan buenas, a menudo ampliadas y a veces manipuladas con amarillismo. (…) La Curia romana tiene defectos, pero me parece que se subraya demasiado el mal y demasiado poco la santidad de tantísimas personas consagradas y laicas que trabajan allí” (Vatican Insider, 24-02-2012).
16-03-13 | EL PAPA ARGENTINO
Las razones geopolíticas detrás de la elección de Bergoglio
Fuente: infobae
La llegada de Francisco a la silla de Pedro resulta menos sorpresiva si se analizan las preocupaciones estratégicas que la impulsaron. Pero, ¿por qué un Papa que hace opción por los pobres preocupa a cierta izquierda?
Messori, autor de una entrevista con Juan Pablo II que acabó en libro (Cruzando el umbral de la esperanza), escribió en el Corriere della Sera que la elección de Francisco es una opción geopolítica tan fuerte como en su momento la de Karol Wojtyla. Si aquella vez se trató de contribuir a la liberación de medio continente del yugo del autoritarismo soviético, la opción geopolítica “verdaderamente urgente, incluso urgentísima,” que se imponía esta vez, dice Messori, venía de un desafío: “La Iglesia de Roma está por perder al que consideraba ‘el Continente de la Esperanza’, el continente católico por excelencia: Sudamérica abandona el catolicismo a un ritmo de miles de hombres y mujeres cada día”.
La mayoría de los fieles que ha perdido la Iglesia Católica latinoamericana ―casi un cuarto del total desde comienzos de los años 80― han ido a las diferentes vertientes del neopentecostalismo, muy activas y provistas de recursos más que suficientes para atraer a los sedientos de espiritualidad pero también de contención social y hasta económica.
Por este alejamiento de las masas del catolicismo, Messori responsabiliza en parte a “las teologías políticas de los últimos decenios, predicadas por curas y monjes convertidos en activistas ideológicos”.
El Vaticano que, como recuerdan muchos analistas, toma sus decisiones con un horizonte de largo plazo, habría tenido en cuenta entonces el nuevo equilibrio geográfico del mundo y del catolicismo y desplazado en consecuencia su centro de gravedad hacia la región donde vive casi la mitad de sus 1.200 millones de fieles.
El continente de los peligros
El número de bautizados creció en el continente americano, pero el catolicismo ha retrocedido en términos relativos. En Brasil, por ejemplo, el país con mayor número de católicos, éstos pasaron de ser el 95% del total en 1910, a un 65% actualmente.
Considerando al mundo industrial más desarrollado, el dato que resalta es que el único país que registró en el último siglo un aumento neto porcentual de católicos sobre el total de la población es Estados Unidos. De 14% en 1910, pasó a 24 por ciento hoy, principalmente debido a la fuerte inmigración latina. En cifras absolutas, con 75 millones de católicos, está hoy a la par con Filipinas, en el tercer puesto a nivel mundial.
Esto permite apreciar en todo su sentido las palabras del presidente Barack Obama cuando saludó a Francisco como el “primer Papa americano”.
Ahora bien, estas consideraciones numéricas, aunque seguramente contaron en la decisión, quizá no sean suficientes para explicar cabalmente lo sucedido.
La elección de Bergoglio puede ser vista también como un modo de recuperar un impulso transformador, que había sido muy intenso durante los primeros años del pontificado de Wojtyla, cuando la política le hacía el relevo a los caminos que el Papa señalaba desde la fe. Su histórica visita a Polonia reavivó el fervor religioso y fortaleció el movimiento sindical Solidaridad que fue clave en la erosión del régimen totalitario.
Pero, años después, a diferencia de lo sucedido con el comunismo, las críticas y advertencias de Wojtyla contra los peligros de la globalización y del capitalismo salvaje no parecían tener impacto en la política, que desoía sus llamados a reducir la desigualdad, la pobreza y la deuda de los países más atrasados. “No es posible que los países ricos traten de mantener su estándar de vida explotando gran parte de las reservas de energía y materias primas” que deben “servir a toda la Humanidad”, decía Juan Pablo II, y lamentaba que “decisiones con consecuencias mundiales (fuesen) tomadas sólo por un pequeño grupo restringido de naciones”.
