1 – El sector privado paga el sector público. Incluso los impuestos que pagan los funcionarios con su salario provienen de los presupuestos. La sociedad se divide entre quienes perciben renta del sector público (subsidiados, pensionistas, funcionarios) y quienes aportan renta al sector público (consumidores, trabajadores y empresarios del sector privado). Cuantas más personas perciben renta del estado y menos la aportan, más insostenible es el estado.
2- Si de cien euros que ganamos el estado se lleva treinta, nos quedan setenta para gastar en la economía real, ésa que es en el fondo la que sostiene al estado. Si el estado se lleva cuarenta y cinco nos quedan sólo cincuenta y cinco. Si se lleva sesenta a la economía real sólo le quedan cuarenta. Subir impuestos, por consiguiente, genera el efecto negativo de disminuir nuestra renta y nuestra capacidad de gasto, ahorro e inversión. Esto es algo de lo que deben ser conscientes los partidarios de las subidas de impuestos. Por eso además, con carácter general, el estado sólo debe hacer lo imprescindible, de la manera más eficaz, y siempre que no exista otra manera de hacerlo que no sea a través del estado.
3- Si el estado aplica un impuesto a cajas y bancos, por más que todo el mundo odie a las cajas y bancos, es probable que las cajas y bancos (las empresas en general), si pueden repercutan ese coste a los consumidores. Por ejemplo, subiendo las comisiones o el precio de sus productos. De esta forma, quien aplaude con entusiasmo una subida de impuestos puede acabar pagándola con bastante menor entusiasmo.
4- Los impuestos siguen el siguiente ciclo: cuando suben los impuestos, caen los ingresos de los ciudadanos; cuando caen los ingresos de los ciudadanos, caen sus gastos; cuando caen los gastos, caen las ventas; cuando caen las ventas, cae la producción; cuando cae la producción, cae el empleo; cuando cae el empleo, aumentan los subsidios y cae la recaudación. ¿Qué hacer entonces? Vuelva a releer el principio si cree que la solución es subir los impuestos.
La amarga experiencia de la subida del IVA
Cuando el actual gobierno se dio cuenta de que tenía problemas de verdad para cuadrar las cuentas públicas (España lleva siendo puntualmente rescatada desde mayo del año pasado), decidió subir el IVA. Subir el IVA implicaba aumentar un impuesto sobre el precio de los artículos más básicos, por lo que los ciudadanos podían comprar menos con el mismo dinero. Naturalmente esto también suponía correr el riesgo de abortar la recuperación económica. Si se debilitaba la economía, a pesar de subir el IVA la recaudación apenas subiría. ¿Qué dirían ustedes que ha pasado desde la perspectiva de un año? Naturalmente hace un año el gobierno necesitaba desesperadamente dinero, por lo que subió a todo el mundo un impuesto indiscriminado como el IVA. Ahora dice que va a subir los impuestos a los ricos. Incluso puede que lo haga. Pero no para recaudar dinero, que sabe que sería muy poco. Lo que necesita recaudar ahora desesperadamente son votos.
¿Qué cree usted que debería hacer preferentemente el gobierno? ¿Subir los impuestos o recortar los gastos?
- Recortar los gastos (88%)
- Subir los impuestos (12%)
Un comentario
En relación con esta entrada que tiene una base “contable” real, creo que es importante reducir la parte demagógica y reconocer hechos reales.
El objeto inicial de nuestros impuestos es mantener un sistema “común” que nos provea de servicios que no somos individualmente capaces de afrontar. Así, todos reconocemos la necesidad de mantener a la policía, a los bomberos, al sistema de justicia, las infraestructuras de carreteras, un aire respirable… Por motivos históricos, en este país las infraestructuras de luz o agua son privadas o semipúblicas, pero muy intervenidas. Asimismo, hemos aceptado dotarnos de una educación y sanidad públicas; y tenemos la posibilidad de utilizar el servicio paralelo privado, que surgió cuando el público no respondió adecuadamente a nuestras expectativas. También podríamos ducharnos con agua de Belascoain, o de Betelu (haremos publicidad a las de origen foral).
Quiero apuntar que la red educativa privada navarra es esencialmente concertada, y recibe el soporte sustancial de la Administración con nuestros impuestos, aunque reconozco que el coste y el rendimiento son mejores; y que, por tanto, para el contribuyente es mucho mejor una red privada concertada que la red pública por alumno formado.
Podríamos igualmente privatizar el sistema público de sanidad o la seguridad social, al estilo EE.UU., pero dejando desprotegido a un notable porcentaje de la sociedad, lo que parece que no nos encaja por solidaridad.
Quería, con todo esto, recalcar que aportamos una parte de nuestros bienes, vía impuestos, para que el Estado nos provea de servicios que queremos a un coste razonable, y eso está bien.
Lo que posiblemente no queremos es que, con ese dinero, nuestro dinero, aportado tanto por el sector privado como por los trabajadores del sector público, los servicios se proporcionen a costes desorbitados por una inadecuada gestión. Tampoco, en ocasiones, estamos de acuerdo en cómo se configuran los impuestos que pagan esos servicios, o la definición de los servicios que se prestan, pero esto forma parte del juego democrático.
En Europa hemos instalado un sistema que se ha venido a llamar progresivo, “quién más tiene más paga”, pero exponencialmente, y que, implica que quien se encuentra con una renta muy alta aporta en términos cuantitativos mucho más; pero tenemos que reconocer que este sistema no afecta al consumo y, como mucho, y para unos pocos, afecta al su domicilio fiscal.
Los impuestos como el IVA, tabaco o carburantes nos afectan a todos por igual y su subida, en momentos de recesión, afectan directamente al consumo. Pero, por otra parte, nuestro país y nuestra comunidad no son entes abstractos. Existe una deuda pública y hay que pagarla. Se generó cuando la Administración se equipó de infraestructuras de futuro y cuando gastó en proporcionarnos esos servicios más que lo que recaudó.
Confiamos en que, en primer lugar, consigamos mantener (o casi) los servicios a un menor coste, con mayor eficiencia en el gasto. Pero si, como parece, con esto no basta, tendremos que ser conscientes que una subida de impuestos en inevitable.
Nuestro entorno mantiene un IVA del 20 al 22%. Ahí estaremos también nosotros más pronto que tarde, con cualquiera de la R’s de presidente.
¿Y eso nos ayudará a crear empleo? No, pero pasará igualmente.
De hecho, estoy de acuerdo en que lo destruye, pero también lo destruye la desconfianza hacia un país, una desorbitada prima de riesgo, o la ausencia de crédito en el sistema. Gobernar implica optar.