Es la noticia que todos esperamos: que se ha conseguido una vacuna para frenar al coronavirus. Como es muy humano, tendemos a creer lo que queremos creer, por lo que ayer se acogió con una oleada de entusiasmo mediático la noticia de que el ministro de Defensa de China había anunciado que se había probado “con éxito” una vacuna, y que ya podía empezar a ser ensayada en humanos.
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Algunos medios, ampliando un poco el foco, daban una noticia casualmente del día anterior, curiosamente mucho menos destacada, según la cual los EEUU también disponían de una vacuna que iba a empezar a ser probada en un grupo de voluntarios. ¿Es casual que China haga el anuncio un día después que los EEUU? ¿Estamos ante una carrera por la vacuna entre China y los EEUU como la carrera espacial entre los EEUU y URSS? ¿Cuánto es verdad y propaganda? Y sobre todo, ¿cuándo podemos tener la vacuna?
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Profundizando en la noticia de que los EEUU ya iban a empezar a probar una vacuna en humanos, las informaciones nos llevan a una empresa estadounidense llamada Moderna, que es la que ha desarrollado la vacuna en colaboración con el National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID). Pues bien, tanto la web de esta empresa como la del NIAID ofrecen información detallada sobre el desarrollo de esta vacuna, indicando que efectivamente ya se ha empezado a probar en un grupo de voluntarios, tras haber sido probada con éxito en animales, por lo que entra en una nueva fase de pruebas y comprobaciones con los humanos que se prolongarán durante cerca de un año. O sea, que el hecho de que ya haya una vacuna experimental y que se empiece a probar con humanos no implica ni que vaya a funcionar con la eficacia esperada ni que se vaya a empezar a utilizar efectivamente en breve y de forma masiva como vacuna.
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Si leemos la letra pequeña de lo anunciado por el Ministerio de Defensa de China, lo que nos encontramos es con exactamente la misma noticia. Lo que se habría probado con éxito en China es también la eficacia con animales y el anuncio sería el comienzo de las pruebas con humanos. Que China haga este anuncio tan a continuación de los EEUU, como no queriendo quedar atrás, resulta un tanto sospechoso e indica la existencia de una carrera entre las superpotencias para ser los primeros en obtener la vacuna. Lo cual es muy bueno. La competencia suele producir aceleradamente buenos resultados. Obviamente pueden surgir problemas con estas vacunas durante su período de pruebas, o pueden surgir en breve más vacunas experimentales, pero aunque la primera que se va a empezar a probar ya diera buen resultado, la vacuna que nos pongan en el brazo sigue estando todavía a un año de distancia en el mejor de los casos, salvo que la emergencia radical, si es posible, se llevara por delante parte de esos plazos. Aunque tuviera que transcurrir un año eso no dejaría de ser un punto final, pero sería un año muy duro y muy largo.
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A cuenta de todo ello, el diario El País se hacía eco ayer de un informe del Imperial College de Londres, centro colaborador de modelización de las enfermedades infecciosas de la Organización Mundial de la Salud, analizando las dos estrategias que se plantean en este momento frente al coronavirus: la contención (España e Italia) o la mitigación (Inglaterra). El estudio recomienda la estrategia de supresión-contención, pero advirtiendo de que con esta estrategia será necesario “mantener las medidas, al menos de manera intermitente, mientras el virus circule por la población o hasta que haya una vacuna disponible”, y que “se necesitarán al menos unos 12-18 meses antes de que tengamos una vacuna”.
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El modelo de propagación del virus elaborado para el estudio predice 250.000 muertes en Reino Unido y hasta 1,2 millones en EE UU. Esa es la situación.
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