Los males a combatir hoy son más intangibles y más extendidos a la vez que los regímenes de la Europa del Este: el relativismo moral, la tiranía del consumismo, el “escándalo de la pobreza”, como decía Wojtyla. Al igual que durante su pontificado, la apuesta puede hoy volver a ser que haya una traducción institucional –política, económica y social–, de los caminos que el nuevo Papa eventualmente señale y abra desde la fe.
Latinoamérica no es solamente el “Continente de la Esperanza”, también es el continente de los peligros que representa su enorme deuda social: la desigualdad sigue siendo extrema, el narcotráfico y la violencia delictiva azotan a muchos de sus países de un modo indignante y, tras una década de gobiernos de discurso anti-neoliberal, exhibe la poco honrosa cifra de 66 millones de indigentes.
La opción por los pobres, que Jorge Bergoglio quiere convertir en signo de su Pontificado, no puede tener mejor escenario que ése. No será el único, por supuesto: otras regiones del mundo en desarrollo lo son igualmente.
Pero en América Latina, la mayoría de los gobiernos actuales tiene también a los pobres en el centro de su discurso, lo que no significa en todos los casos una historia de éxito en materia de reducción de la pobreza.
¿Quién le teme al Papa?
Así como en los años 70 la designación de un Papa polaco fue el signo de la decisión del Vaticano de ser protagonista en la reunificación de Este y Oeste en Europa, bien puede leerse la elección de un latinoamericano como la voluntad de enfrentar los “males” del mundo moderno –desigualdad, pobreza extrema, violencia, narcotráfico– en un terreno donde todos ellos se dan cita y que es además, tradicional reservorio de la religión católica.
Si Messori compara esta elección con aquella de 1978 que dio origen a “uno de los mejores pontificados del siglo”, pero causó pánico “entre la Nomenklatura de la Unión Soviética y de todo el este que preveía los problemas” que efectivamente tuvo con él, la pregunta que surge ahora es: ¿Quién puede temerle a este nuevo Papa?
Y no faltan asustados a juzgar por la reacción de cierta izquierda argentina.
Un referente social del oficialismo argentino publicó un tweet extremadamente revelador: “FRANCISCO I es a América Latina lo q Juan Pablo II fue a la Unión Sovietica. El NUEVO INTENTO DEL IMPERIO POR DESTRUIR LA UNIDAD SURAMERICANA.”
Pasemos piadosamente por alto la reivindicación abierta y la añoranza por las dictaduras comunistas, difícil de entender en quienes se consideran a sí mismos campeones de la lucha por los derechos humanos.
¿Cómo se explica que los paladines del discurso anti pobreza crean que este Pontificado puede afectarlos? Salvo que se trate de que el mismo los interpela por el divorcio entre discurso y acción.
Pope Francis and Secularist Stereotypes
March 18, 2013
Don’t be surprised that the honeymoon lasted just a few hours.
The Catholic Church looks neither right nor left but up. In other words, the Church is not a vehicle for conservatism or liberalism, capitalism or socialism, but a vehicle for Catholicism. Anyone who thinks and believes otherwise has surely misunderstood the teaching and purpose of the institution left us by Christ Jesus. I say this because within hours of Pope Francis taking to the balcony in Rome, commentators were trying to shape the man in their own image. It’s an outrageous, but inevitable, thing to do. Pope Francis the friend of the poor, Pope Francis the defender of marriage; Pope Francis the Jesuit, Pope Francis the orthodox cleric; Pope Francis the critic of unbridled globalization, Pope Francis the fighter for the unborn.
The real answer is that he’s not some of these, but all of these.
And this is the very quintessence of the faith: a glorious duality, a pristine combination, a Chestertonian paradox of simultaneous truths. It’s a difficult concept for those who splash around the muddy pool of banal politics, but obvious to followers of Christ. There is no contradiction whatsoever between moral conservatism and fierce empathy with the poor and underprivileged. If anything, abortion’s targeting of the handicapped, the black and brown, and women, makes it an attack on the most vulnerable in our society. Similarly, contraceptives are liberating and empowering for lascivious men rather than oppressed women. Ask any couple living the Billings method, for example, who has most power in their physical relationship!
