No las tienen todas consigo. Frente a la imagen de solidez y seguridad que tratan de proyectar, en el cuatripartito no están nada seguros de poder revalidar su actual mayoría. De hecho, según personas relevantes en el espectro nacionalista, este mismo año se ha planteado la posibilidad real de convocar elecciones anticipadas en Navarra, asumiendo que, impulsados por la estabilidad política y la bonanza económica, podía ser el momento más dulce, estable y propicio de la legislatura para intentar repetir los resultados del 2015. En palabras de Uxue Barkos, el horizonte electoral «siempre genera tensiones», y lo que no se ha hecho en 3 años es difícil que se pueda conseguir en el último año de la legislatura y con la vista ya puesta en las urnas.
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Justo cuando las cúpulas del cuatripartito se encontraban en ese debate, eclosionó precisamente uno de los riesgos que se estaban barajando para anticipar las elecciones: la división de Podemos. De haberse anticipado las elecciones, tal vez se hubiera llegado a tiempo para que la marca Podemos en Navarra presentara una candidatura unitaria. En este momento, por el contrario, no está claro si habrá una o dos candidaturas compitiendo por el electorado de Podemos, ni qué se llevará cada una en ese reparto, o incluso si, según el escenario, se pierde un diputado sólo por esa fragmentación del voto.
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Una vez que se ha materializado este escenario que se pretendía evitar, la posibilidad de anticipar las elecciones forales ha decaído. Las ventajas de adelantar la cita con las urnas ya no están claras. La división de Podemos preocupa ahora gravemente al resto de partidos. La imagen es desastrosa, el electorado podemita puede desmovilizarse e incluso puede haber dos candidaturas separadas de Podemos, atacándose entre sí, agravando el deterioro y fraccionando el voto nadie sabe con qué resultados. Algunos dirigentes del cuatripartito piensan que ahora ya no hay duda de que hace unos meses la mejor jugada hubiera sido haber adelantado las elecciones, pero en este momento la cosa no tiene remedio. Sólo resta sonreír a la cámara y decir lo débil que está la oposición y lo bien que va todo. Pero de puertas para adentro tienen sus dudas, saben que en 2015 ganaron por sólo un puñado de votos y que de hecho aún puede eclosionar otro de los riesgos a evitar que se barajaron para justificar el adelanto electoral en Navarra, un riesgo agravado si cabe tras los acontecimientos de la semana pasada y el ascenso al poder de Sánchez con una mayoría parlamentaria precaria: que en Madrid el gobierno central no aguante, sea éste el que anticipe las elecciones y las haga coincidir con las locales y autonómicas de mayo de 2015, provocando una campaña en clave nacional que considera muy perjudicial el cuatripartito.
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Preocupa ver a la oposición movilizada
Todo lo anterior podría explicar el nerviosismo y la irritabilidad del cuatripartito ante el éxito de la manifestación del 2-J. Ven a parte de su electorado confuso y desencantado, particularmente con una de las patas del gobierno, donde las cosas no van a mejorar, mientras observan al electorado rival activo y movilizado. Naturalmente nadie sabe lo que puede pasar hasta dentro de un año y cómo puede traducirse todo eso a la hora de contar votos, pero están muy preocupados y no están seguros de si ahora la estrategia adecuada es acelerar o pisar el freno.
Un comentario
Sí, bueno, pero si el PSN se vuelve a echar al monte, como parece deducirse del veto a UPN anunciado por Pedrito … pues apaga y vámonos.