En ninguna ley está escrito que los niños con síndrome de Down tengan menos derecho a la vida que el resto de los niños. Es más, vivimos en una sociedad que se ofende airadamente si una diputada los llama “tontitos”. Por tanto todo esta bien en la superficie de nuestra moderna, tolerante, plural, democrática y estupenda sociedad del bienestar en la que vivimos los estupendos ciudadanos españoles. El problema es que por debajo de la superficie las estadísticas reflejan otra cosa muy distinta. En el mundo hay un niño con síndrome de Down cada 750 nacimientos. No se trata de una proporción variable en función de las razas, la dieta o las clases sociales. Sin embargo, en España la proporción se reduce a uno de cada 1.100 alumbramientos. Es decir, que falta un 30%. ¿Y dónde están los niños que faltan? En el vertedero de Ansoáin próximamente podrán encontrarse algunos. Ah, y ayer se celebró el Día Mundial del síndrome de Down. Claro que, según somos más estupendos, cada vez se celebra menos.
2 respuestas
Me dio mucha pena cuando la chica del medio en la foto apoyaba a Zetaparo, no se daba cuenta que si por ZP fuera, ella nunca habria nacido…
Ya… Satán-ZP seguro que sueña con matar a todos los niños con Down… seguro.
Miren: dejémonos de chivos expiatorios, que nos gustan mucho.
Aquí la prueba de la amniocentesis se la hace todo quisque. Se ofrece como u na prueba diagnóstica, pero lo que conlleva es una opción de vida o muerte.
Yo tengo muchas amigas que la han hecho. Y que son antiabortistas a muerte.
Ya.
Lo cierto es que a ninguna mujer le gusta que su hijo tenga un down o cualquier otra anomalía congénita grave. Y que la ciencia ofrece la posibilidad de diagnosticar anticipadamente -con bastante precisión, pero en absoluto libre de error-
Y mientras nuestras mujeres: hermanas, madres, esposas, e hijas, y sus esposos, naturalmente, no tengan claro el valor de la personita que llevan en su seno y no lo amen entrañablemente hasta el punto de sacrificar sus expectativas vitales, se seguirán producidendo más abortos de los que cualquiera (incluso ZP, estoy seguro, aunque no sea mi candidato, pueden creerlo). Porque u aboerto no es ninguna cosa que desee ninguna mujer.
El tema es que esa opción es de cada persona. Ama hasta ese punto o no? Los abortos no dan nota al nivel legal, o a la ética de los gobernantes, sino de los ciudadanos, de los gobernados.
Somos los hombres y mujeres españoles los que aprobamos o suspendemos este examen.
Así que me atrevo a sugerirles (y sugerirme) menos chivo expiatorio. Volquemos nuestra culpabilidad en nosotros mismos, n oen el otro (ya vale de ver lapaja en ojo ajeno); suframos la frustracion que deriva de la impotencia de ser buenos. Padezcamos por nuestra escasa calidad humana; protestemos por una sociedad vacía y fría que nos valora por nuestra capacidad de producir dinero y no de dar amor, y que eso nos sirva para cambiar individualmente, y emprender la gran revolución, que es la interior.