In the direct caring and loving of the poor and the marginalized we live and see not a contradiction of moral orthodoxy but a consequence of it. Two hands to one body, two sides of the same coin. And this was presented nowhere better than by the sparkling juxtaposition of Pope Francis in Argentina washing and kissing the feet of men dying of AIDS, but also fiercely opposing the government’s move to allow gay marriage and the adoption of children by homosexuals.
Consider Jesus and the woman found in adultery. It’s one of the most quoted passages of Scripture, frequently used by liberals wanting to silence Christians who offer an opinion on moral issues. They interpret it as Christ telling people not to judge, not to have a point of view. Absurd of course, in that he has numerous opinions, and tells followers to do the same. No, the story is actually about hypocrisy and judgmentalism. The crowd is testing Jesus; is he a legalist or a reformer? Neither. He exposes the mob’s genuine motives, and then tells the woman that she is forgiven, but that she must change her ways. You are loved, you are clean now, but in return you must try to be better, to live an improved life. It’s at the heart of the sacrament of Confession, and the key to fully understanding our new pope.
But the world seldom attempts to understand. The honeymoon lasted just a few moments, and within an hour of the Papal election, the Guardian newspaper in Britain screamed with a story that, far from being a friend of the oppressed, Pope Francis had been a buddy of the crypto-fascists in Argentina, had allowed or even encouraged the kidnapping of fellow Jesuit priests, and had said and done little as the junta ravaged and raped its own people. The Guardian is an acid newspaper, never missing an opportunity to blacken any white sepulchers it can find – as long as they are not socialist or leftist ones. The Guardian started it, the New York Times, Washington Post, and the rest of the mainstream media soon followed.
The Vatican Press Office is at long last learning its trade (perhaps influenced by a Canadian priest, who one hopes will have a long-term leadership position in the area) and responded quickly and effectively:
The campaign against Bergoglio is well-known and dates back to many years ago. It has been made by a publication that carries out sometimes slanderous and defamatory campaigns. The anticlerical cast of this campaign and of other accusations against Bergoglio is well-known and obvious. The charges refer to the time before Jorge Mario Bergoglio became bishop [of Buenos Aires], when he was Provincial Superior of the Jesuits in Argentina and accuse him of not having protected two priests who were kidnapped.”
It continued: “This was never a concrete or credible accusation in his regard. He was questioned by an Argentinian court as someone aware of the situation but never as a defendant. He has, in documented form, denied any accusations. Instead, there have been many declarations demonstrating how much Bergoglio did to protect many persons at the time of the military dictatorship. Bergoglio’s role, once he became bishop, in promoting a request for forgiveness of the Church in Argentina for not having done enough at the time of the dictatorship is also well-known. The accusations pertain to a use of historical-sociological analysis of the dictatorship period made years ago by anticlerical elements to attack the Church. They must be firmly rejected.”
Quite so. Good Lord, there have been two full-scale biographies of the man and myriad articles and profiles in highly literate and vibrant Argentina. The Anglo-Saxon media is immensely chauvinistic and insular, and acted as though they had uncovered some hideous scandal that had never before been discussed in backwards Latin America. Reality cries out to be heard. This issue, this dark propaganda, has been debated and defeated time and time again, and there is nothing new and nothing important or relevant here. Nothing to see, folks, nothing to see.
To add to the sheer hypocrisy of it all, we need to remember that when Conservative Prime Minister Margaret Thatcher led Britain against General Galtieri’s junta-fuelled Argentina, it was the same left-wing journalists now attacking the Pope who then condemned Thatcher for defending the Falklands against fascist-led troops. The succession of juntas stopped due to that very war, but if those Guardian types had had their way, it would have continued for years to come.
