Ayer se viralizó un vídeo grabado en el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona, en la cual un grupo de estudiantes “antifascistas” acosaba a otro grupo de estudiantes de la plataforma ‘S’ha Acabat!’, que defiende la unidad de España y había montado una carpa para difundir sus postulados.
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El inevitable rifi-rafe acabó con uno de los “antifascistas” encarándose a voz en grito con los chicos de la plataforma y gritando “Estoy cansado de no caer (en sus provocaciones), si están en la cárcel nuestros padres, nuestros familiares. Sois unos fascistas, sois unos putos fascistas”, y “Cogeremos las pistolas y os reventaremos la cabeza, hijos de puta”.
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Este clima de crispación no es un hecho excepcional en la Universidad Autónoma de Barcelona y ya el año pasado, por ejemplo, otro grupo de “antifascistas” destrozó un puesto similar de Sociedad Civil Catalana y quemó una bandera de España.
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Como primera y recurrente reflexión, una vez más nos encontramos con que esto de luchar contra el fascismo significa luchar para que la gente pueda pensar lo que quiera, expresar lo que quiera y en general tener más libertad. Por el contrario, todos estos grupos que se autodenominan “antifascistas” a lo que se dedican, por supuesto utilizando la violencia, es a impedir que la gente pueda ser libre para expresarse y pensar algo distinto de lo que piensan ellos. O sea, que los grupos antifascistas se dedican básicamente a practicar el fascismo. Es importante contrastar lo que la gente hace con lo que la gente dice, para que Jack el Destripador no pueda decir que es un médico o los CDR y los ultraizquierdistas que luchan contra el fascismo.
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Dicho esto, resulta difícil no preguntarse si esta es la imagen que ofrece una universidad que funciona.
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O sea, si un tipo en el campus de Harvard le dice a gritos a un grupo de estudiantes que va a coger una pistola y matarlos a todos, seguramente el sujeto en cuestión pierde su matrícula en la universidad al minuto siguiente. Aunque en realidad es más probable que en Harvard no haya nadie tan estúpido y primitivo como para hacer algo por el estilo. En Harvard o en otras universidades de prestigio, mucho más si se trata de una universidad pública, probablemente hay filtros, empezando por el nivel académico, para que un antropoide violento no llegue a la universidad a malgastar la inversión que los contribuyentes tienen que realizar en la matrícula de un alumno.
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La hiperpolitización de las universidades y el sistema educativo en general
Obviamente no es casual que las universidades en las que se producen escenitas de este estilo, que son casi todas las españolas públicas, nunca se encuentren entre las 200 mejores universidades del mundo. Porque o se es una universidad o se es una herriko taberna, ambas atraen a tipos opuestos de clientela por razón de mentalidad y talento. De universidades como Harvard sale gente que inventa Facebook y de las universidades españolas salen gente como Iglesias, Monedero y la banda de la porra.
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El problema es que a lo mejor esto no es así a pesar de todos los esfuerzos de las autoridades académicas y de nuestros políticos bienamados, sino que por el contrario es justo el modelo universitario que pretenden. En los territorios controlados por el nacionalismo es obvio que todo el sistema educativo tiene como fin primordial aumentar la base social del nacionalismo.
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Pues no nos quejemos luego.
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Ni nos resignemos tampoco si, para mejorar el nivel de nuestras universidades, ya sabemos por dónde debe empezar el cambio.
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Claro, no se puede tomar la parte por el todo. La universidad española no es sólo la banda de la porra de la Autónoma de Barcelona o la Facultad de Políticas de la Complutense. Ciertos grupos de activistas son sólo la piedra en el zapato. Pero el resultado de uno en una maratón puede empeorar mucho sólo por una pequeña piedra. Para poder ser una universidad seria no basta con parecerlo, pero probablente hay que empezar por parecerlo. Si no se consigue ni eso, que es lo fácil, raramente se llegará más lejos.
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2 respuestas
El fascismo de los años treinta de Italia ha sido la excusa que ha tenido el comunismo para matar a más gente que la que murió entre las dos guerras mundiales juntas. Hace falta ser tonto de capirote para andar por ahí llamándose antifascista.
Si esos impresentables de la UAB tuvieran un mínimo de cultura sabrían que los primeros fascistas que hubo en Cataluña fueron los dirigentes de Esquerra Republicana y que ese partido tenía excelentes relaciones y afinidad ideológica con el partido de Musolini; de hecho en 1934, cuando Companys promulgó la república catalana y «valientemente» junto con sus acólitos escapó por las alcantarillas en cuanto el general Batet les plantó cara con sus tropas, parte de esa cúpula se refugió en Italia donde el Duce les dio cobijo. Pero claro, esos episodios históricos no creo que entren en los planes de estudio de ninguna de las 80 Universidades españolas (casi a dos por provincia).
Por otra parte resulta que, según dijo Oriana Fallaci «en Italia hay dos tipos de fascistas: los fascistas y los antifascistas». O sea, como en España.