Cuando eres el rey de la mentira, no puedes encabezar la lucha contra los bulos

Un gobernante que miente no puede perseguir a los periodistas diciendo que mienten. En general los gobernantes no pueden perseguir a los periodistas, pero mucho menos un gobernante caracterizado por mentir, mentir a todo el mundo, mentir constantemente, mentir sin ningún escrúpulo. Para perseguir a los periodistas que mienten están los jueces. Jueces independientes, no jueces nombrados por el gobierno. Si el gobierno nombra a los jueces, es lo mismo que los periodistas sean perseguidos por el gobierno que por los jueces elegidos por el gobierno.

Que los periodistas mientan es grave, pero no es lo más grave y preocupante. Mucho más grave que las mentiras de algunos medios es que mienta el gobierno. A fin de cuentas mientras haya libertad la mejor defensa contra los bulos es poder contrastar lo que dice un medio leyendo a otros medios. Si alguien sólo lee un periódico puede ser engañado. Si lee dos o tres ya es más complicado.  Si necesitamos una urgente regeneración democrática, debe ser antes que nada para perseguir las mentiras que dice el gobierno.

Para cuando un juez determina que una publicación es falsa seguramente ya lo sabe todo el mundo, por lo menos todo el que se preocupa por tener varias fuentes y estar bien informado. El mejor combatiente contra los bulos es uno mismo o nadie.

Lo verdaderamente peligroso es que el gobierno imponga una verdad oficial que no pueda ser discutida. Hay dos clases de países en el mundo, los países en los que se puede criticar al gobierno y los que no. No hay ni un sólo país en el que no se pueda criticar al gobierno que no sea una mierda de país para vivir. En eso es en lo que Pedro Sánchez y sus socios nos quieren convertir.

Desde luego si alguien tiene la osadía de querer convertirse en el paladín de la lucha contra los bulos y la mentira, tiene que ser alguien ejemplar. Alguien al que no se le pueda reprochar ni por asomo que incurra en aquello que trata de combatir. Pedro Sánchez dirigiendo la lucha contra los bulos y la mentira es como Farruquito dirigiendo la DGT.

Antes que acometer contra los medios que mienten, es mucho más prioritario acometer contra los gobiernos que mienten. Son mucho más peligrosos los segundos que los primeros, porque el gobierno es el que tiene directamente el poder. Lo que de verdad hace falta perseguir primero de todo para regenerar la democracia son las mentiras del gobierno. Perseguir a los medios desde el gobierno es lo que hacen los dictadores.

Como pueden apreciar hemos salpicado este texto de momentos de la hemeroteca en que Sánchez ha mentido como un bellaco. Una y otra vez. Sin parar. Como si tuviera una incapacidad congénita para decir la verdad. La doctrina de Sánchez no es que hay que decir la verdad, sino que si la gente  te  sigue avalando en las urnas pese a tus mentiras entonces se puede mentir. O que hay que mentir para que la gente te siga avalando en las urnas. 

Conviene no olvidar la hemeroteca de Sánchez porque seguramente todos hemos visto ya buena parte de estos vídeos, pero la diferencia entre ignorar y olvidar es sólo que quien olvida una vez sí supo. Ahora que Sánchez se presenta a sí mismo como el campeón de la lucha contra la mentira, no olvidemos todas las veces que atropelló la verdad. Porque lo que busca este personaje es el poder, no la verdad.

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3 respuestas

  1. Y lo peor de todo que tiene pinta que a éste “resiliente” (prefiero la palabra pelmazo) no nos lo quitamos ni con aguaras

  2. No hace falta recordar sus mentiras

    Pacta con los que todavía no han condenado el asesinato de un periodista (Tomás Caballero) Acuérdense cuando salgan diciendo que en Latinoamérica se asesina periodistas (ahora menos que gobierna la izquierda)

  3. Citar lo que dijo Salvador Allende, por ir en línea con la ideología (si es que la tiene) de Sánchez: “no buscamos en las leyes represivas la posibilidad de detener aun el ataque en contra nuestra. No nos inquieta la crítica. No sólo la aceptamos, sino que la reclamamos. No creemos que haya gobierno alguno que no cometa errores; lo peor sería no aceptar la crítica.” Discurso del 1º Congreso Nacional de Periodistas”.

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