Do not, however, assume that this is the final attack. Pope Benedict was a German so according to the press he had to be a Nazi; Pope Francis is Argentinian, so according to that same press he had to be a supporter of authoritarianism. The usual suspects will doubtless find more stones to throw at the Pope and the Church, and a few windows may well shatter. But the house will stand firm, and its owner will stand tall. The more successful the Holy Father is, the more he will be attacked. In other words, speaking the truth has consequences.
Prayer all round please, for everybody’s sake, particularly Pope Francis
»América Latina tiene una gran responsabilidad»
Entrevista con el cardenal Cipriani, primado de Perú
Roma, 20 de marzo de 2013 (Zenit.org) Redacción
Desde Roma, el primado del Perú señala que con la elección del papa Francisco ahora le toca a América Latina, como región y desde su pobreza, devolver a una Europa descreída una nueva evangelización. Reproducimos una entrevista publicada el 17 de marzo en el diarioEl Comercio*.
¿Qué piensa del papa Francisco?
–Cardenal Cipriani: Es un pastor con una condición de gran sencillez. En estas primeras horas que lo he tratado es el mismo que conozco desde antes. Hasta en los detalles es un hombre sencillo. Por ejemplo, el jueves que fui a almorzar a Santa Marta, solo quedábamos unos 30 cardenales y, por casualidad, el papa Francisco se sentó en la mesa donde yo estaba, sin ningún protocolo especial. Allí hablamos de los temas normales que se tratan en la mesa. Esto señala la sencillez y cercanía que siempre tuvo mientras fue un pastor en Buenos Aires. Es un hombre muy espiritual, de gran recogimiento. En la plaza de San Pedro, cuando se dirigió a la gente, hizo un silencio que las miles de personas presentes siguieron.
¿Esa sencillez no será una debilidad en el gobierno de una Iglesia que necesita mano firme?
–Cardenal Cipriani: De ninguna manera, porque, así como es un hombre sencillo y cercano a la gente, también tiene una personalidad fuerte, posee firmeza y es muy lúcido cuando toma sus decisiones, todo lo que se necesita para saber gobernar.
¿En qué cree que pondrá acento su pontificado?
–Cardenal Cipriani: Vale la pena destacar que el papa Francisco es un hombre de gran coherencia eucarística, es profundamente eucarístico, es conocido que medita en el sagrario delante del Señor. Eso es una señal para todos los católicos, la necesidad de rezar, de volver a la oración. Luego le pondrá un acento muy fuerte a la necesidad de acercarnos a Jesús. No se puede seguir con el relativismo moral, la destrucción de la familia, en la vía social. El nuevo papa comunica una espiritualidad exigente, que es la de un hombre enamorado de Cristo, que se alimenta de Él en la oración.
En síntesis, podríamos decir que será un papa pastor.
–Cardenal Cipriani: Así es. Es pastor porque ha sido obispo mucho tiempo. Ya estamos viendo su lenguaje, que es muy cercano, ya nos dijo que la Iglesia no es una ONG, por lo que debe acercarse a la gente no de manera asistencialista sino existencial. Llevar a Jesús a todos para que transformen su vida.
¿Cree usted que este mensaje va dirigido especialmente a la jerarquía, es decir, a los cardenales, los obispos y los sacerdotes?
–Cardenal Cipriani: No necesariamente. Es un mensaje para todos: religiosos y laicos. Como antes hizo el papa Benedicto XVI, Francisco nos dice que la experiencia de un encuentro con Cristo nos compromete de manera concreta con los demás. No creo que el Papa vaya a dedicarse a estar a la defensiva o en la corrección pública de los errores, lo veo más propositivo. Nos ha dicho, por ejemplo, que la Iglesia tiene que proponer, con la sabiduría de la gente mayor, a la juventud. Lo veo muy lanzado a este Papa, nos ha invitado a dejar el pesimismo que parecía cernirse en algunos sectores. Lo que he visto es que nos propone que recemos, que defendamos la familia, la justicia, que seamos austeros; y eso no solo a los cardenales, a usted también.
¿Qué significa esta elección para América Latina?
