¿Debe dimitir Ayerdi ante el fracaso de Davalor?

Hasta Ayerdi no tiene más remedio que reconocerlo a estas alturas. Davalor es un fiasco. Las palabras exactas del vicepresidente fueron ayer que la situación es “enormemente delicada, esta es la realidad”. Más allá de las palabras, lo peor son los datos. Todo el problema de Davalor se suponía que era poner las máquinas en las ópticas, porque a partir de ese momento multitudes en todo el mundo se lanzarían sobre ellas, sería la Coca-Cola del siglo XXI. Pues bien, el hecho es que la máquina pionera instalada en Tudela sólo ha realizado 20 servicios en 2 meses. La cosa no le ha ido mejor a la máquina que se instaló en un Visionlab de unos grandes almacenes en Madrid, donde el famoso EVA (Evaluador de la Visión Automatizado) sólo ha sido utilizado 119 veces en 5 meses. En total, Davalor ha facturado 2.950 euros en 5 meses, una cifra que superaría cualquier modesto autónomo navarro. ¿Cuántos millones han salido del bolsillo de los navarros a fecha de hoy para financiar un negocio de 2.950 euros y 19 millones de deuda?

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Es fácil entusiasmarse con el dinero de los demás

El caso Ayerdi vuelve a evidenciar lo fácil que resulta entusiasmarse con el dinero ajeno, no digamos con el dinero público. Si SODENA ha acabado siendo el soporte vital de Davalor es porque esta empresa no estaba siendo capaz de conseguir que su proyecto se lo financiara un inversor privado o el Banco de Santander, por poner un ejemplo. ¿Por qué las sociedades públicas suelen ver con claridad los préstamos sobre los que las instituciones o inversores privados tienen muchas dudas? Porque sólo estos últimos se juegan su dinero. Alguien dirá que para eso precisamente están las sociedades públicas de crédito, para prestar a quienes no prestan los bancos. Pues bien, no nos quejemos entonces de los resultados. Nosotros tenemos, por el contrario, la idea de que el dinero del contribuyente no puede destinarse a inversiones de alto riesgo y que para eso ya existen inversores y fondos especializados. Eso sí, es difícil camelar a inversores que a partir de cierto nivel no sólo suelen tener mucha experiencia y conocimiento sino que además se juegan su propio dinero.

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La responsabilidad personal de Ayerdi

Si algo no puede alegar Ayerdi en todo este caso Davalor es que nadie hubiera podido pensar que esto podía acabar en fracaso. Es más, hace tiempo que lo raro era pensar que esto podía acabar bien. Basta consultar la hemeroteca de Navarra Confidencial para comprobar que no hacía falta ser un lince para observar que Davalor era un asunto dudoso. Dudoso para ser generoso, pues era un pozo que venía incumpliendo las expectativas y tragándose el dinero de todos los que habían invertido en él desde el año 2010. Juan José Marcos, el gran gurú de Davalor, hablaba en 2014 de que tenía 20.000 pedidos, que en 2015 se habrían distribuido 1.000 máquinas, de que en 2016 el negocio ya se habría expandido por Asia y los EEUU y que en 5 años facturarían 30.000 millones de euros. ¿No hace mucho entonces que dejaron de ser creíbles el discurso “disruptivo” y la fraseología de Marcos? Cualquiera que preguntara a la gente de ese mundo sabe que el negocio de las ópticas es ofrecer gratis a los clientes graduarles la vista, porque se dedican a la venta de gafas, no les interesa instalar una máquina de diagnóstico y cobrar 25 euros a cada cliente. Para asuntos más complejos que graduar la vista, salimos del campo de negocio de las ópticas y entramos en el terreno de la oftalmología. Pero la máquina de Davalor tampoco sustituye la visita al oftalmólogo. Esto ya no es una mala previsión sino un parte de situación.

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La naturaleza reconocidamente “atípica” del préstamo aumenta la responsabilidad de Ayerdi

Naturalmente la responsabilidad de Ayerdi es máxima en este asunto porque desde el primer momento que se produjo el cambio político él asumió personalmente el empeño en este préstamo, contra la opinión de muchos, y no sólo nos metió a los contribuyentes en uno más de los sonados negocios de Sodena, sino que en este particular fracaso lo hizo retorciendo el protocolo y de un modo reconocidamente “atípico”. Si ya siguiendo el protocolo, los filtros y el consejo de los técnicos es difícil que el contribuyente no pierda dinero en Sodena, como para no temer lo peor saltándose las barreras. Puestos a inversiones disruptivas de riesgo, si Sodena hubiera invertido los 2,4 millones en bitcoins en vez de en Davalor la inversión se hubiera multiplicado por 80, y no es que Sodena invirtiendo en bitccoins nos parezca una buena idea. Lo cierto es que nuestros bolsillos podrían descansar mucho más tranquilos si Ayerdi dimite y, para evitar futuras ocurrencias de unos u otros, se disuelve Sodena.