–Cardenal Cipriani: He sentido mucho a los cardenales hablar de que es la hora de América Latina. Ahora nos toca asumir esa madurez en la vivencia de la fe. En América Latina, por gracia de Dios y el trabajo de nuestros evangelizadores, tenemos una gran religiosidad popular. Nuestra cultura respira fe. Desde temprano tuvimos santos. Ayer (el jueves), precisamente, el papa me pedía que lo encomendase a santa Rosa de Lima. En el alma latinoamericana hay una profunda fe católica. En los caminos nos encontramos siempre las imágenes de la Virgen, las cruces. Esa es la riqueza que nos dejaron los primeros evangelizadores. En Europa, a pesar de todo lo que tienen, el alma católica se ha enfriado mucho. América Latina tiene una responsabilidad muy grande. Debemos cuidar la coherencia de nuestro pueblo, la defensa de la familia, la buena escuela, las expresiones populares.
¿Es posible que en lo que se llama la nueva evangelización sea América Latina la que devuelva a una Europa descreída?
–Cardenal Cipriani: Así es, ahora nos toca, desde nuestra pobreza, devolver a Europa una nueva evangelización. Si somos responsables y generosos, veremos un espíritu misionero, sereno, gozoso, no anquilosado ni presa del relativismo que oscurece la cultura, a las personas y las vuelve frías y tristes. Y dentro del Perú mismo, el pueblo, los laicos bautizados, todo el conjunto de la familia católica, debemos mantener la ilusión y no permitir que se apague el entusiasmo de la fe.
¿Hay amenazas concretas contra la fe?
–Cardenal Cipriani: En nuestro querido país están surgiendo y aumentando las vocaciones. Las familias son alimento de esa fe. A los representantes hay que decirles que no exigimos un Estado confesional católico, pero sí uno que defienda a la familia, como institución natural; que defienda la vida, que es el mayor don. Espero, precisamente, estar de regreso en Lima para participar en la Marcha por la Vida (será el sábado 23). Contra esto hay un viento de confusión y pesimismo que a veces sopla desde los grandes países desarrollados. Si fuéramos más sabios, nos daríamos cuenta de que son esos vientos de confusión, precisamente, los que están dejando en soledad, frías y tristes a muchas personas. Algunos de estos países y ciertas instituciones, como las Naciones Unidas, promueven esas ideologías y quieren invadir la esencia de nuestra cultura que está impregnada de amor a Dios, donde la fe católica y el respeto a las instituciones fundamentales se mantienen. Proteger todo esto es un desafío. La respuesta de Dios al enviarnos un papa de Latinoamérica es una campana fuerte del Señor que nos llama a remar mar adentro, sin tener miedo. Es el momento del humilde y del sencillo, pero también de la fe hecha vida.
La gente quisiera conocer los detalles del cónclave. ¿Cuánto nos puede contar usted?
–Cardenal Cipriani: Nada, pues hacemos un juramento delante de Dios de que no revelaremos nada de los que allí ocurra. Hace bien respetar la palabra dada. Es algo que todos debemos aprender. Todo queda en secreto para siempre. La única posibilidad de revelarlo sería que el propio papa lo permita.
Sin embargo, ese juramento no se aplica a lo ocurrido en las congregaciones generales previas al cónclave, donde también deben haber pasado muchas cosas…
–Cardenal Cipriani: Es cierto, eso sí le puedo contar. Allí se fue delineando la urgencia de una Iglesia más viva, más sincera y valiente, también se habló de que hace falta una mayor purificación y transparencia. Se dijo que era necesaria una curia romana que entendiera un nuevo ritmo.
Hay quienes han lamentado que se hubiera elegido papa a un cardenal que no esté abierto al aborto o a las uniones homosexuales. ¿Algún cardenal lo está?
–Cardenal Cipriani: No lo sé, no lo creo, pero la verdad es que ningún papa puede renunciar a lo que Dios mismo ha legado en la Iglesia. A veces hay cierta prensa que exagera. El santo padre, quien quiera que sea, no puede modificar lo que recibe de Dios. Él solo custodia el legado de Dios. El papa sabrá poner una agenda clara para la continuidad de custodiar el depósito de la fe. Entiendo que haya voces discrepantes en algunos medios, pero no son los medios de comunicación los que pondrán la agenda al papa. No conozco a ningún cardenal que discrepe de esto.
¿Después de los primeros días del papa Francisco, qué cree que Dios ha querido decir con su elección?
–Cardenal Cipriani: Primero, lo tengo claro, que nos hemos olvidado de rezar. Hay que recuperar el cultivo de la fe en la oración. Cristo es el mismo siempre, el pastor bueno que nos busca si nos perdemos. Somos nosotros los que hemos dejado de lado esa gran fuerza de la Iglesia que es la oración. Segundo, volvamos la mirada y la acción a favor de los que más sufren, no por una ideología sino por la caridad, por el amor. El papa Benedicto XVI nos ha dejado dos encíclicas muy valiosas sobre esto, “Dios es amor” y “La caridad en la verdad”, las cuales nos dan la pauta de cómo amar al prójimo. No estamos hipotecados a ninguna ideología política.
¿No hay un riesgo de politizar o ideologizar el sentido latinoamericano por el nuevo papa?
–Cardenal Cipriani: Es posible que haya quienes quieran aprovecharse de la alegría que hoy se vive en América Latina por la elección de Francisco, pero él se encargará de dar a ese entusiasmo una dimensión de fe profunda y humanidad. Estará muy por encima de las discusiones ideológicas para demostrar cómo se actúa en nombre de Cristo y por amor a Él. Esa es una perspectiva mucho más rica que el simple asistencialismo.
Sí podrá contarnos cómo se fue dando el ambiente en el cónclave, cuando en la quinta votación, veían que sí llegaban a los 77 votos…
–Cardenal Cipriani: Obviamente, cada uno llevaba sus cuentas de los votos, así que cuando veíamos las cifras ya sabíamos que teníamos papa aunque no hubiera terminado el escrutinio. En ese momento estalló un aplauso, igual como ocurrió con Benedicto XVI en el 2005. Yo no estaba tan cerca del cardenal Bergoglio, pero imagino que para él habrá sido una profunda emoción. Es muy bonito ver cómo tras la acción del Espíritu Santo, de la que todos somos conscientes, surge un respeto y amor, una unidad instantánea, no hay manifestaciones raras. Cuando todos notamos que tenemos papa, es algo importante que nos alegremos sinceramente de ver a ese Cristo con nosotros.
¿Qué le parece el nombre que escogió: Francisco?
–Cardenal Cipriani: Es verdad que a todos nos sorprendió que escogiera el nombre de Francisco de Asís, pues él mismo explicó que era por ese santo. Pensamos que iba a seguir alguno de los que ya había, pero no fue así. Y en eso también hay un algo de Dios, en realidad mucho, pues la humildad de Francisco nos habla de un enorme desprendimiento, de una vía más austera. No olvidemos la importancia que el santo de Asís tuvo en la evangelización en su tiempo. Esto es elucubración mía, pero nos va dando luces de la escuela que será este pontificado.
A propósito de esa escuela, en sus dos intervenciones hemos notado su estilo breve y directo
–Cardenal Cipriani: Así son los párrocos que tienen diez minutos para hacer la homilía y que deben dirigirse a sus fieles con la mayor sencillez posible. El estilo de Francisco es un estilo pastoral.
En la Misa del jueves con ustedes, los cardenales, precisamente fue breve y directo
–Cardenal Cipriani: Y puso claramente el acento en tres acciones: caminos, edificar y confesar, tres palabras que se planifican en la identidad con Cristo. Caminar, edificar y confesar con Cristo, en Cristo y a Cristo. En eso radica la coherencia. Ahora debemos retomar la fuerza y la ilusión que el Santo Padre ya nos está comunicando.
¿No le parece demasiado difícil vivir esa coherencia?
–Cardenal Cipriani: Seguramente, pero es la manera de vivir plenamente. En las congregaciones previas al cónclave se manifestaron ideas y opiniones acerca de cómo el Espíritu Santo nos convoca por distintos caminos que se están abriendo en la Iglesia, en la santidad de la vida corriente. Yo puedo hablar por ejemplo, de lo que nos enseñó san Josemaría Escrivá, de cómo es posible ser santo en la vida ordinaria. La exigencia apostólica es llevar el mismo mensaje a todos los rincones. Esta es una invocación a la unidad, para que no haya grupos, tendencias, que no se diga si uno es conservador y el otro progresista, pues esos calificativos son ajenos a la Iglesia. Hay que borrar esas barreras y marchar hacia la unidad.
Veo que en las congregaciones sí hubo diferencias entre los cardenales, por llamarlo de alguna manera
–Cardenal Cipriani: Podemos decir que en las congregaciones hubo dos climas, dos ambientes. En muchos lugares la fe está adormecida, está como aplastada por leyes, por políticas, por eso puede surgir algún pesimismo en los pastores, un cierto decaimiento. En otros, donde hay un mayor espíritu religioso, como ocurre en América Latina, o donde inclusive se sufre el martirio como en Vietnam, China, África, tenemos propuestas más entusiasmantes.
¿Por eso algunos aflojan?
–Cardenal Cipriani: Puede ser que algunos pastores piensen que la rebaja puede ayudarlos, pero lo que realmente atrae es la cruz de Cristo, el gozo de la cruz. No hay tendencias en la Iglesia, pero sí intentos de aguar la fe. El Papa nos está animando a ir adelante.
Juan Pablo II fue el corazón; Benedicto XVI, la razón; ¿Francisco será la acción?
–Cardenal Cipriani: De alguna manera sí. Veo en Francisco la acción y la ternura, es un hombre profundamente místico y de allí surge la acción que lo lleva casi impulsivamente a ayudar a los demás, a acercarse a la persona concreta, de ir al encuentro de quien sufre dificultades.
¿Será ese el camino para la Iglesia en este siglo XXI?
–Cardenal Cipriani: Es verdad que la tecnología nos ayuda hoy a muchas cosas, pero muchas veces nos aísla. Es mucho más importante una visita, aunque sea breve un buen abrazo, una palabra de cariño, que un mensaje por correo electrónico. La tecnología nos comunica más, pero también nos aleja, y el mundo está clamando por más amor, mayor cercanía y profundidad. Eso supone aprender a hacer silencio, ejercitarse en la meditación. Esos silencios hacen mucho bien al progreso que estamos viendo actualmente.
¿El Santo Padre le ha confirmado que visitará el Perú?
–Cardenal Cipriani: Estamos ante un cambio importante y tenemos la esperanza de que visite el continente. El viernes lo invité de manera informal y entiendo que el gobierno peruano también le habría hecho llegar una invitación.
¿Cuál ha sido la principal diferencia entre los cónclaves del 2005 y 2013?
–Cardenal Cipriani: Varios de los cardenales que participaron entonces hoy ya no estaban. Más bien, muchos, casi el 70%, lo hacía por primera vez. Entonces había una novedad de parte de ellos. Además, en el 2005 todos estábamos conmocionados por la muerte de Juan Pablo II, cuya presencia estuvo muy viva en todo momento, nos parecía imposible que ya no estuviera con nosotros. Ahora, desde el 11 de febrero tuvimos la sorpresa y el dolor de la renuncia del papa Benedicto, pero al mismo tiempo eso nos ha permitido intercambiar idas con mayor largueza.
* Publicado en el diario El Comercio, página A2 y A4, el domingo 17 de marzo de 2013
Fuente del dossier: Aceprensa
2 respuestas
NC, este puerro no se lo lee ni Verónica
Usted sí , señor Paco que no nos engaña 🙂
a usted le gustan las noticias que tengan que ver con la Iglesia mas que los depósitos ajenos a los burócratas de Bruselas.
No le niego que es extenso , lo es.
Pero es para leer por temas claro está.
Un abrazo y feliz pascua de Resurección!!
Alfredo Urquijo
director NC